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Mostrando entradas de septiembre, 2019

“Efímeras” de Kevin O'Donnell

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Uno de los clichés de la ciencia ficción popular, esa que aparece en las series de Star Trek y similares, es el encuentro con una comunidad regida por un ordenador superpoderoso, programado para protegerla, que se ha convertido en su tirano y, habitualmente, en su Dios. “Efímeras” se parece mucho a ese tipo de historias. Su peculiaridad es que está contada desde el punto de vista del ordenador. Empieza cuando, en un futuro cercano, se decide lanzar una expedición colonizadora a otra estrella, con el fin de preservar la vida humana. Resulta chocante que la nave, la Mayflower , sea capaz de fabricar todo lo que se le pida, a partir de sus materias primas básicas, que tenga un control absoluto sobre la gravedad, pueda variarla de cubierta en cubierta y lanzar “ondas de gravedad”, pero que no pueda ir más rápido que la luz y que en términos de propulsión sea una nave estatocolectora corriente y moliente. Para colmo de males, el ordenador principal aprovecha el cerebro de un falleci

“La cosecha del centauro” de Eduardo Gallego y Guillem Sánchez.

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Antes de empezar a comentar esta novela, me van a permitir que me ponga un poco nostálgico. Creo que empecé a oír hablar de la obra de Eduardo gallego y Guillem Sánchez en mis últimos años en la facultad. Estoy seguro de por aquel entonces me conectaba a Internet con un moden y que todavía no conocía las siglas ADSL. La información que obtuve de Eduardo Gallego, Guillem Sánchez y la saga Unicorp era fragmentaria y contradictoria. Trabajaban mucho, tenían sus fans dentro del mundillo y también críticos acerbos que se cebaban en su baja calidad literaria. Por aquel entonces, sus novelas se vendían por correo, lo que, en aquellos momentos, suponía que el acceso a ellas me estaba vedado. Pasaron los años. En algún momento posterior, leí “Dario” en el serial del Sitio de Ciencia Ficción. La encontré amena, pero no puedo decir que me enamorase. Aún así, mi curiosidad permaneció y, cuando apareció publicada “La cosecha del centauro”, me abalancé sobre el mostrador de la Fnac para apoder

“Obsesión espacial” de Robert Silverberg

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En el futuro de esta novela, los viajes interestelares son habituales, pero no a mayor velocidad que la luz. La contracción temporal relativista aísla a las tripulaciones de las naves espaciales de los cambios que suceden en la sociedad de la Tierra, que acaba haciéndoseles incomprensible, por lo que se encierran en sus propias comunidades: las tripulaciones son familias que no abandonan sus naves o sus acuartelamientos, para desesperación de los miembros más jóvenes, que padecen todos los problemas de la juventud de las localidades rurales y aisladas, multiplicados por mil. Este escenario es lo mejor de la novela. Si fuera posible alcanzar la velocidad de la luz, parecería algo inevitable. Por desgracia su desarrollo ocupa poco más que el párrafo precedente. “Obsesión espacial” cuenta la historia de un joven tripulante, obsesionado con la obra de un misterioso científico que desapareció después de haber afirmado inventar la propulsión más rápida que la luz, cuyo hermano gemelo f

"El rey recibe" de Eduardo Mendoza

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No me gustan demasiado la mitad de los libros de Eduardo Mendoza. Leí “La ciudad de los prodigios” casi de niño, una edad a todas luces inapropiada. Me pareció que tenía algunas partes magníficas, pero en general me aburrió. Ya mas mayor, leí “Una comedia ligera”. Al final me gustó y todo, pero también se me hizo pesada. Eso sí, soy un gran admirador de sus novelas de humor. Quizá por eso, mentes bien intencionadas creyeron que regalarme esta obra era una buena idea. De todos modos, suelo leer algo diferente entre cada dos novelas de ciencia ficción (aunque no necesariamente alejado del fantástico) y todo regalo se merece un respeto, así que he hecho el esfuerzo de leer este libro. Cuenta las vivencias de Rufo Batalla, primero como periodista y luego en la cámara de comercio, en Nueva York, a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta. Parece que es el comienzo de una trilogía. Eduardo Mendoza utiliza un estilo a veces muy complejo en lo sintáctico, pero de una gran p

Esta si que es la reseña de "Luna ascendente" de Ian McDonald

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Ahora que ya me he desahogado, debería hablar de lo que me ha parecido la novela. Pues en cuanto al disfrute, me lo he pasado muy bien con ella, ha logrado engancharme de mala manera, sobre todo hacia el final, pero eso no es una opinión objetiva. En el aspecto técnico, sin embargo, le he encontrado problemas de ritmo, demasiado moroso al principio y demasiado precipitado al final. ¿Era realmente necesario dedicar tanto espacio a la instalación de las conducciones del agua en el barrio alto? Incluso la relación entre Alexia y Denny resulta bastante irrelevante, al final. Aparte de eso, está lo que ya reconozco como costumbre de Ian McDonald de abandonar a los personajes que habían sido importantes en anteriores entregas, para frustración del lector enganchado que quiere saber que ha sido de ellos. Sin en “Luna de lobos”, Marina Calzaghe ya importaba poco, en “Luna ascendente”, directamente estorba. Apartada del escenario de la trama principal, sus capítulos (que son pocos y se

Un exabrupto acerca de "Luna Acendente"

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Antes de empezar esta reseña, me gustaría desahogarme sobre un tema que siempre me ha disgustado: la facilidad con la que se sublevan las masas en la ficción. Es algo que permea la práctica totalidad de la fantasía heroica, gran parte de las space opera y la literatura de aventuras de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Como poco. Todos lo hemos visto cientos de veces. El héroe de la historia se coloca en medio de una plaza o lugar público, da un discurso emocionado y, a continuación, el pueblo empieza a gritar, empuñan sus horcas y corren a hacerse matar en su nombre. La historia está plagada de revueltas populares y de algún modo debieron empezar, pero siempre me ha parecido inverosímil la facilidad con que las multitudes asumen los valores del protagonista. No soy historiador, pero sospecho que en la vida real la mayoría de las revueltas requirieron de agentes subversivos que fueron “calentando” el ambiente durante semanas, o bien de un incidente desafortunado que catal