"Maxwell al cuadrado" de Clifford D. Simak




Tracemos un esbozo del argumento: tenemos un futuro en el que los viajes a otros planetas son normales y se realizan por teleportación. Los viajes en el tiempo son habituales. Las criaturas mitológicas, al menos las de origen céltico, creo (enanos, hadas, trolls..) se han desvelado como extraterrestres, conviven pacíficamente con la humanidad y se les han asignado reservas. Maxwell, el protagonista, es un profesor universitario, cuyos mejores amigos son un neandertal y un fantasma (literal). Al realizar un viaje a otro planeta, Maxwell, en lugar de su destino, se encuentra un mundo desconocido, cubierto de cristal. Cuando regresa a la Tierra, descubre que ya regresó … y ha fallecido. De algún modo, la señal teleportadora fue interceptada y copiada, Maxwell es lo que, en “Star trek: Lower Decks” denominan un “clon de transportador”. Como su yo original falleció en un accidente, ha sido declarado muerto, no tiene empleo y su piso ha sido ocupado por una jovencita y su dientes de sable. Además de todos sus problemas legales, sobre los hombros de Maxwell pesa una gran responsabilidad, los habitantes del planeta de cristal son supervivientes de un universo anterior y le han elegido como mediador con la humanidad. Están dispuestos a concedernos la totalidad de sus conocimientos .. si Maxwell es capaz de descubrir que es lo que quieren a cambio.

¿Cómo se les ha quedado el cuerpo? No he omitido sólo el final, me he dejado unas cuantas sorpresas más en el tintero. La creatividad de Simak parecía no conocer límites cuando escribió esta obra. “Maxwell al cuadrado” es una novela que rebosa de la frescura de la edad dorada de la ciencia ficción. Ritmo frenético, un estilo accesible y una sorpresa o un nuevo elemento que se añade a la trama cada veinte páginas. Desde al argumento al escenario, o los personajes, todo es bastante absurdo, o, mejor dicho, encantador. Porque esa es la palabra que mejor define la novela: encanto. Incluso cuando Maxwell atraviesa sus peores lances, todo es agradable, irónico y apacible. No sé si lo habré dicho ya, sobre alguna otra obra de Simak, es el tipo de novela que habría amado durante mi adolescencia, muy diferente a la de los que se han criado con “los juegos del hambre”. “Maxwell al cuadrado” te introduce en un mundo muy semejante al nuestro, pero que ha sido invadido por lo increíble. Es un lugar en el que resulta agradable internarse.

Como también me ocurrió con “El proyecto hombre-lobo”, en “Maxwell al cuadrado” hay una espesa sombra de humor, que nunca llega a transformase en una carcajada. Muchos de los personajes y de las situaciones son tan descacharrantes, que parece imposible que Simak no escribiera la novela con intenciones hilarantes, pero, al final, le falta chispa. Tal vez cayera fuera de sus habilidades como escritor, o tal vez no fuera esa su intención, después de todo. En cualquier caso, “Mawell al cuadrado” es una de esas novelas que, aunque se leen bien, parecen más divertidas al contarlas que al leerlas. Desearía que Douglas Adams o Terry Pratchett escribieran un remake de esta novela, para aprovechar sus posibilidades cómicas, pero, claro, para eso tendrían que estar vivos.

El final es un poco decepcionante, por lo menos, no brilla a la altura del resto de la obra. Lo que queda de su lectura, son varios ratos agradables. Encantadores. Y si te parece demasiado intranscendente para tus gustos elevados, consuélate pensando que, al menos, es corta.

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