"Forjador de universos" de Eduardo Vaquerizo




En esta novela Eduardo Vaquerizo postula un colegio de fusores, una organización pan-universal que interviene cuando dos universos están a punto de colisionar, para fusionarlos de modo que respete sus características fundamentales. El colegio es descrito como una burocracia plagada de reglamentos y alérgica a la innovación. Ignacio, el protagonista, es un fusor que odia su trabajo y al colegio. Inevitablemente, siempre recaen sobre él las fusiones más difíciles y peligrosas, que resuelve con estrategias extravagantes e inverosímiles, diseñadas en realidad por su socia, Io-la, que nunca logró aprobar los exámenes a fusor. Una fusión especialmente difícil se enreda con una conspiración para controlar el colegio lo que obligará a Ignacio e Io-la a establecer inesperadas alianzas para salvar el día.

Reconozco que esta novela me ha desconcertado y no sólo por su peculiar diseño que le da un aire parecido a un manga, con la contraportada en la portada y la ilustración de la portada en la contraportada. Dicha anteportada dice que en esta novela humor y ciencia ficción se dan la mano. Bueno, mucha ciencia no hay, la fuente de energía de la tecnología que usa el colegio son .. fantasmas, ya sea de personas o de animales, aunque los primeros parecen aportar mayor capacidad de proceso. En cuanto al humor, algo hay y da para unas sonrisas, pero no carcajadas. Hay imaginación y pequeñas dosis de “sense of wonder” y un ritmo muy vivido que la hace una lectura amena. Tiene un cierto aroma a novela juvenil, los protagonistas más positivos son jóvenes que han terminado hace poco su carrera … o que hace poco que lo han dado por imposible. A ese aire juvenil contribuye la importancia que se da a los contratos y documentos, con aire “harrypotteriano” a pergamino, aunque eso pueden ser cosas mías.

En cualquier caso, el argumento es demasiado enrevesado como para gustar a un público juvenil típico, que tendrá problemas con sus conceptos más imaginativos, pero también es demasiado apresurado y festivo como para gustar al público general de la ciencia ficción. No hay tanto humor ni el que hay es tan brillante como para funcionar como libro humorístico y si el objetivo era criticar las burocracias y a los funcionarios, le falta mordiente, he leído sátiras mucho más afiladas y mucho más divertidas.

Por eso digo que me ha desconcertado, no acierto a comprender lo que Eduardo Vaquerizo pretendía con ella y, en todos los objetivos que soy capaz de imaginar, salvo en el entretenimiento, fracasa.

Comentarios

  1. Si el colegio de fusores existiera en el universo Marvel, la etapa de Jonathan Hyckman en los vengadores nunca hubiera tenido lugar.

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