"La canción secreta del mundo" de José Antonio Cotrina








A la hora de reseñar una novela uno intenta seguir un método, descomponer sus méritos o deméritos en partes, como si no formaran parte de un todo que las engloba. ¿Los personajes? ¿El estilo? ¿El argumento? ¿Las ideas? Es cómo si uno puntuara cada uno de estos aspectos, los sumara y comprobara si la suma total supera la nota mínima del aprobado en un hipotético examen. En resumen uno intenta ser racional.

No puedo ser racional con “La canción secreta del mundo”, porque su lectura es una experiencia visceral. Empiezas con cierta precaución y reticencia. Al comienzo parece que te vas a encontrar una “crepusculada”. Tienes a una chica joven amnésica que fue adoptada por un matrimonio encantador. La peculiaridad es que tiene un ojo completamente negro, con el que puede ver la realidad oculta de las cosas. Sale con un chico empalagosamente majo que la quiere mucho y entonces aparece otro chico, proveniente de su pasado olvidado, muy guapo, que pelea muy bien, entiende de magia y la arrastra a ese mundo oculto que existe bajo nuestra existencia cotidiana, repleto de hechiceros, monstruos y aventuras.

Y entonces pasa lo que pasa. Se descubre lo que se descubre. Revelar alguna de las sorpresas que aguardan en esta novela sería hacerle un flaco favor su posible lector. Sólo intentaré dar alguna pista de su tono diciendo que es una novela muy pesimista, pesimista casi hasta lo insoportable. Siniestra, tétrica incluso. Con una cantidad sorprendente de sangre y tragedia. En esta novela la muerte sólo elude a los personajes inmortales, ni los niños están a salvo de ella. Para que se hagan una idea, en entrevistas y comentarios, se ha recalcado varias veces que aunque Neil Gaiman en una influencia para Cotrina, el que de verdad le ha influido es Clive Barker. Y se nota.

Es una novela larga de 666 páginas, número interesante, por cierto. A partir de la página 140 o así, cuando empiezas a intuir los horribles secretos que te aguardan, ya no la puedes dejar. Engancha como un garfio y absorbe como una esponja. Es cómo si el lector hubiera sumergido el pie en la superficie de un río para tantear la fuerza de la corriente y se viese arrastrado por ella. En seguida, la fatalidad se apodera del lector, y, aunque éste lo desee con todas sus fuerzas, se da cuenta de que esto no puede acabar bien. No hay posibilidad de redención. No hay esperanza. No creo ser el primero que se plantea el chasco que se podría llevar uno de los millones de lectores de Stephanie Meyer que empezase su lectura engañado por su apariencia inicial y se encontrara lo que ocurre. Aunque mas que un chasco, podría provocarle un trauma de por vida.

La novela transcurre en el mismo escenario que la novela “Las fuentes pérdidas”, la novela corta “Lilith y el juicio de la górgona”, el relato “Entre líneas” y supongo que muchos escritos mas. No es un universo que me atraiga particularmente, ya dije en otra ocasión lo poco que me gustó “Las fuentes pérdidas”, cuyo protagonista, Delano Gris, incluso hace un breve cameo. Encuentro las casas iguales fascinantes, pero, por lo demás, ni siquiera lo encuentro un universo coherente, lo mismo podría ser el universo de las aventuras de John Constantine o de Buffy la caza vampiros, es la típica creencia de que nuestro mundo esconde secretos terribles y maravillosos y acceso a otros mundos.

Sin embargo la inventiva de Cotrina es prodigiosa y aparentemente inagotable. Los personajes misteriosos, inquietantes y fascinantes, se encuentran con los protagonistas en sucesión interminable, y lo mismo los escenarios por los que estos circulan. Lo horroroso se mezcla con lo maravilloso. Finalmente, después de varios clímax sucesivos, llegas al final y ten encuentras que quedan aún cincuenta páginas por leer. ¿Qué pasa en esas cincuenta páginas? Obviamente no lo diré, pero su impacto es poderoso, cambia por completo la perspectiva de todo lo leído hasta ahora. Arroja una nueva luz sobre todo lo leído hasta ahora. Personajes que uno pensaba esquemáticos o estereotipados resulta que no lo son por falta de talento del autor, que se rinde a los tópicos, sino que lo son de modo intencionado. Nada es lo que parece, el azar no ha tenido cabida en esta novela, las piezas desperdigadas se reúnen, encajan y podemos ver el puzzle completo. Todo tiene sentido. Y como ya he dicho, no es agradable.

En fin, ¿debería quejarme de algo? Supongo que no puedo evitarlo, aunque tiene cojones, después de una experiencia tan satisfactoria, o tan insatisfactoria según se mire, como ha resultado la lectura de esta novela. A ver, ya he reconocido que su lectura engancha como ella sola, que es intrigante, emocionante, dramática, siniestra, truculenta, ocasionalmente poética, repleta de sentido de maravilla y de personajes fascinantes ¿de que puedo quejarme?

Hay una par de escenas de combate, sobre todo una, que no me han terminado de convencer. No es que no sean emocionantes, pero son combates de esos en los que los protagonistas dan saltos y volteretas mientras se arrojan hechizos unos a otros, que tienen un curioso parecido con los rayos láser de las películas, e incluso alguno saca una especie de espada de luz. Este tipo de cosas quedan muy bien en un medio visual, sobre todo el cine (los cómics de super héroes llevan décadas demostrando su incompetencia), pero no quedan tan bien contados con palabras. No puedo decir que me haya molestado, de hecho la escena en la que estoy pensando es muy emocionante, pero siempre las encuentro un poco farragosas.

Luego está Marc, el enamorado normal de Ariadna, la protagonista. Marc es un personaje sin pasado, sus padres apenas aparecen, lo único que sabemos de él, es que quiere mucho a Ariadna. Lo único que parece ser capaz de hacer, es amar. Me ha resultado un poco endeble, y para este personaje no hay excusa. Tampoco me ha convencido su modo de expresarse, incluso cuando habla en broma, relajado, al comienzo del libro, lo hace de un modo excesivamente afectado, y conforme la novela se va desenvolviendo, sus diálogos acaban convirtiéndose en meras reiteraciones de su amor por Ariadna, que en ocasiones recuerdan a la novela rosa.

Y tampoco me convence del todo la confrontación final entre Ariadna y su otro enamorado, Evan. El monólogo en que da las claves de la relación que les unió es magnífico, pero falta algo. Tal vez es porque el lector no ha presenciado el pasado de los protagonistas y no acaba de comprender los lazos que les unieron, pero todo me sonó demasiado discursivo, demasiado razonado, en vez de experimentado, no sé si me estoy explicando bien. Me explican lo que sienten, no me hacen experimentar lo que sienten y no acabo de comprender como se puede sentir eso. Al menos yo no puedo.

En fin, ya lo he dicho y ya me he quedado tranquilo. Así que finalizaré mi reseña resumiendo mi opinión sobre esta novela en una palabra: magnífica.

Comentarios

  1. Joer, le daré otra oportunidad. El tufo juvenil me echó de la historia.

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  2. Me atribuyes una gran responsabilidad, cada cual tiene sus gustos y la vida es demasiado corta para tomarse demasiado en serio las opiniones de los demas, pero, en fin, sinceramente, creo que su lectura merece la pena.

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  3. Cada cual tiene sus gustos, y sus filias. Me da pena gastarme unos buenos euracos en un libro para luego no acabarlo, y agradezco el empujoncillo que supone una opinión con la que coincido en numerosas ocasiones para darle una segunda oportunidad. Así que responsabilidad cero, hombre. Y si sigue sin gustarme ya tengo un nuevo elemento de valoración de tus reseñas

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