“El diablo que ya conoces” de Mike Carey


Por fin conseguí poner mis zarpas encima de la primera novela de Felix Castor. Andaba buscándola desde que leí la segunda. Cosas de la vida. Dado los años que han pasado, no creo que nadie se acuerde ya de lo que iba este ciclo.

Transcurre en un universo paralelo en el que, con el cambio de siglo, el mundo se llenó de aparecidos, muertos vivientes, demonios y otros engendros. John Constantine Felix Castor es un exorcista profesional inglés, especializado en ahuyentar fantasmas, retirado desde que un terrible error provocara que un amigo suyo quedara permanentemente recluido en un manicomio, además de poseído por un demonio llamado Asmodeo.

Sin embargo, los motivos económicos provocan que acepte un nuevo caso, expulsar el alma en pena de una mujer que se aparece por un depósito de documentos antiguos de Londres.

Cartas boca arriba: “El diablo que ya conoces” es un entretenimiento terriblemente adictivo. Mike Carey dota la historia de un ritmo adecuadamente endiablado, que no apresurado. No paran de suceder cosas que emocionan, o al menos, enganchan al lector, hacen avanzar lo narrado y dejan al lector con ganas de más. El escenario de las apariciones principales es fascinante, o a mi me lo parece, y el lenguaje empleado por Felix Castor, como narrador en primera persona, es irónico, divertido y ameno.

Reconozcamos también que hay al menos una pausa no muy bien llevada, en la que, simplemente Mike Carey se limita a dejar pasar el día para que llegue la fecha que el mismo fijó para que se armara la gorda, que el inmenso archivo es un escenario que está bastante desaprovechado, y que el modo de hablar de Felix Castor, primera persona, lleno de chascarrillos y símiles descabellados, no es más que una imitación, más bien una parodia, del estilo en que se supone que se escribieron las novelas de serie negra clásicas.

De hecho, si cambiamos el encargo de Felix Castor por, digamos, investigar el origen de un cadáver y al súcubo que lo persigue, por un asesino a sueldo, “El diablo que ya conoces” podría ser perfectamente una novela de serie negra. Mike Carey se defiende bien no sólo con el lenguaje, sino con la descripción de las cloacas de una sociedad moderna que no tiene nada de sobrenatural.

En fin, un entretenimiento inteligente, perfecto en su falta de ambiciones. Fuera de algunas interesantes disquisiciones sobre la naturaleza de los fantasmas y la ética de exorcizarlos, la novela carece de otra ambición que no sea la de entretener al lector. Avisados quedan aquellos que siempre busquen “algo más” en sus lecturas.

No es probable que se publiquen en español las tres entregas restantes.

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