"Las mornarquías de Dios" de Paul Kearney





La accidentada publicación de la saga de "Las monarquías de Dios", de Paul Kearney ha contribuido a convertirla en una serie mítica entre el aficionado español al fantástico, sin cuya colaboración, mediante suscripciones, no habría podido llevarse a cabo. Los que se sumerjan en su lectura se encontrarán con una experiencia bastante diferente a la habitual en los lectores de fantasía épica.

Para empezar la ambientación no es estrictamente medieval, sino que recuerda mas bien al renacimiento, existe la pólvora, los ejércitos luchan con cañones, arcabuces y pistolas de chispa, los barcos son galeones y carabelas, los navegantes se guían con brújulas, cartas de navegación e instrumentos astronómicos. Aunque de un modo no tan evidente como parece a primera vista, Kearney se inspira en la propia historia,  se podría decir que su mundo está compuesto de una amalgana de pueblos y culturas que existieron realmente, y en el argumento existen múltiples referencias a acontecimientos reales.

Su lectura resulta eminentemente sensorial, Kearney hace grandes esfuerzos para intentar que el lector se calce los zapatos de los protagonista,  ya sea la vida en un barco, en un monasterio o una marcha militar. En concreto, los pasajes que transcurren en alta mar resultan extraordinariamente vividos, y nunca un clima tropical resultó tan aterrador como en el penoso viaje descrito en el segundo tomo.

Además, Kearney convierte la concisión en su estandarte. Los cinco ejemplares de la serie son mas bien de poca extensión y en ellos ocurren cien veces mas cosas de lo normal en este tipo de sagas. No hay el menor rastro de paja, cada capítulo, cada escena, aporta algo a la historia y hace que ésta avance. Las descripciones nunca son gratuitas, si nos describe un paisaje o una ciudad, es porque la geografía o la arquitectura de ellos va a ser importante en algún momento de la acción, aunque, a veces, ese momento llegue demasiado tarde.

Algunos de los personajes son mucho mas agradables que otros, pero ninguno es perfecto, y todos son fruto de su ambiente y su educación. Entre sus motivaciones está la venganza, el espíritu de supervivencia, la codicia, el deseo de ascender de posición social, la pasión sexual.... Aquí no hay héroes puros, aunque si hay villanos, aunque a veces los villanos tengan sus justificaciones y a veces los héroes se enfrenten entre sí. La guerra se describe de un modo muy realista, las batallas son tan importantes como el avituallamiento de los ejércitos, el mantenimiento de la líneas de suministros y las rutas y los medios de transporte para desplazar los contingentes. La violencia y la brutalidad de los combates es apabullante, y se muestra siempre en las dos caras de la moneda, militares y civiles, las consecuencias de la guerra nunca se ocultan, creo que tardaré mucho en olvidar las muchedumbres en fuga de Aekir, o el horror que cae sobre la aldea ocupada del cuarto tomo.

Sus héroes sufren mucho, hay momentos de gran dramatismo Les resulta imposible escapar a las consecuencias de sus actos, las mejores intenciones tienen los peores resultados, las cosas no acaban demasiado bien, muere hasta el apuntador y la muerte aparece cuando menos te lo esperas, no necesariamente de modo heroico, una herida que se infecta, alguien que cae en medio de una batalla sin que nadie lo vea.

Hasta aquí todo perfecto, pero nada es perfecto en este mundo. En el plato opuesto de la balanza, hay que reconocer que las dos tramas principales tardan demasiado en confluir, en realidad no lo hacen hasta el final del cuarto libro, de modo que podríamos haber leído perfectamente todos los capítulos de una, y luego todos los de la otra, sin mayor dificultad, no se complementan ni cimentan su interés respectivo, podrían tratarse de novelas separadas. Además, la misma rapidez del discurrir de lo narrado, que es uno de sus grandes atractivos se convierte a veces en un obstáculo, pues deja poco tiempo para la introspección y le impide profundizar en los personajes. Los nobles traidores de Abrusio del segundo libro, por ejemplo, son apenas esbozos. Y llegamos al tema del quinto libro.

Tal vez hubiera sido preferible que Kearney al finalizar "El segundo imperio", hubiera escrito uno de esos lastimosos mensajes de "Fin del primer ciclo", tan habituales en las sagas de fantasía épica, y que tanto odio, que significan que después de haber leído tres o cuatro libros, la historia no se acaba sino que tendrás que esperar algunos años, hasta que salgan tres o cuatro mas. Le hubiera venido bien descansar un poco y luego escribir una segunda serie. Para empezar es anti climático, casi todo ha terminado ya, y, para mayor desapego, damos un salto de quince años mas o menos hacia el futuro, pero es que en ese último libro se cuenta una guerra cuatro veces mas grande que el enfrentamiento entre Torunianos y Merducks que ha transcurrido en los cuatro anteriores. Hay indicios de tramas sentimentales que se acaban antes de haber empezado, personajes secundarios que mueren antes de haber llegado a tener importancia, muertes de protagonistas de los anteriores, precipitadas o tan breves que no llegan a tener impacto emocional.

Justo es reconocer, que el final es perfectamente lógico, y coherente con todo lo que ha sucedido anteriormente, que cada pieza encaja en su sitio, que todas las tramas son resueltas de un modo correcto, que cada personaje tiene un final lógico, acorde a su personalidad, pero habría sido deseable una mayor desarrollo en su planteamiento.

En el lado mas positivo, no podemos negar que Paul Kearney ha conseguido dotar de humanidad y vida su mundo ficticio.

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