Miquel Barceló

 




Ha muerto Miquel Barceló y, en un primer momento, la noticia me ha sentado como un puñetazo en la boca del estómago. Fuera del parecido que tiene con mi hermano en la foto en la que sale haciendo el tonto con una espada láser, no hay motivos personales (en realidad no se parecían en nada, la combinación de calva, gafas, barba y canas engaña mucho). Nunca le conocí en persona, no me muevo absolutamente nada por entre los círculos del fandom y hace ya muchos años que ya no dirigía la colección de Nova ciencia ficción.

Tal vez se deba a las decenas de introducciones suyas que debo haberme tragado, no sólo en los libros de mi colección, o las de mis hermanos y bibliotecas, sino que tenía la costumbre de leerme en diagonal, en la Fnac o el corte ingles, las de todos los libros que publicaba, para decidir si me interesaban o no. Ríete de todos los blogs, bitácoras y twiteros que existen hoy en día, si considerase sus introducciones como reseñas, sería el reseñador que más he leído en mi vida. Y si, sus introducciones estaban plagadas de spoilers.

Durante un periodo demasiado largo, Nova fue la única colección en activo de ciencia ficción en España, un oasis del género en medio del desierto editorial español. Innumerables autores me fueron descubiertos por su criterio selector, que, por supuesto, no siempre compartí. Para mi llegó a convertirse en un ente mitológico, casi como Domingo Santos, aunque más cercano, con sus pifias, sus aciertos y sus idas de olla impresas en tinta.

Como todos los fans de la ciencia ficción, él también soñó con escribir alguna novela. En colaboración con Pedro Jorge Romero publicó dos, “El otoño de las estrellas” y “El tríptico de Dios”, a juzgar por ellas, no era un gran autor, pero hay mucho reivindicable en “El otoño de las estrellas”.

Por encima de todo, en sus entrevistas e introducciones, transmitía pasión y entusiasmo por la ciencia ficción, un entusiasmo que era capaz de transmitirme En mi subconsciente era como ese compañero de trabajo con el que descubres que compartes una afición, de la que discutes a la hora de la comida o los cafés, ante la perplejidad de los demás compañeros y al que no paras de echar de menos cuando deja la empresa.

Comentarios

  1. Muy bien expresado. A mí también me acercó a la CF como nadie. Aunque nunca le perdonaré que me hiciera leer "Radix".

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    1. Supongo que todos seríamos capaces de confeccionar nuestra lista personal de agravios. A mi "Radix" me impactó, lo que no quiere decir que no me pareciera larga, confusa y, al final, un tanto pretenciosa y aburrida.

      Supongo que el verbo "impactar" puede ser muy benevolente.

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  2. Pues si, una pena su perdida. Aún recuerdo el prologo de novela de Neal Stephenson "La era del diamante", si tenías dudas de empezarla, él te las quitaba, en eso era un crack.

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  3. Lo que yo no puedo perdonarle es la saga del centro galáctico de Gregory Benford

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