Culminamos con esta novela la trilogía de “El problema de los tres cuerpos”. “El fin de la muerte” cuenta con una ventaja respecto a sus predecesoras: Es casi imposible que su lectura sea afrontada por un lector que no haya leído las dos primeras partes. Llegado hasta aquí, ya se habrá acostumbrado al peculiar estilo narrativo de Cixin Liu (peculiar, al menos, para un lector occidental, para el resto no sabría decirlo), así que estará habituado a los extraños vericuetos de su narrativa. Por lo tanto, es de esperar que no se deje amedrentar por ese prologo, totalmente prescindible, ubicado durante la caída de Constantinopla, que apenas tiene conexión con el resto de la obra, o por las sucesivas bifurcaciones del argumento. Es muy típico de Cixin Liu centrarse en un personaje, dedicarle muchas, pero que muchas páginas, y luego olvidarse de ellas por completo. A veces recupera al personaje, unos pocos cientos de páginas más tarde, a veces no. Otras veces la novela da unos vuelcos, má
Finalmente me he leído la novela en la que se basa la serie de televisión “ The expanse ” que aún no he visto y que tantas ilusiones ha despertado entre los aficionados a la ciencia ficción. Supongo que tendré que decir algo sobre el argumento: transcurre en un futuro relativamente cercano. La invención de motores de fusión eficientes ha permitido que viajar por el interior del sistema solar sea relativamente fácil. Marte está colonizado y en proceso de terraformación. No es la única colonia, el cinturón de asteroides está densamente poblado. Existe una hostilidad latente entre los cinturianos y los planetas interiores. En ese ambiente nos encontramos dos tramas paralelas, destinadas con confluir: Miller un veterano y duro policía de Ceres recibe el encargo de encontrar y devolver por la fuerza a sus ricos padres a una joven desaparecida . Por otro lado Jim Holden, el segundo de un carguero busca justicia y respuestas tras la destrucción de su nave y provoca una guerra entre los
" El viento gris soplaba arrachado a todo lo largo de la ciudad. Aquí y allá un remolino de papeles parecía volatilizarse por un segundo para luego silbar sobre el cemento y detenerse muerto otra vez. Muerto como la ciudad. Porque la ciudad está muerta, un gran cadáver de cemento con un millón de órbitas vacías mirando hacia el viento gris que continua desgastando ese inmenso cementerio silencioso. Un teléfono suena. Suena a intervalos perfectamente regulares y su sonido tintinea en el silencio del cemento, es llevado aquí y allá por el viento junto con papeles sucios y se pierde sin respuesta en el gran cadáver que nunca se pudrirá. El teléfono suena. Nadie responderá jamás. El cadáver de cemento está quieto en el viento, muerto petrificado, erizado de bocas vacías y órbitas cuadradas. Un cadáver de mil arquitecturas y de grandes venas grises. Algo se mueve en las venas de la ciudad muerta. Algo está quebrando la realidad polvorienta de ese cadáver perfecto. " ¿He dicho ya l
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