Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2014

Placeres culpables

Como hoy no tengo mucho que contar, me ha dado por hacer un ejercicio de narcisismo y listar algunos de los autores que no suelen pasar por aquí, aunque los lea habitualmente, por falta de tiempo o sentido del ridículo, el tipo de autores que normalmente uno no va contando por ahí que lee, pero con los que sin embargo pasa un buen rato. -          Joan Manuel Gisbert. Es probable que el primer libro que leyera fuese “Escenarios fantásticos”. El sentido de la maravilla que desbordaba me afectó de tal modo que es posible que sea la causa de que contrajera mi pasión por la lectura. Curiosamente, el resto de su obra no es tan exuberante, pero, como moneda de cambio, hay en ella una capacidad de intriga y un sentido del ritmo insuperables. Además, en cada obra suya suele haber un momento de esos que llaman por ahí “efecto atiza”, genial. A pesar de lo esquemáticos que puedan ser sus personajes, pocos autores me enganchan tanto y es la razón de que cada cierto tiempo revise la secció

"El aliento de la oscuridad" de Ángel Torres Quesada

Imagen
Han pasado 23 años, ¡23 años!, desde que Ángel Torres Quesada desde los premios UPC de 1991, en los que se publicó la historia “El círculo de piedra”. Pasado este tiempo, por fin tenemos disponible la conclusión de aquella trama. Para los que no estén enterados, en aquella novela corta se nos describía una tierra que había tenido que aprender a lidiar con un hecho inexplicable y aterrador, en todo el mundo, en cuanto cae la noche, hordas de seres monstruosos invades las calles de las ciudades y devoran a toda persona que se encuentren. Una premisa interesante que Ángel Torres Quesada desarrolla bastante bien en esta novela. Tanto la sensación de amenaza constante, como el desglose de las consecuencias de esta violenta irrupción de lo inexplicable, tanto a la política de alto nivel, como a la vida cotidiana del ciudadano de a pie, están bien logrados. Quizá alguna vez inserte con calzador alguna mini conferencia sobre algún nuevo aspecto que la aparición de los engendros ha t

Philip Marlowe y Raymond Chandler

Imagen
Recientemente, he concluido la lectura del gigantesco volumen “Todo Marlowe” que, como su nombre indica, contiene todas las historias que Raymond Chandler escribió protagonizadas por el mítico detective. Se ha dicho a menudo que, si bien Dashiell Hammett fue el creador del género negro, Raymond Chandler fue quien lo desarrolló. En efecto, la mayoría de los detectives privados que vinieron después, estaban cortado por el mismo patrón que Marlowe. Todos bebían demasiado, eran melancólicos, narraban sus aventuras en primera persona con gran ironía y aprovechaban la menor ocasión para desvariar sobre los asuntos más variados y peregrinos. Todo aficionado al cine negro tiene su propio Marlowe favorito. Lo crean o no, Juan Carlos Planells se decantaba por Elliot Gould. Carlos Boyero por Humphrey Bogart y Robert Mitchum. El propio Chandler se lo imaginaba como a Cary Grant, y aunque en su juventud, por ejemplo en “Luna nueva”, hubiera sido una elección absurda, el Grant maduro con