“Paramorfo” de Víctor Conde

En la nueva novela de terror de Víctor Conde se ha desarrollado una innovadora tecnología médica que consiste en implantar insectos modificados genética y nanotecnológicamente para que sustituyan a órganos del cuerpo humano. La novela sigue a varios implantados, cuyos huéspedes empiezan a comportarse de modo inquietante y a una pareja de amantes que investigan la muerte de uno de ellos, después de que las evidencias de la autopsia se volatilicen.

La idea principal de la novela, a su modo, es tan repelente como atrayente. Ignoro si tiene algún fundamente científico o si Víctor Conde se limita a plasmar la idea más desagradable que se le ocurrió. En los agradecimientos figuran dos médicos que lo ayudaron a darle a la novela el trasfondo necesario. Es encomiable esta labor de documentación, que uno a veces echa en falta en otros “thriller científicos” (1). Todo lo relativo a la vida en un hospital parece creíble, igual que el comportamiento de los personajes y algunos diálogos que no entendí muy bien. También hay una crítica nada velada a la sanidad privada española, especialmente a la cirugía.

“Paramorfo” recoge de un modo ejemplar las virtudes y los defectos de las novelas de Víctor Conde. Al igual que en sus novelas de ciencia ficción, hay ideas alocadas y extravagantes, arropadas por una prosa barroca y excesivamente trabajada, que es un fin en si misma y algunas veces alcanza altas cotas de expresividad, pero generalmente se limita entorpecer la comprensión y el efecto de lo que se está contando. Como esta novela transcurre en el presente, está plagada de referencias a la cultura popular, lo que no sé si es bueno o malo. Como las pillo todas, las he encontrado divertidas, pero no sé si una persona menos friki las entenderá y una hipotética re-edición de dentro de veinte años debería estar tremendamente anotada para ser comprensible. Y una de las referencias es demasiado autocomplaciente

La pareja de protagonistas me han resultado un poco insípidos. El villano, un científico loco de manual. Tal vez esto último sea intencionado. Por el contrario, los secundarios me resultan bastante creíbles, incluso entrañables, en sus defectos y meteduras de pata.

Las escenas oníricas son tan extrañas como apasionantes.

El ritmo es un poco flojo al principio, la novela no termina de despegar hasta alrededor de la mitad del libro. Por el contrario, el desenlace me parece precipitado y demasiado peliculero. Me resulta más fácil creer que se puedan insertar insectos en un cuerpo humano a las acciones de los villanos en los últimos capítulos.





(1) No sé si “Paramorfo” encaja en esa etiqueta y empiezo a odiar las etiquetas.

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