“La voz de las espadas” de Joe Abercrombie


Por fin me he decidido a empezar la trilogía de “La primera ley”, después de una serie de aplazamientos que han acabado sumando la extensión de ocho años, se dice pronto. En ese tiempo, muchas cosas han cambiado. Joe Abercrombie sigue recogiendo por Internet todo tipo de críticas positivas, pero ya no es el revulsivo que supuso en su momento para la fantasía heroica, se ha popularizado el término “grimdark” para la corriente literaria que abandera y la lectura de su trilogía juvenil, “El mar quebrado” acabó adelantando a esta y convirtiéndose para mí en la carta de presentación de su autor.

Hay un momento en “La voz de las espadas”, en que el personaje de Ardee se refiere a un libro de ficción como “La caída del Maestro Creador, obra en tres tomos. Uno de los grandes clásicos de la historia, según dicen. Un auténtico coñazo. Repleto de sapientísimos Magos, adustos caballeros provistos de enormes espadas y damas provistas de pechos aún más enormes. Magia, violencia y aventuras en proporciones iguales. Una verdadera porquería”.

Tal vez Abercrombie estaba criticando en esas líneas, de un modo muy poco sutil, todo lo que no soportaba del conjunto de clichés en el que se había convertido la fantasía épica. Esta trilogía vendría a ser algo así como un alegato de rebeldía, empeñado en subvertir dichos clichés, demostrando que se podían hacer las cosas de otro modo.

O tal vez me equivoque, afín de cuentas no recuerdo a damas provistas de pechos enormes en las novelas de Margaret Weis y aunque Abercrombie es muy comedido en la magia, en su obra hay violencia y aventuras a punta pala. También puede que se estuviera riendo de sí mismo.

“La voz de las espadas”, extraña traducción de “The blade itself” orientada entorno a sus personajes. Alejándose de los tópicos habituales de héroes adolescentes, herederos de tronos y paletos predestinados, estos forman una tropa formada por guerreros cansados y resentidos con el mundo a los que se une un pardillo arrogante. Así se van alternando capítulos protagonizados por:

Logen Nueve dedos: un bárbaro norteño, veterano de mil batallas y con una fama sangrienta, bastante harto de carnicerías y muerte, cuyos servicios son requeridos por un mago.

Glokta un antiguo oficial de la unión, afamado ganador del certamen de esgrima, que tras ser capturado y torturado por gurkhus del sur, quedó lisiado y desfigurado: perdió casi todos los dientes y el uso de una pierna. Ahora es un inquisidor, cuyo superior es un noble nostálgico del antiguo orden que sueña con poner en su sitio a la pujante burguesía.

Jezal dan Luthar, un noble oficial de la guardia de la unión, vano y superficial, que se entrena para el certamen de esgrima para complacer a su padre y que conoce a la hermana de un compañero suyo de origen plebeyo, que no se siente particularmente impresionada por sus nobles cualidades.

A ellos hay que añadir a Ferro, que se incorpora al comienzo de la segunda parte de la novela, una esclava fugitiva del sur, ultraviolenta y sedienta de venganza, que es reclutada por un segundo mago, por propósitos que todavía no quedan claros en esta novela.

“La voz de las espadas” es una obra dirigida por los personajes y, sin duda, son ellos su punto fuerte. No es sólo que los principales sean carismáticos y que, más o menos, cada uno tenga su propia voz, sino que hasta los secundarios están bien caracterizados y todos tienen sus toques de humanidad. Abercrombie no sólo no omite sus defectos, sino que los realza, de tal modo que Jezal dan Luthar en especial, puede llegar a parecernos insoportable. Y sin embargo, son esos mismos defectos los que también pueden hacerlo entrañable, igual que los personajes más positivos guardan oscuros secretos.

El escenario por el que se mueven también se aleja del canon establecido. Si bien el norte recuerda mucho a la edad media europea paradigmática en este tipo de obras, el escenario principal, la Unión, por su modo de vida, sus politiqueos y sus conflictos sociales, me recuerda más a los siglos diecisiete o dieciocho. Me suena haber leído que en realidad se inspira en la Florencia de los Medici, pero no encuentro la referencia. Hay una extensa burocracia, la corrupción está generalizada y el poder está en manos de aristócratas ineptos

Las andanzas de este peculiar grupo están contadas con cierto distanciamiento irónico y bastante humor. Son muy amenas y el libro en ningún momento se hace pesado, a pesar de lo abultado de su número de páginas. Es este número de páginas la principal pega que le encuentro. En un libro muy gordo, tremendamente gordo y, cuando examinas con frialdad lo que ha ocurrido en él, te encuentras con que en realidad ha sido muy poco.

Si, han tenido lugar un buen número de peripecias y un montón de peleas, pero la la mega historia de la saga apenas ha empezado a desarrollarse. Da comienzo una guerra, puede que más de una, pero los ejércitos no llegan a enfrentarse todavía. Se insinúa una amenaza sobrenatural, puede que varias, a pesar de sus buenas intenciones no confiaría yo mucho en Bayaz, pero a penas se insinúa. Si esto fuera “El señor de los anillos”, diría que, con sus setecientas cuarenta páginas de la edición de bolsillo, “La voz de las espadas” no llega más lejos del concilio de Elrond.

Creo que parte del problema se debe al tipo de escritura elegido, tan extendido que ya nadie parece cuestionarlo. La necesidad de dejar al lector con ganas de más al final de cada capítulo, hace que se incluyan peleas, enfrentamientos o encuentros descritos como vitales que luego resultan no serlo tanto y que incluso en algunos casos resultan prescindibles. Hacer progresar la narración a base de escenas obliga a incluir muchas escenas. Todas estas cosas hacen que el número de palabras aumente y aumente.

Otros problemas pueden deberse a un poco de inexperiencia de Abercrombie, a fin de cuentas se trataba de su primera obra y a un exceso de planificación. Ferro tarda demasiado en aparecer y lo hace cuando el lector ya se había acostumbrado a las transiciones entre Logen, Glokta y Jezal, lo que le hace sufrir la impresión de que lo están distrayendo de lo que realmente importa, a pesar que Ferro es un personaje atractivo e importante. Tal vez Abercrombie hubiera debido buscar la manera de incluirlo desde el principio, aunque eso hubiera dilatado aún más el número de páginas. Similar efecto de “distracción” tienen los pocos capítulos dedicados a los ex compañeros de Logen, completamente separado de las otra tramas cuando estas empiezan a confluir. Sospecho que serán importantes en las futuras entregas y esto es a lo que me refería con lo del “exceso de planificación”. Esta novela no tiene entidad propia por separado, sino sólo como parte de un todo más grande, una novela aún más larga, que englobará las tres partes de la trilogía. Sólo así tienen sentido los capítulos de los Invencibles o casi todos los de Jezal. O eso sospecho.

En fin, que si, que me ha gustado y me ha atrapado y espero leer en un futuro no lejano el resto de la serie (¿quince años quizá?) y apoyo su batalla para eliminar las cursilerías y los convencionalismos de la fantasía épica, pero hubiera agradecido que ejerciera un poco más de síntesis, como de hecho si hizo en la trilogía de “El mar quebrado”

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