“Sueños nuevos por viejos” de Mike Resnick



Uno de los agravios imaginarios de los que culpo al pobre Miquel Barceló, fue hacerme leer “Santiago: un mito del futuro”. Aunque por lo menos, es corto, desde ese momento le puse una X a su autor. Sin embargo, desde que leí el relato “Regreso a casa” en la antología “A la deriva en el mar de lluvias y otros relatos” tengo hambre de relatos de Mike Resnick. “Kirinyaga” satisfizo ese anhelo durante un tiempo, pero también lo acrecentó. Por eso, cuando por fin he encontrado esta antología, me he apresurado a devorarla, adelantando a otras de Ken o Cixin Liu. (¿Que significará mi tendencia a retrasar continuamente la lectura de nuevas obras publicadas en España de Cixin Liu?)

Me gustaría decir que ha sido un sueño hecho realidad, pero no. Hay mucho relatos incluidos en “Sueños nuevos por viejos”. Un buen puñado de ellos son buenísimos, quizá obras maestras. Otros son más flojos y los hay rematadamente malos.

El estilo es siempre más o menos el mismo. Eminentemente narrativo y centrado en los diálogos, muy buenos. Muy sencillo y muy eficaz, asombrosa la sensible eficacia con la que trata las emociones humanas, sin caer nunca en el sentimentalismo.

Es difícil hablar sobre los relatos sin destrozarlos. Muy diferentes, no todos de ciencia ficción y, cuando lo son, la parte científica es irrelevante. El talento de Resnick parece exigir una longitud determinada. Si el relato es demasiado breve, es una tontería supuestamente graciosa, sobre los inconvenientes del vuelo de superman, el punto de vista del compañero del Llanero solitario, a partir del cual sabemos que los indios americanos son la tribu perdidas de Israel, o las marcianadas de los elefantes de Titán o “Su relato premiado”. Cuando es más largo, hace novelas cortas entretenidas, pero sin nada demasiado original o atractivo, como la historia hard boiled del detective privado que se mueve por diferentes mundos de un futuro de space opera, regido por la humanidad en el que los extraterrestres ocupan la posición de parias reservada a los emigrantes.

Los dos cuentos del otro detective privado, el que vive en un Manhattan poblado por criaturas de cuentos de hadas, son entretenidos pero tampoco me apasionan.

De entre los que considero buenos, algunos ya los había leído “Pues el cielo he tocado” estaba incluido en “Kirinyaga”. “Siete visiones de la garganta de Olduvai”, que ganó un Ignotus (el cuento del guía alienígena que pasea a una familia de turistas terrestres por las ruinas de las glorias pasadas de su civilización) y el de el cuidador de ancianos, relato que que me provoca un tremendo mal rollo cada vez que lo leo.

Entre los que no había leído me han impresionado la “trilogía de Carol” aunque yo no comparte la fe de Resnick en el marte de John Carter, el de la cría de ganado y, tal vez, el de las prendas, los alienígenas que aparecen cuando más los necesitas, cobrando una miseria y un regalo de valor insignificante, que nunca precisan previamente, pero que siempre será el objeto más querido de tu vida.

Los relatos se complementan con una explicación posterior del propio Resnick, explicando de donde sacó la idea.

Si alguien me preguntara si le recomiendo o no la lectura de “Sueños nuevos por viejos” le diría que sí, porque creo que la calidad de los relatos buenos compensa con creces la de los demás.

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