“Amatka” de Karin Tidbeck
La primera vez que oí hablar de esta novela, se referían al mundo en que transcurre como “lenguaje reactivo”. O algo así parecido. Un mundo sensible al lenguaje en el que el entorno responde al lenguaje, hablado o escrito. Me pareció una idea tan descabellada que en el acto supe que había de adquirirlo. Ahora que he terminado su lectura constato que la idea de partida era realmente fascinante, aunque no tan demencial como esperaba. En el mundo de “ Amatka ” la realidad es definida por el lenguaje y tiene que ser reforzada continuamente. Los objetos llevan etiquetas que los definen y deben ser “marcados” periódicamente, alguien debe decir en voz alta lo que son, para que no pierdan su forma y reviertan a un fango indefinido. El cielo carece de astros, el suelo de horizontes, no hay animales, tan solo múltiples variedades de hongos que constituyen la dieta de la humanidad. Para defenderse de este estado de realidad en descomposición, la sociedad humana adoptó algo parecido al comun