Trilogía de "El corredor de laberinto" de James Dashner
Vivimos tiempos extraños para la
ciencia ficción. Hubo una época en la que los autores clásicos, Asimov,
Henlein, incluso Clarke, eran leídos ampliamente por un público juvenil. La
burbuja de la literatura juvenil creada en principio por Harry Potter le arrebató
al género esos lectores y su potencial de convertirse en adeptos cuando
crecieran. Sin embargo, el éxito de “Los juegos del hambre”, parece habérnoslos
devuelto. Probablemente, estamos viviendo el momento en que más ciencia ficción
se publica desde hace décadas. Claro que el noventa por ciento de esas obras
son sobre rebeldes heroínas femeninas adolescentes que se enfrentan al orden
establecido, metiendo por en medio, con calzador, algún romance, generalmente
un triángulo amoroso, que los que hacen las reseñas en Internet dicen que es lo
más flojo de la historia. Y siempre transcurren en la tierra, en un futuro post
apocalíptico o post catastrófico. Me lo apunto como motivo de reflexión para
otro post ¿Por qué hemos dejado de soñar con el espacio?
En fin, me precio de no tener
prejuicios a la hora de buscar cosas que leer. En todas partes se cuecen
escritores con talento u oficio, seguro que incluso entre las novelas
románticas y he leído en otras ocasiones novelas juveniles que me han gustado.
La saga del “Corredor del laberinto” me atrajo inmediatamente, porque de
siempre me han fascinado los laberintos y la contraportada del primer volumen
presenta un argumento muy sugestivo: Nos encontramos con que Thomas despierta
en el interior de un ascensor, habiendo perdido todos los recuerdos de su vida
previa, el ascensor lo lleva al claro, un lugar poblado por otros adolescentes
que llegaron igual que él, todos amnésicos, rodeado por un laberinto que les
impide salir, cuyas paredes se mueven continuamente y cuyas puertas se cierran
por las noches, momento en que unas extrañas criaturas andan sueltas.
Para empezar diré que no me ha
gustado nada la elección del título. Es cierto, como descubriremos al leerlo,
que los exploradores del laberinto lo hacen corriendo, pero en castellano,
“Corredor del laberinto” parece referirse a un pasillo del mismo y pierde la
connotación de huída que tiene el verbo run.
Yo hubiera optado por “Fugitivo del laberinto”, pero en fin, para gustos
colores y ya está hecho.
Aunque cada escritor es un mundo,
la mayoría de los escritores anglosajones con vocación comercial escriben de un
modo muy similar, un estilo en general eficaz, basado en escenas cortas, con
mucha influencia del cine y bastante impersonal. A su vez, muchos de los que
escriben para un público juvenil lo hacen de un modo deliberadamente más
sencillo de lo que lo harían para un público adulto. En esta saga se conjugan
esas dos vertientes con el resultado de un estilo impersonal carente de toda
pretensión literaria que, al menos en mi caso, no llega al nivel mínimo de
calidad para disfrutar su lectura, y créanme si les digo que soy extremadamente
tolerante.
Los personajes son indignos de
tal nombre. Thomas es el personaje heroico y bien intencionado al que todo el
mundo sigue por ninguna razón en particular, más esquemático con el que me he
encontrado en mucho tiempo. El resto no son mejores, más que personajes,
representan funciones. En la primera novela tenemos el chico majo e inocente al
que se quiere proteger, el tipo arisco que se opone a todo lo que diga el
chico, la chica atractiva y posible interés amoroso… Como son amnésicos, no se
puede profundizar en su pasado, pero tampoco se logra que cada uno tenga
personalidad propia, carácter o carisma. Ninguno de ellos quedará para el
recuerdo, y en el segundo y tercer volumen de la trilogía varios de ellos pasan
a comportarse de modo contradictorio o incoherente. Para acabar de liar la
cosa, en esos dos libros hay un conato del, al parecer, inevitable triángulo
amoroso de este tipo de libros. Es tremendamente breve, amén de casto y
desapasionado, no ocupa demasiadas líneas y no se puede decir que estorbe
demasiado, pero estorba.
El punto final lo pone el modo en
el que hablan los personajes. Se podría decir que Dashner se inventa una jerga
propia, pero eso seria exagerar, en realidad, sólo inventa el adjetivo “fuco”
(“clong” desaparece después del primer libro, aunque eso puede ser cosa de la
traducción). El objetivo de esta jerga parece ser que no digan tacos y aumentar
las expectativas de mercado. Cuando no utilizan esos adjetivos se dedican a
repetir continuamente “colega”, poner los ojos en blanco, gesto que es más
difícil de lo que parece, y hablar de la mamaíta y los mocos de la persona con
la que estén hablando. No sé si los adolescentes de estados unidos hablarán
así, pero conozco a algunos españoles y no lo hacen. Infiernos, yo mismo fui
uno de ellos y no hablaba así. Es un modo de hablar muy ridículo.
El primero tiene el atractivo del
entorno y del misterio. Eso desaparece en los siguientes, porque, concluida la
lectura de la trilogía, uno llega a la conclusión de que las respuestas a todos
los enigmas fueron dadas en las últimas páginas del primer libro. Parece
mentira, pero es cierto. Y parece mentira porque no hay quien se las crea.
Cuando la serie se convierte en
AVISO SPOILERS
Una historia de zombies. Bueno,
corren tiempos modernos, ya no les llaman zombies, les llaman infectados y no
se pudren. Resulta que el objetivo de borrarles la memoria, hacérselas pasar putas,
matarlos, casi torturarlos, es hacerles sentir una amplia gama de emociones y
así cartografiar el cerebro para diseñar una cura contra la zombificación.
Eso del experimento que busca
provocar emociones fuertes en sus sujetos parece algo digno de Gene
Roddenberry, quien tal vez sea la única fuente de documentación científica de
James Dashner. El caso es que está cogido por los pelos, es demasiado rebuscado
y poco creíble.
END SPOILER
Que los protagonistas sean
víctimas de un pérfido experimento es utilizado para matar cualquier esperanza
de lógica interna del relato. Las cosas ocurren porque sí, porque es lo que han
impuesto los experimentadores. Los protagonistas tienen que hacer esto porque en
eso consiste el experimento. Este personaje era bueno y ahora es malo por culpa
del experimento. Este parecía malo, luego bueno, luego malo, luego bueno
¡porque está desempeñando su papel en el experimento! Por ese mismo motivo son
llevados de un lado a otro, se separan, se vuelven a juntar, y pasan todo tipo
de pruebas. En estas pruebas también se nota la influencia de los videojuegos
en la narrativa de Dashner, en imposiciones igual de triviales, del estilo,
ahora toca pelearse con unos cyborgs. ¿Por qué? ¡Porqué cambiamos de nivel y
para terminar un nivel tienes que tener una pelea gorda!
Después de esta larga diatriba,
uno diría que no hay nada que merezca la pena en la lectura de estos libros.
Bueno, eso tampoco es exacto. Podría decir que a Dashner se le dan bien las
escenas de acción. No es totalmente cierto, huelen a algo ya visto en una
película, pero le quedan bastante bien, no las alarga en exceso, son muchas, y
son sólo un aspecto de la principal virtud de la serie: es muy entretenida. No
se puede decir que sea un entretenimiento inteligente, pero es un buen
entretenimiento. Cumple su objetivo, engancha, intriga, tiene ideas y vueltas
de tuerca interesantes, por desgracia jamás explicadas a plena satisfacción.
Tiene un gran sentido del ritmo y puesto que encadena una catástrofe natural-con
una pelea-con una explosión-con una persecución, pues no hay manera de
aburrirse. Por cierto que el nivel de violencia resulta sorprendente para una
obra pensada para adolescentes, los protagonistas al final, no sólo finiquitan
robots extraños, cyborgs y engendros, sino que despachan a seres humanos, ya
sea con armas de fuego o pasándoles a cuchillo, e incluso practican eutanasias.
En definitiva, que ya me he
alargado mucho, es un pasa ratos. No hay en ello nada necesariamente malo,
siempre que uno sepa donde se está metiendo antes de empezar a leerlo y no sea
demasiado escrupuloso, y desee, no ya algo de contenido, eso sería demasiado,
sino que le cuenten una historia con sentido.
Comentarios
Publicar un comentario