"Bios" de Robert Charles Wilson




Las obras publicadas en español de Robert Charles Wilson dan la sensación de que siempre escribe historias situadas en un futuro muy cercano o en el presente, en el que ocurre un hecho portentoso que trastoca por completo las vidas de los protagonistas y su visión del universo.

“Bios” se aleja por completo de esa plantilla. Por primera vez desde que conozco al autor, este se adentra en el espacio profundo. Después de que una serie de epidemias diezmaran la humanidad, la Tierra se haya bajo el control del Trust, corporaciones que han evolucionado hasta convertirse en una nueva forma de feudalismo, mientras que el espacio está en manos de las repúblicas del cinturón de Kuiper, descendientes de los primeros pobladores que fueron modificados genéticamente para adaptarse las condiciones de aislamiento que impone la colonización espacial.

El viaje más rápido que la luz es posible, aunque a un costo energético prohibitivo, lo que ha llevado al descubrimiento del planeta Isis, un planeta rebosante de vida, que, además, está basada en ADN, cuyas atmosfera, clima y gravedad lo harían perfectamente habitable para el ser humano, de no ser porque su micro-biología es espantosamente hostil a la terrestre. A pesar de ello, una coalición Trust-Kuiper mantiene sobre su superficie una serie de puestos de investigación, tanto por su interés científico como por sus múltiples aplicaciones farmacéuticas.

Con el supuesto objetivo de probar una nuevo traje de aislamiento, Zoe Fisher llega a Isis. Se trata de la única superviviente de un linaje de clones que el Trust desarrolló para la exploración espacial, de Isis en particular. Como todos los miembros del Trust, Zoe tiene un pequeño implante que regula su metabolismo y sus estados mentales (Zoe nunca había sentido miedo) a la vez que le inculca una profunda lealtad al Trust Lo que ella no sabe es que una de las médicos que la examinaron antes del viaje a Isis, como gesto de rencor y rebeldía ante el Trust, le extirpó dicho implante, lo que llevará a una historia de amor con uno de sus compañeros, mientras los sellos biológicos empiezan a ceder y las bases del planeta se desmoronan, una detrás de otra.

Brandon Sanderson se quejaba de que todas las novelas de fantasía parecían transcurrir en un mismo mundo (que además se parecía mucho a la Europa medieval) mientras que cualquier novela de ciencia ficción creaba un mundo nuevo. No siempre es así, pero si en este caso. La riqueza y complejidad del universo que Robert C. Wilson crea para esta breve novela es asombrosa. Por desgracia, nada más lo es. “Bios” es una historia tan sencilla como poco original, poblada por personajes apenas esbozados, la mayoría bastante tópicos, que mueren en cuanto recae sobre ellos el honor de un capítulo narrado desde su punto de vista. Partiendo de una situación inicial de relativa calma, las tragedias y catástrofes crecen en magnitud y frecuencia, hasta llegar a un lúgubre final, escasamente salvado, porque esto es una novela de ciencia ficción, con una nota de esperanza, engendrada por una revelación sobre la naturaleza de la vida en el universo. No me atrevo a llamarlo especulación y empiezan a cansarme las novelas que cifran su impacto en estas revelaciones improbables.

Dicho esto, querría matizarlo un poco. Siendo un producto bastante olvidable, “Bios” no es digna de odio, es una novela solvente y entretenida, que se lee con facilidad e interés. Ojala se publicaran mensualmente docenas de novelas similares por estos lares. Simplemente, es mediocre, no es muy original ni está excesivamente bien escrita. Me temo que, en este caso, no nos hemos perdido nada por la desaparición de Robert C. Wilson de nuestras librerías.


Comentarios

  1. Al contrario que David Brin o Alastair Reynolds, el lenguaje de Wilson parece más elaborado, utiliza muchas palabras que tienen un sinónimo mucho más común. También podría ser por ser canadiense. En fin, para eso Dios nos dio el traductor de Google

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

“El fin de la muerte” de Cixin Liu

“El despertar del leviatán” de James S. A. Corey

"Mark" de Robin Wood y Ricardo Villagrán