“El último teorema” Arthur C. Clarke y Frederik Pohl

Para un lector de mis gustos, una novela escrita a cuatro manos por Frederik Pohl y Arthur C. Clarke debería ser como si en un concierto tocaran juntos Jimmy Page y Ritchie Blackmore(1). Aunque sin duda sería una actuación memorable, en el mundo de la palabra escrita las cosas no suelen salir tan bien. Ya es un cliché el comentario de que la calidad de una película es inversamente proporcional al número de guionistas que intervienen en ella. Para colaborar en la escritura de una novela, hace falta algo especial en uno de los autores, algo especial de la que la mayoría de los mortales carecemos. En este caso la sinergia era todavía más improbable. Según he leído, Clarke le pidió ayuda a Pohl para terminar el libro porque aciagas circunstancias le impedían concentrarse en su escritura. (Se estaba muriendo) En esa situación, no creo que haya nadie capaz de idear un argumento apasionante. “El último teorema” tiene dos. Por un lado se nos cuenta la vida de un aficionado a las ma...