"Anatema" de Neal Stephenson



La novela “Anatema” trascurre en un planeta en el que, después de unos catastróficos “hechos horribles” los científicos fueron confinados en una especie de monasterios de clausura (“concentos”), completamente aislados del mundo exterior, de los cuales sólo pueden salir un breve periodo, que depende del capítulo al que pertenezcan. Los hay que sólo tienen contacto con el exterior una vez al año, otros una vez cada diez años, una vez cada cien, una vez cada mil … La estructura de los concentos, con “fras” y ”filles”, coros y hábitos, parece claramente inspirada en las órdenes monásticas de la edad media, aunque no lo sean las enseñanzas que imparten y reciben los acólitos: geometría, astronomía, etc ..

Me da la sensación de que Neal Stephenson piensa que, si encerráramos a los científicos, apartándolos de distracciones mundanas como la política, el futbol, los cotilleos, la televisión, las redes sociales y, en fin, Internet, no hay límite a lo que estos podrían lograr. Toda persona con un poco de profesionalidad se ha sentido así, alguna que otra vez, en el mundo actual, pero estoy completamente en desacuerdo, puesto que ese supuesto bloquea la circulación de información entre las comunidades científicas y la ciencia siempre ha sido un esfuerzo compartido. Curiosamente, la aceleración científico tecnológica que hemos vivido en el último par de siglos, fue de la mano con el desarrollo de los medios de comunicación. Aparte de que los fras se dedican sólo a la teoría, la astronomía parece ser la única materia en la que recogen datos reales.

“Anatema” es una de esas obras en las que el autor lo da todo.

Neal Stephenson parecer haber volcado en ella todas sus inquietudes científicas, filosóficas y culturales. Diría que incluso sus preferencias en el campo de la ciencia ficción. Arbre es un nuevo mundo de una complejidad arrolladora, del que el autor ha diseñado al detalle su historia y su geografía, casi, incluso su idioma. La variedad de temas tratados equipara a lo detallado de la ambientación. Lo que empieza de un modo costumbrista, acaba como una especie de “hard” con “objetos grandes” incluidos. La ambición de la novela es abrumadora, tanto por su complejidad como por su longitud.

Y aquí es donde le veo el mayor pero a “Anatema”, en su longitud. En mi ingenuidad, estoy acostumbrado a que, si un autor me describe con mucho detalle un lugar, es que en ese lugar van a ocurrir cosas importantes o que va a ser un escenario por el que los personajes se desenvolverán durante un largo tiempo. Neal Stephenson está por encima de esas vulgares y prosaicas convenciones. Él describe con el mismo exquisito cuidado absolutamente todos los rincones por los que pasean sus protagonistas, quienes, además, tienen tiempo para incontables divagaciones sobre ciencia, historia o filosofía. Algunos de los temas que tratan pueden ser muy interesantes para las personas con cierto interés científico, entre las que me gusta incluirme, pero otras pueden ser un poco esotéricas. Ya la mecánica cuántica y el tema de la multiversalidad pueden ser un poco abstrusos, pero si lo mezclas con el platonismo, la cosa es la leche. Y el platonismo, que nunca me inspiró simpatía, no es que sea importante en este libro: ¡ES VITAL! Para colmo de males, las ideas se exponen mediante diálogos socráticos entre profesores y alumnos, o durante debates entre peritos en la materia, que hablan de un modo deliberadamente arcaico y abstracto, por lo que resulta muy difícil seguir el hilo de lo que estás leyendo, sobre todo si estás leyendo a altas horas de la noche y no sabes muy bien a cuento de que van a venir estas divagaciones. Divagaciones que pueden ser o no relevantes para la trama.

La trama … ya voy por el cuarto párrafo y todavía no he esbozado un mínimo resumen. Veamos … El joven Fraa Erasmas es un decenario que afronta con ilusión su primer Apert … y poco más puedo decir sin entrar en spoilers, como, por cierto, hace la contraportada del libro. El problema es que esa revelación ocurre alrededor de la página 177, dado que eso es menos de una sexta parte del libro, podríamos decir que apenas es el comienzo, así que se podría espoilear sin precauciones. Por otro lado, son casi 200 páginas, en las que prácticamente no ocurre anda. Muchos libros ya están terminando cuando llegamos a esa cota, mientras que este no ha hecho más que empezar. Y en todo ese tiempo, no ha pasado nada. A partir de ese momento, la gráfica de mi interés siguió un trazado de dientes de sierra, pasaba de estar terriblemente enganchado a terriblemente aburrido. Durante inmensos periodos de tiempo, no tenía claro que las peripecias del protagonista condujeran a ningún lugar, ni que lo que le estuviera ocurriendo revistiera alguna importancia. Aparte de que, cuando parece que estás llegando a algo, cuando Erasmas y sus amigos, con gran ingenio, acaban de descubrir un pavoroso secreto … este se hace público. Con algunas variantes, esto ocurre dos o tres veces, cuando parece que los protagonistas van a conseguir algo, ocurre un hecho que vuelve dicho logro irrelevante, lo que provoca la sensación en el lector de que el camino recorrido no ha servido para nada y que todo habría sucedido igual si se hubieran estado tranquilitos en sus celdas.

En fin, no cabe duda de que “Anatema” tiene algo. He leído todas las críticas que he podido encontrar y todas están cortadas por el mismo patrón: a todos les encanta, algunos destacan la voz narrativa de Erasmas, que hay que reconocer que es bastante amena y que algunos diálogos son muy divertidos y hay situaciones que rozan lo cómico, pero todas las reseñas advierten de que es un libro muy exigente (es decir, aburrido) y su lectura requiere de una gran cantidad de tiempo (aunque infinitamente menor que la lectura de una saga de Steven Erikson) Me temo que yo tampoco soy capaz de resistirme a sus encantos y que, a pesar de todo, me he unido a su secta.

Y ya que estoy hablando de sectas, si me pongo religioso, tengo que proclamar que el traductor, Pedro Jorge Romero, es Dios.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

“El fin de la muerte” de Cixin Liu

“El despertar del leviatán” de James S. A. Corey

“La era del diamante: manual ilustrado para jovencitas” de Neal Stephenson