“La guerra del lobo” de Bernard Cornwell


 
Entrega numero 11 de la saga de Uthred de Bebbanburg. La verdad es que podría copiar cualquiera de mis reseñas de un volumen anterior y valdría igualmente. Lo que no es necesariamente malo. Es un libro entretenido, que más que leerse se devora, con personajes carismáticos batallas y enfrentamientos emocionantes y un cierto sentido del humor.

Sigue el mismo esquema que la mayoría de las entregas de la saga. Nos encontramos con que han pasado un número indeterminado de años desde el anterior y Uthred, una vez más, está en medio de un fregado militar, que resuelve con poca dificultad. A continuación se mete en un lio mayor, hay una batalla o escaramuza, un poco de intrigas palaciegas (desde hace algún tiempo entre los posibles sucesores del rey Eduardo) y todo desemboca en una batalla mucho más grande, que es el clímax de la novela.

En esta ocasión, hay un cierto componente sobrenatural, Uthred cree estar bajo una maldición y desconfía de las intenciones de los dioses. Tampoco es que sea algo que no hayamos visto ya.

La batalla final no está contada al modo secuencial habitual, si no que se intercala con fragmentos de un poema que la narra, escrito tiempo después y con las discusiones que Uthred mantiene con el poeta que lo está escribiendo. Si que resulta sorprendente el giro inesperado que da la batalla, que no revelaré, pero que es más digno de una comedia que de un cantar de gesta (el poeta, por supuesto, lo omite)

Por exigencias del guión, es decir, para encajar con los acontecimientos históricos, Bernard Cornwell liquida a uno de los personajes más atractivos de la saga. Eso ya de por sí sería sorprendente, pero resulta extraño el modo en que lo hace, fuera de cámara, sin que Uthred, el eterno narrador, sea testigo. Quizá lo haga en nombre del realismo, en la vida real, muchas veces, es imposible estar presente en medio de las tragedias que marcarán nuestras vidas para siempre, pero al hacerlo así, le quita al hecho catastrófico su impacto dramático.

Poco más que decir, salvo que, al tratarse del libro once de una saga, es casi imposible sorprender al lector de los diez libros anteriores y es casi imposible que el que no los haya leído lo entienda.

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