“Los mundos rebeldes” de Poul Anderson




Tercera entrega de las aventuras del intrépido agente secreto del imperio terrano. En esta ocasión tendrá que lidiar contra una rebelión, instigada por las acciones de un gobernador de provincias rematadamente malvado. 

La novela empieza con un prólogo desconcertante que sólo tendrá sentido a mitad de la novela. Bueno, en realidad, al final. Es aconsejable releerlo al terminar el libro. Luego viene otro prologo, más dinámico, que cuenta el comienzo de la rebelión. Vano espejismo, pues a continuación, la novela se atasca en una serie de capítulos cortos, formados principalmente por conversaciones poco interesantes que intentan hacer avanzar la intriga, desproveyéndola de todo interés. “Info dumps” lo llaman ahora. 

A mitad de camino, la cosa se anima ¡bendito sea Dios!, gracias a que el foco cambia de la intriga política a la aventura y a la aparición de los didodianos. Los didodianos son unos alienígenas completamente fascinantes, cuya presencia redime a la novela. Ojalá Poul Anderson hubiera escrito una novela o un relato de primer contacto, o que tratara las dificultades de comunicación entre especies, en vez de esta space opera aturullada. 

Para colmo de males, asoma el Poul Anderson romántico. No, he vuelto a equivocarme. He leído historias de Poul Anderson en que se ponía romántico, es decir, en que los personajes se veían arrastrados por pasiones desmedidas. Y eran buenas. En esta, Poul Anderson se pone cursi y convierte a su protagonista en un panoli irreconocible como el canalla tirando a zafio de “Un circo infernal” 

El modo en que se cierra la historia es entre rebuscado e improvisado y obliga a que personajes, supuestamente inteligentes, se comporten como imbéciles. Bien, Poul Anderson es un narrador bastante competente y un gran creador de mundos. La historia es relativamente entretenida, en ocasiones hasta emocionante. Dido es un entorno interesante y los didonianos, como ya dije, son fascinantes, lo mejor de la novela. Eso eleva el nivel de calidad de la novela, por lo que, si tuviera que darle una nota, conseguiría que le diera un aprobado raspado. 

La traducción ha mejora sensiblemente con respecto a las anteriores entregas. Sólo he detectado un par de falsos amigos: la traducción de forma literal del verbo “remove” como “remover” y la obstinación en escribir “sensible” cuando debería poner “sensato”, sin embargo la sintaxis de algunas oraciones es algo retorcida y difícil de seguir. Quizá la prosa de Poul Anderson sea complicada de traducir. 

EL volumen se completa con la novela corta “Puesto avanzado del imperio”, ubicada en el mismo universo pero con diferente protagonista. Con una trama más simple y mejor construida, me ha resultado más agradable de leer. En sus tres cuartas partas, consiste en la descripción de una cultura de aparentes salvajes que es más de lo que aparenta. El interés principal de la novela, es la descripción de esta cultura. Sinceramente, no consigue convencerme, ni que sienta simpatía por ellos, de hecho me parece inverosímil, hipócrita y fundada sobre cimientos falsos, a pesar de que el autor si que les dedica todas sus simpatías. Al margen de mis opiniones y de alguna cosa ridícula e infantil, consigue que el lector reflexiones y se haga preguntas, lo que, cuando se consigue, siempre me ha parecido uno de los grandes méritos de la literatura de ciencia ficción. La resolución final de esta novela, es ligeramente más convincente que la de la novela de Flandry, es decir, no hay quien se la crea ni harto vino. 

Me ha recomendado el síndrome de Star trek, la necesidad de que los protagonistas se saquen de la manga una solución ingeniosa, lo que resulta en un montón de farfullidos supuestamente técnicos, sin sentido. Pues aquí las reglas no escritas de este tipo de relato dictan que haya una especie de reunión diplomática en la que el protagonista le de la vuelta a la tortilla, solo con palabras e inventiva. Asimov hacía bien estas cosas y seguro que muchos más autores también, pero, al menos en esta ocasión, Poul Anderson no. 

En resumen, diría que es un volumen muy regular, en el que las ideas contenidas apenas salvan la lectura y consiguen hacer olvidar sus deficiencias.

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