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Mostrando entradas de marzo, 2022

Ya va siendo hora de que escriba la reseña de “La espada del demonio” de Richard A. Lupoff

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  Para entender mi opinión de esta novela es conveniente desentrañar algunos detalles de su “argumento”. Ojito, hay “spoilers” a partir de aquí. Empieza con dos figuras flotando en una especie de vacío primordial, una amarilla, andrógina y otra negra. La negra ataca y persigue a la amarilla, que, en el proceso, pierde su miembro viril y, a partir de entonces, será referida como mujer. La mujer atraviesa una especie de grieta en el espacio tiempo, donde la recoge un tipo, luego sabremos que una especie de dios, que la monta en una avispa gigante, se sumergen en un agua respirable, van a parar a un barco, descendiendo por unas escaleras del barco llegan a una cueva llena de demonios que encienden una llama que provoca visiones y … En fin, no pretendía desentrañar el “argumento” sólo mostrar algunos ejemplos de la absoluta falta de sentido del mismo. Si fuera intencionado, podría tratarse de un alarde de maestría técnica, una novela cuyos capítulos pueden leerse en cualquier orden, sin qu

“Metaversos” de Luis Besa

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  Al rebufo del último lanzamiento de Amazon, he recordado esta novela, que dormía el sueño de los justos en mi e-Reader, desde antes de que cyberdark cerrara su tienda electrónica. El escenario que plantea es muy cercano al actual: muchas personas llevan una especie de doble vida en los juegos de plataforma. El añadido principal es que puede saltarse de plataforma en plataforma y que hay utilidades de conversión de divisas reales en divisas empleadas en el juego y viceversa. Eso permite, por ejemplo, que el principal accionista de una empresa del mundo real pueda ser otra empresa fundada en el mundo virtual y que sólo desarrolla sus actividades en este. La especulación de la novela es, fundamentalmente, de índole económica. Lo que me ha llevado a darme cuenta de porqué nunca llegaré a rico, porque, sobre todo en las primeras páginas, las preocupaciones y discusiones de los protagonistas me han resultado tan incomprensibles como aburridas. Lo que, pensándolo bien, habla bastante mal de