"El proyecto hombre lobo" de Clifford D. Simak




Mantengo el interés por Clifford D. Simak. Me llamaba mucho el título de novela, me intrigaba a que demonios podría referirse y finalmente la he leído.

Andrew Blake es un hombre que fue encontrado amnésico, flotando en el espacio en estado de hibernación, ignorante de su propia entidad, sus únicos recuerdos se remontan a otras generaciones. Para colmo, parece tener “fugas”, tras las que despierta en lugares a los que no recuerda como ha llegado, horas en blanco después.

Tras una de estas fugas conoce a un senador, que está envuelto en un mediático debate sobre las estrategias a seguir para la colonización de otros mundos. La lenta y cara terraformación, frente al uso de la “bioingeniería” para crear seres humanos adaptados a vivir en dichos mundos, que presente la duda de si realmente dichos seres serían humanos. Se habla siempre de “bioingeniería”: el término “ingeniería genética” jamás se menciona en la novela, es posible que todavía no se hubiera popularizado en la fecha de publicación de la novela. Las intuiciones de Simak pueden ser sorprendentes.

No debería decir mucho más sobre el argumento, aunque, la verdad es que tampoco es que sea demasiado sorprendente. Simak apenas juega con la intriga, la solución a cada misterio se presenta pocas páginas después de su exposición. Por las páginas de “El proyecto hombre lobo” desfilan enormes barcos mercancías que, navegando sobre colchones de aire, abandonan los mares y circulan sobre las autopistas, haciendo sonar sus sirenas, como aviso a los conductores y las estaciones de servicio, delegaciones de extraterrestres, enamorados de la Tierra pero sin interés por la sociedad humana, excepto para mendigar comida, que se establecieron en cuevas o troncos de árboles y adoptaron los arquetipos de vida que se atribuyen a los duendes, bancos de mentes a los que se incorporan digitalizaciones de las personalidades de los mayores sabios de la época, casas inteligentes que discuten con cocinas inteligentes, que intentan siempre preparar comidas más elaboradas que las que les reclaman sus huéspedes y protestan cuando estos dejan que se enfríe…

La novela se lee con agrado, gracias a su poca extensión y a la creatividad de Simak, que todavía resulta refrescante, a pesar de las décadas transcurridas. Si, todo puede que resulte un poco ingenuo e infantil, aunque esa es una pega que hoy se le puede poner a las obras de la mayoría de los escritores de ciencia ficción de la época, Asimov y Heinlein incluidos. En contraste con ellos, Simak construye futuros poco aventureros, si no idílicos, amables. Es una ciencia ficción con personalidad propia, alejada tanto de las corrientes más populares del género como de las más elitistas. Podemos decir que en “El proyecto hombre lobo”, no existe ningún villano, ni personajes claramente malvados, como mucho, obtusos, cabezotas, víctimas de sus prejuicios.

El problema es que es difícil determinar que pretendía exactamente SImak con esta novela. ¿Una metáfora del desarraigo, quizá? El desarraigo y el aislamiento son temas que la ciencia ficción ha tratado mejor que cualquier otro género, gracias a las metáforas tan potentes que proporcionan sus convenciones. ¿Qué marginación puede ser superior a la del que es excluido por completo de la especie humana, ya sea por ser el único humano en un planeta extraño, o un mutante, un extraterrestre, un robot … ? 

En cierto sentido, “El proyecto hombre lobo” podría considerarse como la odisea de Andrew Blake, en busca de un hogar o, al menos, un lugar que le produzca una sensación de pertenencia. Pero si esa era la intención de Simak, no puedo decir que la lograra, la novela no acaba de conmover, a pesar de algún pasaje bonito (ese momento en que Blake le ofrece un fragmento de manta a un mapache …) La revelación final parece un conejo sacado de la chistera para darle un final feliz al libro, historia de amor incluida. Aunque no está tan improvisada como podría parecer, no deja de ser una de esas historias de amor en las que la pareja empieza a besarse cuando aún son un par de desconocidos que sólo han tenido una conversación anterior, ni muy extensa ni muy profunda. Estas cosas eran habituales en la ficción del siglo XX, puede que aún lo sean, pero a mi me resultan más inverosímiles que los extraterrestres duendes. Y de la búsqueda de la inteligencia suprema que da órdenes al universo no hablemos …

En conclusión, me resulta una novela curiosa, con algunas ideas interesantes, pero un poco intranscendente, que no vuela a grandes alturas emocionales ni especulativas, pero que entretendrá a aquellos lectores que no sean adictos a las emociones fuertes.

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