Esta no es la reseña de “La espada del demonio” de Richard A. Lupoff


 
Esta no es la reseña de “La espada del demonio” de Richard A. Lupoff. Este es un post que no interesará a los aficionados a la literatura fantástica, Así que ya pueden dejar de leerlo, avisados quedan. Es uno de esos posts ombliguistas en los que el bloguero habla exclusivamente de si mismo y que, reconozcámoslo, no interesan a nadie en la web, salvo quizás algunos pocos parientes y amigos.

El otro día, después de ver la película “Kenshin: el origen” me acordé de que había comprado esta novela hacia unos cuantos años, atraído por la ambientación japonesa y por motivos personales que expondré en otro post. Así que me dije que ya era hora leerla. De modo que acudí al montón-de-los-libros-sin-leer y cual sería mi sorpresa cuando me vi incapaz de encontrarlo. Lo derribé y lo volví a erigir y, misteriosamente, después de volver a apilarlo, su altura parecía superior a la que tenía originalmente. Pero no por eso apareció “La espada del demonio”.

De modo que acudí al segundo-montón-de-libros-sin-leer. Allí tampoco fui capaz de encontrarlo, aunque es verdad que no llevé a cabo una labor tan minuciosa, porque el segundo-montón-de-libros-sin-leer se fusiona con el montón-de-comics-que-no-caben-en-ningun-estanteria y hunde sus raíces en los archivadores-con-los-apuntes-de-la-facultad, que reconozcámoslo de nuevo, algún día debería tirar, porque ya hace veinte años que presenté el proyecto fin de carrera.

¿Qué pensar entonces? Se lo que pensaría Philip K Dick: ¡Ha habido un cambio en la realidad y el imperio romano está conspirando para hacerme creer que jamás me compré ese libro! Pero soy muy poco creyente, nunca le he dado motivos al imperio romano para meterse conmigo. ¿Entonces? ¿Acaso llegó el momento inevitable en que empiezo a sentir los zarpazos de la edad? No lo sé, no lo sé. Miro en Internet la portada y me suena mucho, tengo el vago recuerdo de haberla alzado hacia la cima del montón-de-los-libros-sin-leer, aunque, evidentemente, no leí el libro. No es un tema tan insignificante. Toda mi vida he sabido que en nadie, en nadie de este mundo puedes confiar. Ni en un hombre, ni en una mujer ni en un animal . ¡PERO EN MI MEMORIA, EN LO QUE TIENE QUE VER CON LOS LIBROS SI!

Puede que se me olvide la fecha del cumpleaños de mi hermano, el nombre de todas mis primas de Málaga o que, después de más diez años trabajando y aburriéndome con seguros, todavía no acabe de entender la diferencia entre el tomador y el asegurado. ¡Pero los libros que poseo y el oscuro rincón de mi casa en que se almacenan, si! |EN ESTO SI PUEDES CONFIAR!

No es algo útil, no es algo de lo que pueda estar orgulloso, pero es algo que forma parte de mi idiosincrasia más profunda. ¿Cómo puedo seguir con mi vida si ni siquiera conozco los libros que poseo?

Si claro, en cinco minutos me descargué de Internet “La espada del demonio” y ya llevo cerca de la mitad leída, no me está pareciendo gran cosa, pero de eso hablamos otro día.

Creo que voy a desmontar el segundo-montón-de-libros-sin-leer y no voy a parar hasta que encuentre “La espada del demonio”, aunque tenga que llegar hasta los archivadores-con-los-apuntes-de-la-facultad.

Comentarios

  1. The Pila tiene vida propia y a veces juega perversamente con sus huéspedes.

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    1. ¿Insinúa usted que, en esos cientos de páginas, muchas ¡ay! arrugadas, las terribles condiciones de presión y las aleatorias reacciones químicas que el paso del tiempo provoca en la tinta han provocado la creación de una CRIATURA, acechante entre esas palabras jamás leídas, capaz de interactuar con su entorno y alterar la disposición de los libros que la contienen?

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