Cada vez que empiezo una novela de Tim Powers, el primer pensamiento que viene a mi mente es: ¿porqué he tardado tanto? Esta vez no ha sido una excepción. Cada libro de Tim Powers es como una puerta abierta a un lugar en el que me siento tan a gusto que no querría abandonarlo nunca. En esta ocasión el autor no se remonta a tiempos históricos mas o menos lejanos, sino que ubica la acción en la época en la que la escribió, los años noventa, centrándola en el mundo de los tahúres profesionales y ubicándola en Las Vegas. Así, tenemos a Scott Crane, un antiguo jugador profesional que veinte años antes, durante una partida de cartas, cedió su cuerpo a su oponente, la actual encarnación del rey pescador, que ahora intercambia su consciencia entre varios cuerpos y que, para acabar de arreglarlo todo, es su padre biológico. Al cumplirse los veinte años, el rey asumirá su cuerpo, acontecimiento que viene precedido por lúgubre presagios y desgracias, que harán que Crane vuelva a Las Vegas