"Un trago antes de la guerra" de Dennis Lehane




La casualidad ha querido que me haya leído la primera novela de Dennis Lehane “Un trago antes de la guerra” justo cuando, en España, salía a la venta la última “Golpe de gracia”. En este largo tiempo, el autor ha dejado plantados a Patrick Kenzie y Angela Gennaro. En este mundo en que vivimos, los escritores sólo parecen plantearse sagas. En el mundo de la novela negra y el policiaco, se busca crear un detective cuyos casos poder narrar hasta la jubilación. Esa pareció ser la intención inicial de Dennis Lehane, aunque en su caso se trataba de una pareja de detectives, amigos de la infancia y amantes ocasionales, con su oficina ubicada en el Boston proletario del autor,

La pareja es contratada por un político local, para dar con una empleada de la limpieza, de raza negra, que ha desaparecido con unos supuestos documentos comprometedores. Como cabe esperarse, las cosas pronto se complicarán y se acumularán los cadáveres.

A pesar de que, supuestamente, comparte protagonismo, el personaje principal es Patrcik Kenzie, que además es el narrador. Angela, de momento, se comporta más como su apoyo emocional y su interés romántico, es evidente que Patrick está loco por ella, a pesar de que parece un personaje más complejo y que el autor le guarda las mejores líneas de diálogo. Patrick, por el contrario, es el típico tipo duro, que se expresa siempre interiormente de un modo irónico y sarcástico, aunque, en este caso, pesen sobre él los maltratos de su padre.

Si me hubiera leído esta novela hace algunos años me habría encantado. Ahora, sin embargo, me ha dejado un poco más frío. No porque sea mala, todo lo contrario, si no porque, poquito a poquito, comienzo a conocer las novelas de serie negra. Y noto que se a menudo se parecen demasiado. Todos sus detectives narradores desencantados se expresan de un modo muy parecido, muy divertido, si, pero similar. Y el noventa por ciento de los casos se parecen mucho entre sí, suelen girar alrededor de la posesión de una lista de nombres o de unas fotografías comprometedoras, que queman con solo tocarlas. En este caso, se trata de lo último. A ello hay que añadir, que, en esta obra, hay demasiados personajes psicópatas, o demasiados personajes que se comportan como psicópatas. Están los psicópatas malos, que parecen la encarnación del mal, los psicópatas desgraciados, el entrañable psicópata obsesionado con las armas y los policías psicópatas. Casi todo el mundo parece muy loco y ultraviolento. Quizás el mundo sea así, fuera de la segura burbuja de mi familia y mi trabajo, pero parece exagerado. Como exageradas parecen algunas escenas de acción que quedarían muy bien en una película, pero que narradas no son tan fáciles de visualizar.

Dicho esto, la novela, más que leerse se devora y los diálogos son magníficos, especialmente cuando trata temas como el racismo, los problemas de la gente humilde o las cargas familiares. Ya digo que si la hubiera leído unos años antes, me hubiera encantado. Las historias de Dennis Lehane suelen ser terriblemente tristes (que se lo digan a los Coughlin) y Kenzie y Gennaro me han parecido dos personajes muy majos. Casi me da miedo pensar en lo que hará con ellos Dennis Lehane a lo largo de otros cinco libros.

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