“La fragua de Dios”. de Greg Bear
No hay mucho peligro en revelar
los detalles del argumento de “La fragua
de Dios” La publicidad y la introducción de Domingo Santos ya nos revelan
que se trata de una novela sobre el fin del mundo, así que el desenlace parece
inevitable. En concreto, la amenaza a la que se enfrenta nuestro planeta es una
invasión de máquinas auto replicables, capaces de desguazarlo para convertirlo
en un número casi infinito de copias de sí mismas. O algo así, porque en
realidad, los medios de los que se valen esas máquinas pueden no encajar mucho.
Las escenas finales, en las que
se narra la destrucción de la Tierra y, en particular del parque Yosemite, son
escalofriantes y muy creíbles, aunque en mi caso pierden algo de impacto al no
conocer en absoluto la geografía de dicho parque, a lo que añadiría que en esas
escenas en particular me ha parecido notar algunos errores de traducción, los únicos
en la novela claramente perceptibles para un lector casual. Sin embargo, a
pesar de la impactantes de esas imágenes, en esta ocasión no es en el espectáculo
y el sense of womder donde Greg Bear apuesta
el valor de su narración, sino en los personajes.
La novela se centra en como un
grupo de personas, y, en general, toda la humanidad, afronta la inminente
destrucción de la Tierra y lo hace con lo que a mí me ha parecido un
sorprendente realismo. Una vez hecha pública la noticia, el revuelo inicial es
casi inexistente, la gente sigue con sus vidas, incapaz de reaccionar ante la
enormidad de los hechos y poco a poco van pasando de la incredulidad a la
desesperación y la aceptación. Bear centra su interés en los personajes y, en
esta ocasión, sale ganador. Los defectos en la caracterización de los mismos
que suelen acompañar su obra, están ausentes en esta ocasión. Las reacciones de
todos resultan creíbles y coherentes con lo que se ha descrito de sus
personalidades. Quizá la menos verosímil sea la del presidente de los estados
unidos, que es uno de los motores de la trama y el acontecimiento de la novela
que mas impactó a los lectores de dicho país. A mí en cambio, me resulta algo
forzada, me da la impresión de ser ese tipo de acciones irracionales e
infundadas que los ateos atribuimos siempre a los no creyentes, como si la
creencia en un ser supremo supusiera la erradicación inmediata del sentido común.
No lo sé, no puedo jurarlo.
No me entiendan mal, tampoco
puede negarse que Bear está siguiendo paso a paso la Biblia de los escritores
de bestsellers, sección catastrofismo, sin embargo, dentro de los límites y
restricciones auto impuestas, consigue llenar a sus personajes de la suficiente
humanidad para que lo que ocurre resulte conmovedor y emocionante, haciendo
olvidar pequeños defectos de trama, por ejemplo, las razones que se esgrimen
para que los destructores de planetas envíen diferentes emisarios a parlamentar
con los humanos son de lo mas endeble.
Esta novela está considerada una
de las mejores que se han escrito sobre el fin del mundo. También es una de las
más populares de Greg Bear, lo que supone decir bastante. Después de leerla,
debo reconocer que no me extraña. Curiosamente, en la introducción, Domingo
Santos le describe como un autor joven y prometedor. Esta novela se publicó en España
durante mi adolescencia, sino me equivoco, pero durante toda mi vida adulta he
considerado a Grez Bear como un autor ya consolidado, con un montón de premios. En aquella juventud, supuestamente inmadura, Greg Bear era un escritor más sólido, literariamente hablando, de aquel en que se convertiría al alcanzar la madurez.
Como curiosidad, añadiré en último
lugar que existe una secuela “Anvil of Stars”
en la que creo que los supervivientes de la Tierra se toman la revancha y que,
como no, permanece inédita en España.
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