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Mostrando entradas de noviembre, 2020

NO SOPORTO EL COMIC EUROPEO DE CIENCIA FICCION

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Naturalmente, ese llamativo título es una generalización. Para empezar, debería decir que no soporto el comic franco-belga de ciencia ficción y seguro que estoy siendo injusto, que hay alguna obra que desconozco tremendamente atractiva, pero esta es mi opinión general y los motivos quedarán muy claros en cuanto desglose a los que considero culpables. Lo peor de todo, es que ninguno es malo del todo, pero los tres han tenido una influencia nefasta sobre el cómic de género.  CULPABLE NÚMERO 1: Valerian  No soy un gran fan, pero tiene sus virtudes. Frente a las restricciones que el presupuesto y el maquillaje imponen a las series de televisión, en Valerian tenemos un universo poblado por una auténtica multitud de especies inteligentes, que no se parecen en casi nada a la humana. También tenemos una heroína inolvidable y algunos apuntes de crítica social o de la visión occidental del mundo. Virtudes que pueden hacernos olvidar su principal defecto, que sus guiones apenas tienen sentido y

“Exhalación” de Ted Chiang

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  Me lo pensé mucho antes de adquirir esta recopilación de relatos de Ted Chiang. No porque tuviera dudas sobre su calidad, sino porque era un libro corto y tres de los relatos ya los había leído.  Los relatos en cuestión son “Exhalación”, que lo encontré en Internet, “El ciclo de vida de los elementos de software”, que leí en el primer volumen de la antología Terra nova y que estoy seguro de haber reseñado, pero ahora no encuentro la reseña y me he cansado de buscar en mi blog, y “La verdad de los hechos, la verdad del corazón” del que si que he encontrado la reseña de la antología: “A la deriva en el mar de lluvias”  Finalmente me he decidido y la experiencia ha resultado satisfactoria. Ted Chiang es el autor actual al que mejor se le da desarrollar una premisa, y en eso consisten casi todos sus relatos, en desarrollar todas las posibles repercusiones de un supuesto de partida, tanto científicas como humanas y hasta metafísicas. Puede resultar algo frio en ocasiones, pero siempre es

“El portador de la llama” de Bernard Cornwell

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Se trata de la décima novela de Uhtred de Bebbanburg. se dice pronto, diez libros, ahí es nada. ¿Cuándo fue la última vez que me leí una saga que se compusiera de hasta diez libros y que mantuviera la continuidad, sin precuelas, ni remakes ni tramas paralelas? A estas alturas, un poco de agotamiento es casi imposible, y lo hay, pero Bernard Cornwell compone una novela amena y emocionante, con las herramientas a las que ya nos tiene taan acostumbrados. Procuraré no dar detalles del argumento, pero cualquier lector que haya llegado a este número de la saga puede imaginárselos. Hay una tensa situación política, una par de encontronazos o batallas menores. Uthred reparte cortes y desplantes a sus enemigos e incluso a algunos aliados, se ríe de los mojigatos y los hipócritas, reflexiona sobre la inevitabilidad del caos y la destrucción de la civilización, se devana los sesos pensando cual puedan ser los planes de sus enemigos y todo acaba confluyendo en una gran batalla final, en la que él

“La daga” de Philip Pullman

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  Lo primero que sorprende en la segunda parte de la saga “La materia oscura” es como el personaje de Lyra Belacqua pasa casi a segundo plano, después de su protagonismo absoluto en “Luces del norte”. “La daga” se estructura en varias tramas que transcurren en paralelo, cada una con su propio protagonista, de entre los cuales el más importante es Will Parry.  Will es un niño de nuestro propio mundo, no mucho mayor que Lyra, cuyo padre desapareció misteriosamente mientras realizaba exploraciones en Alaska, cuya madre parece tener problemas mentales y que es asediado por misteriosos enemigos, que buscan información sobre su padre. Mis sentimientos sobre Will son ambivalentes. Pullman se las arregla para darle suficiente carisma y, inicialmente, no parece ser “el elegido” que salvará al mundo, lo que ya es una mejora respecto a Lyra, pero me resulta demasiado maduro para su edad, demasiado valiente, demasiado responsable. Demasiado perfecto, en suma, mientras que Lyra, al comienzo de “La