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Mostrando entradas de julio, 2021

Feliz año de Stanislaw Lem

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  No se si se han enterado de que Polonia declaró el 2021 como el año de Stanislaw Lem. Pensaba celebrarlo leyendo el ciclo de Ijon Tichy (dos libros de relatos y tres novelas) … Pero no va a poder ser. La cosa empezó bien, el primer relato es muy divertido, pero cuanto más avanzaba en su lectura, menos ganas tenía de continuarla. No entiendo que ven de gracioso o ingenioso en sus bibliografías de libros imaginarios ni en sus taxonomías inventadas, que me han amargado el segundo. Por el bien de mi salud mental, en decidido abandonarlo, en favor de lecturas más livianas. En fin, feliz año de Stanislaw Lem.

“La llave de cristal” de Dashiell Hammett

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La mayor parte de las historias de serie negra derivan del molde de Raymond Chandler, narradas en primera persona por detectives privados ingeniosos y tristones que beben demasiado, tienen alguna afición pintoresca y un oculto buen fondo de don Quijote. Sin embargo los personajes del creador del género, Dashiell Hammett, son bastante diferentes. Fríos como el hielo, duros como el acero y brutalmente sinceros, se comportan, aparentemente, de un modo tan amoral como los criminales a los que se enfrentan y a los que enfrentan entre sí, puesto que su método favorito de trabajo sueles ser meter cizaña entre los sospechosos, mintiendo y manipulando. Ned Beaumont no es un detective privado, pero si pertenece a esa categoría. Es el mejor amigo y la mano derecha de un gangster metido en política, Paul Madvig, enamorado, por su parte, de la hija de un senador al que presta su apoyo. Madvig resulta un personaje mucho más simpático que Beaumont. Es más fácil identificarse con él. También es mucho

“Los cronolitos” de Robert Charles Wilson

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  Por la faz del mundo empiezan a aparecer monumentos enviados desde el futuro que conmemoran las victorias militares de un dictador desconocido, Kuin, que parece que, en un periodo de veinte años, se habrá apoderado, como mínimo, del continente asiático. Con este original punto de partida, Robert Charles Wilson construye lo que es, en el fondo, una clásica historia de viajes en el tiempo, con el típico conflicto entre la causa y el efecto, el libre albedrío y el destino. Las apariciones de los monumentos provocan inmensas catástrofes, graban a fuego una sensación de fatalismo en la psique de toda una generación y fascinan a los jóvenes y a los que no lo son tanto, creando un grupo de adoradores de Kuin, que tal vez sea el germen de sus futuras conquistas. A la vez aparecen también grupos de colaboracionistas, que consideran que, siendo la victoria de Kuin inevitable, no de debe intentarse combatirlo, a lo más lograr una rendición honorable. La novela transcurre a través de muchos años