"El imperio final" de Brandon Sanderson


 
“El imperio final” transcurre en un mundo en el que por el día, un sol rojo brilla intermitentemente entre las lluvias de ceniza, mientras que por las noches, las omnipresentes brumas se apoderan del paisaje. Fuera de estas pinceladas, no se da mucho detalle sobre la ambientación. Se habla de fábricas y fraguas, existen relojes de bolsillo, así que todo apunto a una época similar a la primera revolución industrial o un poco anterior. No hay armas de fuego, trenes, ni se mencionan máquinas de vapor. Algunos aristócratas tienen poderes. Son “brumosos”. Los poderes vienen de la facultad de “quemar” determinados metales o aleaciones, que ingieren, en pequeñas cantidades, disueltos en agua. Cada uno de estos metales otorga una habilidad en particular, fuerza, realce de los sentidos, manipulación emocional … Los nacidos de la bruma son aquellos escasos individuos capaces de “quemar” todos los metales y usar todas las habilidades.

Hace mil años, el lord Legislador derrotó un olvidado mal y se convirtió en el tirano inmortal de la dictadura más sangrienta que se pueda imaginar. Como muestra, un detalle particularmente inquietante es que está bien visto que, de vez en cuando, un noble viole a una joven skaa, los campesinos/proletariados siempre que la haga asesinar al día siguiente.

Sin embargo, la inevitable negligencia que alienta mil años de tranquila opresión ha propiciado la aparición de brumosos entre los skaa.

Los principales protagonistas son dos nacidos de la bruma skaa. Uno es Kelsier un ladrón y estafador de guante blanco, que es el único que ha logrado escapar de los pozos de Hathsin . La otra es Vin, una ladronzuela callejera adolescente, que ha tenido una vida muy dura, que le ha llevado a desconfiar de todo el mundo. Kelsier recluta y toma bajo su protección a Vin, que, poco a poco, va recuperando la capacidad de confiar en otras personas y desarrollar lazos afectivos, mientras Kelsier la adiestra para el golpe más descabellado posible: derrocar al lord Legislador. Los demás miembros del grupo son viejos camaradas de Kelsier, cada uno con una habilidad especial. En cierto modo, es como si la cuadrilla de los once fuera contratada para acabar con Saurón.

Este ha sido mi segundo encuentro con la monumental obra de Brandon Sanderson. (Monumental por número de libros de páginas) y tengo que reconocer que ha sido mayormente satisfactorio. La novela engancha y entretiene, que siempre es lo fundamental. Mas que construir un mundo, Sanderson construye una magia, pues está más interesado en diseñar los poderes que poseen sus protagonistas y en como funcionan que en la ambientación. Es lo que los lectores más aficionados que yo a este tipo de obras llaman “Sistemas de magia”. Los sistemas mágicos de Sanderson parecen urdidos de forma lógica, incluso obedecen las leyes de la inercia, como tan cansinamente repiten la publicidad y otros reseñadores. Una vez claras las reglas, juega con ellas, de modo que propicia incontables sorpresas, revelaciones y giros inesperados, aunque en ocasiones transgreda las leyes que el mismo ha creado, para hacer más temibles a los malos o más heroicos a los buenos.. A pesar de ello, es un divertimiento ingenioso e inteligente. Los defectos que encontré en “Elantris” parecen haberse subsanado, tiene más claro el tempo narrativo y el tiempo que los personajes necesitan para desarrollar sus planes y no se esfuerza de un modo tan descarado porque los personajes resulten “entrañables”. También mejoran los momentos de humor, aunque no parezcan ser su fuerte. El precio es que todos los personajes quedan un poco deslucidos frente a Kelsier y Vin, aunque tengan personalidad propia y ninguno carezca de trasfondo.

Mis problemas con el libro, que han sido pequeños y reconozco que pueden ser puramente personales:

Primero: la historia de amor no me convence y me hace perder tiempo de lo que de verdad me interesa, las acciones de la banda para derrocar al lord Legislador. Parece casi una parodia de las novelas rosas, con su eterna sucesión de bailes. Con todo, me ha parecido el menor de mis problemas con la novela.

Segundo: las escenas de acción. Lo que es la vida ¿verdad? Es poco probable que no hubiera leído este libro, sin la promesa implícita de peligros y combates emocionante. Pues bien, parece que, para Sanderson, las escenas de acción son siempre peleas entre personas con poderes. Escenas que estoy seguro que quedarían de miedo en una película, pero que, leídas, se me hacen un poco largas y fatigosas. A ello hay que añadir que las reglas de su universo obligan a que esté explicando continuamente que metal están usando para realizar sus proezas, lo que llegó a tenerme muy harto de tanto avivar peltre y estaño, tirar de hierro y empujar de acero (o al revés).

Relacionado con esto último, como tantos otros autores del género fantástico, Sanderson se enamora tanto de sus propias creaciones, que nos da mas información de la que necesitamos. Vin mantiene conversaciones con alománticos que la instruyen en los vericuetos más íntimos de su especialidad, que, en general y, al menos en esta primera entrega de la saga, no parecen tener ninguna utilidad narrativa. Es como si en “La guerra de las galaxias” se invirtieran diez minutos del metraje en que Obi-Wan Kenobi enseñara a Luke a usar la fuerza para calentar el té. ¿A cuento de qué viene esto? Y el secreto final del lord Legislador … parte de ello es excelente, una revelación imprevista que encaja con todo lo que ya sabíamos. Pero otra parte parece improvisada y traída por los pelos.

Soy consciente de que, para muchos lectores, lo que a mi me han parecido problemas pueden resultar alicientes para su disfrute.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

“El fin de la muerte” de Cixin Liu

"Mark" de Robin Wood y Ricardo Villagrán

“La era del diamante: manual ilustrado para jovencitas” de Neal Stephenson