"El aliento de la oscuridad" de Ángel Torres Quesada



Han pasado 23 años, ¡23 años!, desde que Ángel Torres Quesada desde los premios UPC de 1991, en los que se publicó la historia “El círculo de piedra”. Pasado este tiempo, por fin tenemos disponible la conclusión de aquella trama.

Para los que no estén enterados, en aquella novela corta se nos describía una tierra que había tenido que aprender a lidiar con un hecho inexplicable y aterrador, en todo el mundo, en cuanto cae la noche, hordas de seres monstruosos invades las calles de las ciudades y devoran a toda persona que se encuentren. Una premisa interesante que Ángel Torres Quesada desarrolla bastante bien en esta novela. Tanto la sensación de amenaza constante, como el desglose de las consecuencias de esta violenta irrupción de lo inexplicable, tanto a la política de alto nivel, como a la vida cotidiana del ciudadano de a pie, están bien logrados. Quizá alguna vez inserte con calzador alguna mini conferencia sobre algún nuevo aspecto que la aparición de los engendros ha traído al mundo, pero en general, el pulso entre información y acción está muy bien llevado.

La novela incluso puede verse como una reflexión sobre el mundo actual. Los fragmentos mas inquietantes son los que reflejan la actualidad, por sus páginas aparece la crisis, la inmigración, y una gran desconfianza al hegemonía alemana imperante en Europa. Podríamos hablar de la fantasía describiendo la realidad, o de las distopias, tan de moda entre la juventud. Aunque puede hacerse una lectura de “El aliento de la oscuridad” en esa clave, y sin duda son aspectos interesantes, no es la intención fundamental de Ángel Torres Quesada, y no es como debe disfrutarse la novela.

La novela está centrada en la intriga, el suspense y la aventura, incluso con toques de terror, no particularmente logrados. Y funciona condenadamente bien durante la primera mitad de la misma. No se puede negar que es una novela que engancha, que hace que te intereses por la trama y por lo que va a pasar a continuación. Incluso le perdono a Ángel Torres Quesada que centre gran parte de la historia en la investigación de una serie de personajes que experimentaron sueños premonitorios sobre lo que iba a ocurrir, antes de que los demonios aparecieran en nuestro mundo, con lo mucho que odio la trama del elegido, o los elegidos.

Los personajes son seres humanos, con defectos y debilidades, pero tópicos y mal o nada desarrollados. En este caso no lo considero un defecto, un mayor desarrollo habría perjudicado el ritmo de la narración, y es este ritmo uno de los mayores atractivos de la novela, la habilidad con la que se suministran revelaciones y descubrimientos, justo en el momento justo, valga la redundancia, como se suceden los hechos, siempre sumando, siempre llevando un poco mas allá la narración. La capacidad de intriga y el sentido del ritmo me parecen las mayores virtudes de la prosa de Ángel Torres Quesada, y esta novela probablemente sea su mejor trabajo desde la trilogía de las islas del infierno.

También se detecta un mayor esfuerzo de lo habitual en eliminar incongruencias y contradicciones, que es uno de sus mayores defectos. Si en sus peores novelas (WYHARGA por ejemplo), se hace auténticos líos con las reglas que rigen sus universos imaginarios y es fácil encontrarse que dice lo contrario de lo que dijo unas líneas mas arriba, aquí parece haber dedicado un tiempo a limar las asperezas. Por desgracia, en vez de eliminarlas, lo que hace es darlas improbables explicaciones, que repite una y otra vez, cosas cómo el tipo al que reconocen a primera vista, cuando en sus apariciones públicas iba siempre con máscara, explicada posteriormente hasta dos veces como que alguien le hizo unas fotos sin máscara que luego consiguió eliminar de Internet, sin necesidad de demandar a Google. Hay varias de esas reiteradas explicaciones demasiado complicadas.

Se hecha de menos un mayor trabajo de revisión, volver atrás y rehacer las partes con defectos. Por el contrario, parece que la narración ha ido fluyendo directamente de la cabeza del autor al papel, sin pararse un momento a pensar. Vamos, que se lo va inventando todo por el camino.

Esto perjudica sobre todo la tercera parte de la novela, “La fortaleza negra”, que consiste básicamente en un asedio a un edificio que no se nos ha descrito previamente. Eso hace que todas las estrategias que siguen los protagonistas resulten difíciles de seguir o incluso incomprensibles, puesto que, no es que no se tenga ni idea de porque para ir del punto A al punto C hay que pasar por el punto B, sino que es que no se acaba de entender por que hay que ir al punto C, en primer lugar. Todo ello amenizado con las improvisadas y a veces contradictorias explicaciones a las que me refería antes. Y para acabar de liarla, a Ángel Torres Quesada no se le da demasiado bien describir asedios, o como un grupo de personas se enfrentan a un enemigo superior. Ya se lo he leído antes, y nunca le acaba de quedar bien. Ni, ya puestos, las escenas de batallas. Ni las descripciones, pura y simplemente.

Así que llegamos a la cuarta y última parte, la mas floja de toda la novela, lastrada por la interminables y repetitivas discusiones entre los personajes, discusiones en las que siempre parecen decirse lo mismo unos a otros, una y otra vez. Bueno, al menos se acaba. Deja una puerta abierta a una continuación, pero la verdad es que la novela se ha acabado, de un modo medianamente satisfactorio. La explicación a todo no es gran cosa, pero no es tan decepcionante como la que culminó la ya mencionada saga de las “Islas del infierno”. Se nos da una revelación apropiadamente grandiosa, adecuada a las expectativas creadas, ni muy original ni muy imaginativa, en un clímax, que, al menos para mí, carece de emoción.

Mención aparte merece la edición de Silente. En los 23 años que comenté al principio del post, no he visto una peor. La cantidad de erratas y errores es tan inmensa que pueden llegar a convertir la lectura en una auténtica tortura. Algunos parecen de chiste. ¿Es posible que, inadvertidamente, se intercambien los nombres de los personajes de Cora y Glenda? ¿El tremendo volumen de frases en las que se dice justo lo contrario de lo que parece que están queriendo decir? ¿Los tiempos verbales que no encajan? ¿La desaparición de conjunciones, artículos y preposiciones que a ratos hacen creer que uno esté leyendo una narración de Toro Sentado? Diría que a partir de la segunda mitad de la novela no hay una sola página en la que no haya algún tipo de error.

Conclusión: Ángel Torres Quesada, bastante bien, un 6 o un 7, si uno fuera tan idiota de asignar puntuaciones numéricas a la literatura. Silente, 0. Una novela especialmente recomendada a los aficionados a los libro juegos y a los juegos de rol, criptógrafos, arqueólogos y estudiosos de lenguas muertas. Gente imaginativa en suma, porque la ingente cantidad de errores pueden volver la historia tan incomprensible que uno ha de imaginar lo que el autor quiso escribir, porque lo leído no se entiende, y hay que montarse su propia versión de la historia en la cabeza.

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