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Mostrando entradas de marzo, 2020

“El proclamador – La ida” de Robert Silverberg

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Durante mucho tiempo he sido capaz de mantener la media de una entrega semanal de este blog. Guarden ese hermoso recuerdo, por cierto. El secreto no estaba en que sea un lector compulsivo (que lo soy), ni que los trayectos de ida y vuelta al trabajo solían suponer hora y media de lectura diaria (que también), si no en ir con retraso y dedicarme a reseñar los libros que leí hace más de una semana. Eso me permite rellenar esta entrega, dedicada al inevitable Robert Silverberg, que sube enormemente el nivel con respecto a mis últimas reseñas. Este volumen se compone de dos novelas cortas “El proclamador” y “La ida”, las dos bastante interesantes, aunque con sus defectos. “El proclamador” creo que puede considerarse una sátira, a costa de las religiones organizadas. Situado en un ficticio fin de milenio que nunca fue tan apocalíptico en la vida real, un predicador religioso convence a la población de la Tierra para que rece unida, pidiendo a Dios una señal, que les de esperanza en esos

“Los juegos de Nemesis” de James A. Corey

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Con esto de teletrabajar estoy durmiendo tres cuartos de hora más, lo que significa que estoy más despierto por las noches y más capaz de prestar atención a lo que leo. Así que he sacrificado el tiempo que suelo dedicar a leer relatos de Robert Silverberg para terminarme esta novela, de la que ya llevaba cerca de dos terceras partes cuando estalló la crisis del coronavirus. La novela resulta un entretenimiento eficaz, como tienen por costumbre las novelas de la saga de “The expanse” (que supongo que se refiere a la expansión de la humanidad por el cosmos y no al elongamiento de penes, como parecían pensar todos mis conocidos cuando les hablaba de la serie televisión ¿Cuántas veces habré hecho este chiste?) Sin entrar en spoilers, supone un punto de inflexión dentro de la saga, el status quo se derrumba de tal modo que las cosas nunca volverán a ser las mismas. Todo sale mal y, aunque las tramas principales del libro se resuelven, no lo hacen así las tramas generales, que quedan

“Próxima parada: las estrellas” de Robert Silverberg

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Una vez más, reseña una antología de relatos de Robert Silverberg, en esta ocasión, me temo que tan breve como decepcionante. Por una vez, la antología empieza por el plato fuerte, la novela corta que da título al libro, una nueva lectura de un tema tópico, el hombre de la actualidad que se ve misteriosamente desplazado a un futuro lejano. No faltan casi ninguno de los tópicos más manidos: comunidades de humanos que han olvidado su pasado y retrocedido cultural y tecnológicamente a la edad de piedra, mutantes con poderes psíquicos, robots y cerebros electrónicos. Contiene sin embargo unos personajes muy atractivos, unos extraterrestres gigantes que observan a los humanos como si fueran un experimento de control de poblaciones. A pesar de sus esquematismos, tiene cierto encanto. “Las canciones del verano” parece una versión complementaria de la anterior historia. Una vez más un hombre del presente es trasladado a un lejano futuro, pero en vez de ser un mesías salvador de una human

“Luna de Zambebwei” de Robert E. Howard

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Dice el diccionario de la real academia española: fetichismo 1.  m. Culto de los fetiches. 2.  m. Veneración excesiva de algo o de alguien. 3.  m. Psicol. Desviación sexual que consiste en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él como objeto de la excitación y el deseo. fetichista Del fr.  fétichiste. 1.  adj. Perteneciente o relativo al fetichismo. 2.  m. y f. Persona que practica el fetichismo. En varios de los relatos de “Luna de Zambebwei” se menciona a un “fetichista”. Se trata siempre de un siniestro hechicero que siembra el terror con sus embrujos. De acuerdo al diccionario de la RAE, la traducción es completamente válida, pero el uso del segundo significado está tan ampliamente extendido, que tal vez resulte poco afortunada. Al leerlos no podía evitar pensar: ¡Vaya con la moral ultrapuritana de Texas! Montar este jaleo por un tipo que igual solo tiene una fijación inofensiva con los tacones o los ligueros. Bueno