"El palacio de la eternidad" de Bob Shaw



Bob Shaw llegó a mi con su trilogía de "Los astronautas harapientos", "Las astronaves de madera" y "Los mundos fugitivos", en un momento en que ya eran un gran aficionado a la fantasía y la ciencia ficción, pero en la que todavía era medianamente inexperto, y cada nueva obra que leía era una nueva maravilla. En seguida ocupó un lugar entre los autores que deseaba seguir, a pesar de que el segundo y el tercer volumen de la trilogía son bastante prescindibles. Aún hoy, que ya soy un lector descreído que en ocasiones reniega de los que fueron sus ídolos, mantengo un muy buen recuerdo de "Los astronautas harapientos".

Sin embargo, no pude seguir la obra de Bob Shaw. No encontré ninguna otra novela, ni colección de relatos, y desde entonces, los editores nacionales le han mantenido en el anonimato. Afortunadamente para mí, Internet ha venido en mi ayuda.

"El palacio de la eternidad" es una novela extraña, puesto que consta de dos partes muy diferenciadas entre sí.

En la primera tenemos a Mack Tavernor, un veterano de la guerra que la humanidad está librando con los pitsicanos, unos alienigenas que están decididos a destruir la humanidad sin aparentemente ningún motivo, con los que nunca ha sido posible establecer comunicación. En su día, Mack trabajó desarrollando armas para la guerra, pero abandonó el ejército cuando descubrió que dichas armas también se habían utilizado contra seres humanos, y ahora vive retirado en Mnemosyne, "el planeta de los poetas". Su vida tranquila va a verse turbada cuando el ejército decide establecer en ese planeta su nuevo centro de mando. Los militares llegan aplastando el terreno, literalmente, ejerciendo la violencia contra cualquiera que proteste y Tavernor acaba uniéndose a una revuelta contra ellos.

Y muere.

Y aquí empieza la segunda parte, y la mas rara.

Tavernor descubre que el espacio está habitado por egones, seres compuestos de la propia luz de las estrellas, que como parte de su desarrollo deben fijarse a un ser material. Tavernor es un egón, como lo son todos los seres humanos (y según en que momento de la narración todos los seres vivos). Los egones viven eternamente después de la muerte de anfitrión orgánico, conforman una especie de memoria de la especie, con la que es posible comunicarse, mediante el acto que los artistas y científicos llaman "inspiración". Los egones pueden morir, pero no por causas naturales, y de hecho están muriendo, porque el sistema de propulsión mas rápido que la luz que usan los seres humanos les están matando. Este sistema es también la causa de que los humanos estén perdiendo la guerra con los psitcanos, puesto que les separa de los egones e impide la aparición de genios o ideas geniales, frenando su desarrollo frente al ascenso psitcano.

Tavernor se reencarna en su hijo para revelar esta nueva a la humanidad y salvarla.

Acabo de revelar el mayor spoiler de la novela, pero no veo que se pueda hablar de ella sin largarlo.

Una rápida búsqueda en internet, me revela que la novela se escribió en 1969, es decir en plena guerra de vietnan y en el apogeo del movimiento hippy. Sin hacer una investigación sobre el tiempo o las circunstancias de su concepción, resulta fácil considerarla fruto de su tiempo. La segunda parte encaja con la psicodelia y la metafísica de la época. La primera, que me resulta mas impactante, encaja con la situación en Estados Unidos, aunque Bob Shaw era inglés. La guerra que dura tanto que se convierte en parte de la vida corriente y en una preocupación mas pequeña que los impuestos. La apelación al patriotismo para justificar los abusos y la violencia. Es fácil relacionar a los ingenuos artistas que son masacrados por los militares con los pacifistas de la época y eso que Bob Shaw crea un enemigo mucho mas concreto y mortal que el comunismo.

Es instructivo ver lo poco que hemos avanzado. Si no me hubiera molestado en buscar la fecha de la publicación podría haber creído que era una obra reciente, ver en los psitcanos una analogía de Al qaeda y la "guerra contra el terror", tan difusa, puesto que no se sabe exactamente con quien se está en guerra y que va camino de hacerse igual de eterna que vietnan. Así y todo, desde mi desconocimiento, diría que la represión no es tan brutal como la que aquí se presenta, pero es un buen momento para leer el libro y hacerse preguntas, pues pudiera llegar a serlo, y lo es en muchos aspectos (estoy pensando en Guantanamo).

La parte mística, bueno,..delirios pseudoreligiosos, es lo que me pareció, aunque me produjo escalofríos ver como llevaba a sus extremos algunas consecuencias lógicas de la certeza en la otra vida, como el momento en que Tavernor deja morir a su amante-madre, pues piensa que será mas feliz como egon. No creo que fuera la intención de Bob Shaw, pero me acojonó bastante.

La novela está bien escrita. Abundan en ella las imágenes y los momentos de gran belleza y poesía. El sentido de maravilla abunda en sus páginas. El comienzo es estremecedor, con la descripción de la noche bajo un cielo plagado de asteroides, a la que llega la luz de una supernova. Abundan los momentos impactantes. Las escenas de acción y suspense están muy bien logradas. La parte de interacción entre los personajes está menos lograda, aunque el talento de Shaw lo enmascare, en el fondo son todos estereotipos y tópicos. En fin como ya he dicho irregular, pero en ningún momento me pareció estar perdiendo el tiempo con su lectura. Una obra entretenida, bien escrita y bastante interesante, paranoias metafísicas aparte. Estaría bien que algún editor español se animase a publicar mas libros de Bob Shaw.

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