"Alpha centauri o la muerte" de Leigh Brackett



Con este título se reúnen cuatro historias de Leigh Brackett que tienen la particularidad de no transcurrir en el sistema solar.

La que da título al volumen es una novela de unas ciento treinta páginas que narra el establecimiento de la primeria colonia humana en un planeta de otra estrella. Los colonos de Brackett huyen de una sociedad reglamentada y burocrática que les asfixia, aunque tal vez la expresión correcta sea “les aburre”, nacida de un prolongado periodo de guerras interplanetarias. Para evitar futuras guerras, la diáspora de la humanidad se ha interrumpido y los viajes espaciales sólo se realizan por parte de naves robot. La mitad de la novela corresponde al viaje, desde Marte y la otra mitad a los problemas que se encuentran en su nuevo hogar. La vida en la sociedad de la que huyen los colonos apenas es esbozada. Salvo la implacabilidad con la que son perseguidos aquellos que intentan escapar de ella, o simplemente internarse en el espacio, no parece más terrible que la de la clase media de los Estados Unidos del siglo XX. Nadie parece vivir en la pobreza, aunque tampoco hay grandes lujos y se sigue trabajando por un sueldo. La única motivación de los protagonistas masculinos parece ser que se les niega la oportunidad de convertirse en grandes terratenientes y que sus descendientes, que no ellos, puedan enriquecerse, puesto que ellos se están condenando a sí mismos a pasar el resto de sus vidas tirando de arados en un planeta alienígena.

Limitar la expansión humana para estabilizar la economía y que eso impida futuras guerras me parece más creíble que esas películas en las que se intenta evitar futuras guerras extirpando la agresividad y toda emoción de los seres humanos, pero no mucho más. En cualquier caso, tenemos un gobierno estático y conservador que criminaliza cualquier innovación que altere el estatus quo, el tipo de adversario contra el que suele dirigir sus dardos la literatura de ciencia ficción.

A pesar de estar escrita por una mujer, se podría acusar a esta novela de una cierta misoginia. Todos los problemas que afrontan los héroes de la historia vienen provocados por las esposas de los colonos, siempre protestonas, encolerizadas y revoltosas, suspirando por la vida que tenían antes de empezar la expedición y prontas a la traición. Hay que matizar que motivos no les faltan. Sus audaces parejas ignoran por completo sus deseos y opiniones y no les hacen partícipes de sus planes de evasión hasta el día de la partida, obligándolas al abandono de sus vidas y sus propios planes. Hay implícita la asunción de que una esposa debe subordinarse siempre a la voluntad de su marido.

La gloriosa excepción es Shari, la mujer del protagonista, Kirby. Shari es marciana, valiente, guapísima, telépata y su intervención resulta imprescindible para solventar todas las crisis que atraviesa la expedición.

De modo que “Alpha Centauri o la muerte” reúne el extraño mérito de resultar una historia bastante machista y, a la vez, presentar a una Mary Sue de cuidado.

Dicho esto, es una novela bastante buena, dentro de sus expectativas, es decir, es una historia emocionante. Ni las dificultades que afrontan ni el modo en el que las solucionan es particularmente original ni brillante: aunque de un modo algo más sofisticado, el enfrentamiento con una nave robot se resuelve al estilo que popularizó el mismísimo James Tiberius Kirk para enfrentarse a inteligencias artificiales desmadradas. Es más, a veces esas dificultades llegan a ser un poco tontas, pero están bien contadas, con buen sentido del ritmo y una gran habilidad para mantener el interés del lector. La interacción entre los personajes eleva el nivel de la novela, así como su caracterización, especialmente en el caso de Kirby, quien, sin ser un dechado de profundidad psicológica, es un personaje mucho más complejo que el héroe de blanca armadura que cabría esperar. En lugar de ello, es un astronauta. Más que la lucha por la libertad o la esperanza en el futuro, su motivación es el ansía por volver a desempeñar su oficio, pero, a la vez, vive atormentado por el peso de la responsabilidad sobre la vida y bienestar de sus compañeros de odisea.

Completan el libro dos relatos y una novela corta.

De los relatos “Las lunas de Moravenn” es la historia de una colonia fundada por un grupo de jóvenes idealistas, cuyos principios se ven sacudidos por el encontronazo con la realidad. Participa de la crítica al colonialismo tan habitual en las obras de Brackettt: los civilizados colonos sufren las consecuencias de su condescendencia hacia los aborígenes del planeta colonizado. También crítica la tendencia de los jóvenes a despreciar los frutos de la experiencia. La parte científica es cuestionable, como el traductor se empeña en recordarnos machaconamente a lo largo del libro, pero por lo demás es un relato excelente, en el que todo funciona perfectamente.

Por su parte “Las sombras” se centra en un explorador veterano, al que sus múltiples visitas a mundos invariablemente hostiles han llenado de amargura, convenciéndole de que el universo no ha sido hecho para la especie humana. La exploración de un mundo que parece haber sido colonizado previamente, confirmará y a la vez rebatirá sus opiniones. La primera mitad del relato es muy buena, pero pierde al final, con las explicaciones.

Finalmente, la novella de unas 75 páginas “La última llamada desde el sector 9G”, nos traslada a una sociedad intergaláctica, en la que los viajes inter-estelares son pan comido. Ubicada, principalmente, en Pax el planeta capital de la Federación, en esta especie de space-hardboiled, un ex funcionario, caído en desgracia por un asunto de faldas, es engañado para que se convierta en correo de una trama de espionaje bastante confusa. Me da la sensación de que Brackett aquí mordió más de lo que era capaz de digerir, o intento hacer demasiadas cosas a la vez en una cantidad de páginas muy limitada. Hay una historia de amor que queda muy coja, incluyendo una erotizada descripción de la protagonista femenina, que vista hoy resulta muy sonrojante y parece el sueño de un adolescente pajillero, un componente místico, casi de fantasía épica, cuya aparición final, para precipitar el desenlace, resulta muy forzada y unas escenas de acción muy apresuradas. ¿Quizá pretendía adaptar una de sus historias de serie negra a una ambientación de space opera? No lo sé, pero yo diría que necesita urgentemente una reescritura en profundidad. Me parece más un borrador que un producto acabado.

A pesar de “La última llamada desde el sector 9G” es un libro más que correcto, abarca lo que cabe esperar de su autora: argumentos simplones, cuando no tópicos, resueltos con desenlaces tirando a tontorrones, salvado todo ello por la habilidad y la personalidad de la autora. Sinceramente, después de leer “Los demonios del lado oscuro”, había perdido bastante el interés por su obra, pensando que lo más significativo de su aportación a la literatura fantástica ya se había publicado en español, pero este libro me lo ha devuelto.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

“El fin de la muerte” de Cixin Liu

"Mark" de Robin Wood y Ricardo Villagrán

“El problema de los tres cuerpos” de Liu Cixin