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Mostrando entradas de febrero, 2019

“Normal” de Warren Ellis.

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Warren Ellis es un prolífico guionista de comics. Siempre que se publica una novela de un guionista de comics que conozco, siento curiosidad por saber como será. En el caso de Warren Ellis mi curiosidad era doble. En primer lugar, porque es un guionista al que sigo desde hace años, incluso utilizo una imagen de Spider Jerusalem en mi whatsupp (aplicación que utilizo desde hace muy pocos meses). Siempre entretenido, Warren Ellis es a veces genial, a veces infame. Siente preferencia por las ideas alocadas, la ciencia ficción y las teorías conspirativas. También la magia, las catástrofes, los estallidos de ultra violencia y los personajes chulescos e insensibles que fardan de su eficiencia. La segunda razón por la que sentía curiosidad es que la narrativa de Warren Ellis es muy cinematográfica, tiende a prescindir de los textos de apoyo y a volcar todo su peso en los diálogos y las escenas mudas. Es decir, es de lo menos literario que se pueda pensar. Aún así, a lo tonto, a lo tonto,

“Imperio / Crónicas del multiverso” de Víctor Conde

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Continuación de “Crónicas del multiverso” en la que el monje guerrero Jan Delvián y la capitana independiente Lina Kolbrand vuelven a cruzar sus destinos. Tras una serie de lecturas mayormente insatisfactorias, “Imperio” ha resultado ser justo el libro que necesitaba leer y que ha reanimado mi entusiasmo. Los lectores que se aventuren por sus páginas encontrarán las escenas de acción más espectaculares, los escenarios más asombrosos y conceptos a cual más asombroso y desquiciado, muchos de los cuales darían para relatos o para sus propias novelas. Esos lectores asistirán a enfrentamientos con monstruos que se guían por radar o telepatía, a violentas carreras de exoesqueletos robóticos, a batallas espaciales (muchas batallas espaciales), duelos con espadas y rituales esotéricos, que transcurren en las ruinas de ciudades alienígenas, en megalópolis verticales, en ciudades equilibradas sobre un eje, como los dos platos de una balanza, o colgadas de acantilados, en edificios que se sos

“El pirata” de Walter Scott

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Walter Scott pertenece a un selecto grupo de autores que adoro. Gente como Robert Louis Stevenson, Jack London, Mark Twain o incluso Edgar Allan Poe, que, durante mi infancia, se suponía que debían ser leídos por los niños o, al menos, los adolescentes. “Ivanhoe” me reveló que las versiones cercanas al original eran muy superiores a las adaptaciones condensadas, con páginas de cómic, de las que yo solía alimentarme. “Quentin Durward” pareció desmentir esta afirmación, puesto que no pude terminarla, aunque algún día quiero volver a darle una oportunidad. “El talismán”, aunque con algunas escenas de una teatralidad ofensiva, volvió a encandilarme. Antes de morir, quería darle otra oportunidad a “Quentin Durward”, a “Rob Roy” y, por supuesto a la obra que nos ocupa. Que ya anuncio que me ha resultado decepcionante. “El pirata” transcurre en las islas Shetland, en el mar del norte. Sus principales protagonistas son Mertoun y Cleveland. El uno es el hijo de un emigrante extranjero, ca