“Babel” de Daniel Mares


 
Ya han pasado más de 7 años desde la publicación de “Babel” en Amazon y, por lo que yo sé, Daniel Mares no ha vuelto a publicar nada desde entonces. Una lástima, porque le considero uno de los autores de ciencia ficción españoles más adictivos y originales.

“Babel” es engañosa, por lo retorcido y caótico de su estructura, cuando, en el fondo, la historia que se nos cuenta es bastante sencilla. La novela finge ser las memorias que escribe Ángel un escritor de misterio y terror después de ser liberado de la cárcel, en donde cumplió condena por varios asesinatos cuyo horror no conoceremos íntegro hasta el final.

Una noche, Ángel se emborracha con sus dos amigos de toda la vida y cada uno de ellos confiesa su secreto más profundo y terrible. Al día siguiente, sólo Ángel recuerda esas confesiones, cuya realidad parece confusa. Ese será el comienzo de su particular descenso a los infiernos, durante el cual tendrá que hacer frente a todos los esqueletos enjaulados en armarios por su familia, que ya adelanto que son más de los que cabrían en un camposanto.

Para narrar esta historia, Daniel Mares echa mano de todos los recursos a los que alcanza su creatividad. Algunas escenas se cuentan como guiones teatrales o cinematográficos. La novela comienza con un supuesto relato de Ángel, interrumpido de continuo por sus propios comentarios críticos. Cuando Ángel se confiesa, lo hace fingiendo un monólogo de la muchacha que acaba de contratar como enfermera de su hermano autista, interrumpido por los comentarios etílicos de sus amigos. Más adelante, irrumpe como personaje el propio Daniel Mares, aunque se empeñe en contar su parte en tercera persona, nuevamente interrumpido, esta vez por la voz de un supuesto lector y debo decir que las discusiones entre los dos narradores son desternillantes. El violento clímax final finge haber sido escrito bajo los efectos del alcohol...

En fin, esta claro que el autor ha dedicado tanto esfuerzo a la forma como al contenido y no estoy seguro de que el resultado haya sido afortunado. No siempre sus experimentos tienen éxito y el artificio a veces resta fuerza a los hechos que está contando, en vez de sumarla.

Los personajes de una novela deben ser eso, personajes, no una plasmación de los ideales y opiniones del autor, como ocurre frecuentemente. Dicho esto, casi todos los personajes de “Babel” son directamente despreciables, Ángel el primero entre ellos y su presencia como narrador es tan abrumadora que eclipsa a los demás personajes. Eso hace algo difícil preocuparse por su sino e imposible cogerles cariño. Los más excéntricos tienen un carisma terrible, pero el resto están muy desdibujados, sobre todo los femeninos, meras víctimas de las tropelías a las que las somete el resto del reparto.

“Babel” no deja de ser la historia de un puñado de jóvenes de familias bien acomodadas que se emborrachan, esnifan cocaína y se gritan mientras pierden el control de sus vidas. El lenguaje en el que se expresan estos jóvenes me parece realista: coloquial, trufado de tacos, bromas sexuales y groserías. Eso no quita que no hay diferencias entre sus voces, los tres amigos podrían ser la misma persona hablando consigo misma y su chabacanería, miserias de la literatura, llega a hacerse monótona.

Si la violencia suele ser una característica de la obra de Daniel Mares, aquí sube su volumen a niveles insoportables. Me pregunto si el mismo no se habrá dado cuenta de que tiende a pasarse de rosca, y si los comentarios de Ángel a su supuesto relato no contendrán en realidad una velada carga de auto-crítica. Mucha violencia y mucho efectismo, tres o cuatro escenas del final parecen escritas pensando en lo bien que van a quedar y no en lo que aportan al relato. También sobra alguna reflexión de Angel.

El relato se fracciona en exceso, toma innumerables desvíos, se bifurca en multitud de sub-argumentos, que acaban por confluir en las páginas finales, en un encaje de bolillos no totalmente satisfactorio. Uno de ellos es la parte que protagoniza el propio Daniel Mares, que sobre o no, me ha encantado. En todos los hilos que componen el encaje, el autor demuestra una gran imaginación para meter a sus personajes cotidianos en situaciones insólitas, de esas que ocurren cuando te desvías del camino marcado por la rutina y que parecen terminar siempre en un abismo. No se resisten a jugar con fuego y terminan quemándose.

Aunque se anticipa desde el comienzo, al final “Babel” resulta ser una novela de ciencia ficción. No en plan “Star Trek” si no en plan “Outer Limits” (1). O quizá no, a fin de cuentas el narrador es un ex autista, alcohólico con mal beber, rememorando los tiempos en que consumía cocaína y llevaba meses enfermo y sin apenas dormir. La idea “ciencia-ficcionera” que aparece es genial, de la brillantez a la que su autor nos tiene acostumbrados, aunque quizá más digna de un relato que de una novela.

“Babel” es una novela visceral, excesiva, brillante y algo fallida, como parece ser la norma en un autor que da lo mejor de sí en sus relatos y novelas cortas. A pesar de su pirotecnia estilística, la he encontrado menos caótica que “Madrid” y, desde luego, menos elefantiásica que “Los horrores del escalpelo”. Un híbrido blasfemo entre Philip K Dick y Bret Easton Ellis o Chuck Palahniuk.




(1) Debería decir “en plan Twilight Zone” y todo el mundo me entendería, pero mi lado racional se niega. En “Twilight Zone” aparecía el diablo y cosas así.

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