"Atila" de William Napier
No soy partidario de leer de seguido las trilogías, tetralogías o lo que se tercie. Aunque la historia salte de uno a otro libro, por lo general, no fueron escritas de un tirón y no fueron concebidas para ser leídas de un tirón. Cada libro tiene su propio clímax, luego en el comienzo del siguiente invierte mucho tiempo en recordarte lo mas importante del anterior, las opiniones, o la influencia de los lectores, hacen que cambien los personajes. Todo eso se nota mas, cansa, provoca impaciencia y, para colmo de males, soy un lector muy rápido, lo que me ha convertido en un lector muy impaciente, es decir, cuando un libro me lleva mas de una semana, el estilo se me empieza a hacer monótono y ya estoy deseando cambiar de autor. Sin embargo, en esta ocasión he hecho una excepción. No voy a decir que lo lamente, pero largo se me ha hecho un rato largo y hubo varias veces que pensé en abandonarlo.
Las razones que me llevaron a su
lectura se originaron en la lectura previa del cómic “Kayan” guionizado por
Robin Wood, que me provocó curiosidad sobre la figura histórica de Atila el
huno. Por desgracia en esta trilogía no aparece ningún forzudo persa que se
convierta en la pesadilla del pueblo huno. También influyó algo el magnetismo
que tienen los grandes conquistadores de la antigüedad, Atila el azote de dios,
la hierba no volvía a crecer por donde pasaba su caballo, sólo se detuvo a las
puertas de Roma… Este tipo de personajes pueden resultar fascinantes para
alguien que se educó hace entre cincuenta y treinta años, los jóvenes
seguramente no habrán oído hablar de él.
Sin embargo, quien lo que busque
sea aprender algo sobre la vida del personaje real mientras pasa un rato
entretenido, puede llevarse un buen chasco, porque a lo que parece, no se sabe
mucho sobre su vida. Todos los hechos históricos confirmados, se concentran en
el tomo tres, mientras que los otros dos son casi exclusivamente ficticios. El
tercero, por cierto, es el más adictivo de la trilogía, lo que indicaría que,
efectivamente, la realidad es más apasionante que la ficción.
En el primer tomo se nos narra la
niñez y adolescencia de Atila. Napier se saca de la manga que fue retenido como
rehén en Roma, lo que no deja de ser creíble, pues era costumbre habitual en la
época. Esa estancia le marca profundamente para el resto de su vida
provocándole un odio y un desprecio acervo hacia Roma. Oprimido por la futura
emperatriz Gala Plácida, intenta huir varias veces, en una de esas ocasiones
los romanos incluso llegan al extremo de intentar matarle, para forzar a su
pueblo a luchar con los germanos.
En el segundo se cuenta la
unificación de las tribus hunas, y en el tercer, por fin, la guerra con los
imperios romanos. Curiosamente, en este tomo cede el protagonismo a su
adversario el general romano Aecio, y a tres soldados surgidos de lo mas
profundo de la novela de aventuras.
No estoy calificado para juzgar
el rigor histórico de la obra. Dada la
gran cantidad de referencias y nombres propios que aparecen en ella, Napier
debió de manejar una extensa documentación, a veces demasiado extensa: En
algunos momentos se enrolla demasiado en descripciones y personajes que no
vienen al caso, me viene a la mente como ejemplo el extenso paseo que Atenais,
futura emperatriz Eudoxia se da por Constantinopla en el tomo dos. Esto no es
algo realmente malo, el lector típico de ficción histórica, al igual que el
lector típico de ficción fantástica busca sumergirse en un mundo que le es
ajeno. Seguramente ese lector típico no sólo no se aburra, sino que disfrute de
ese tipo de extensas descripciones, sin embargo, no se puede negar que
interrumpen la descripción e impiden su avance. Un escritor con talento es
capaz de bordar esos pasajes y conseguir mantener encandilado al lector con sus
descripciones. Jack Vance y Robert Silverberg lo hacía. También Pio Baroja, por
cierto. William Napier no.
Aún así, estos momentos tampoco
son tantos, aunque Napier fia su posteridad a algunos pasajes pretendidamente
poéticos, descripciones de paisajes y presagios que se pretenden líricas y resultan
tópicas y a disertaciones sobre la historia, la injusticia, y la estupidez
humana, no por atinadas mejor expresadas. Los presagios y las profecías no
faltan, por cierto, como si esto fuera una historia de fantasía épica.
Los personajes positivos resultan
demasiado positivos y demasiado modernos como para resultar creíbles. El
general Estilicón y su mujer resultan un cúmulo de virtudes modernas, es decir,
de valores actuales, no necesariamente de los valores de la época en la que
transcurren. El británico Lucio es tan bueno que no parece humano. Los hunos
son convertidos en pueblo que es una apoteosis de virtudes castrenses y
espartanas, algo bastante común en este tipo de historias, en las que los
autores no pueden evitar glorificar a los pueblos que demuestran su capacidad
para ganar batallas. En el primer libro, incluso se dice que los hunos jamás se
emborrachan, aunque en el segundo y tercero el alcohol riegue sus festines,
como debe ser, que para eso se inventó. La mala fama de los hunos es atribuida
exclusivamente los hunos kutrigures, uno de los clanes que unifica Atila, cuyo
salvajismo horroriza a los demás.
Atila parece tres personajes en
vez de uno, el adolescente orgulloso de la primera parte, el líder mesiánico de
la segunda y el déspota cruel y despiadado de la tercera. Por desgracia no
queda claro como pasa de convertirse de uno en otro. No sabemos nada de lo que
le ocurre en los treinta años que separan el primero del segundo. Y el rey de
proporciones artúricas del segundo, salvo por algún que otro pequeño asesinato,
se convierte en el criminal de guerra del tercer, por lo visto por la
influencia de una malvada bruja. Cuesta creer que el mismo hombre que está a
punto de morir defendiendo una aldea miserable, cuyas gentes ni siquiera
pertenecen a su pueblo, luego se dedique a incendiar otras aldeas, idénticas
sin duda a aquella otra de cuya hospitalidad disfrutó en su infancia. El
momento de mayor introspección psicológica, supuestamente se da en el segundo
tomo, cuando Atila explica su filosofía de vida, que a mi me ha resultado muy
forzado. Hay gente que lo considerará extraordinario, pero a mi me parece que
hay que ser muy poco sutil y tener poco dominio del arte de la escritura para
que el único modo de representar la psique de un personaje sea que éste de un
discurso de diez o quince páginas seguidas explicándose.
Las batallas están bastante bien
descritas y son bastante emocionantes. Mis conversaciones con mis compañeros de
trabajo me obligan a explicar que bastante quiere decir ni poco ni mucho. Es
decir, que no están mal, pero tampoco es que estén muy bien. William Napier no
es Bernard Cornwell. No se hace ningún intento de reproducir el lenguaje de la
época, de lo que me alegro, pero a veces el lenguaje resulta demasiado actual,
cómo en el discursito de Atila por ejemplo, lo que resulta paradójico, porque
en cierta manera, la lectura de esta trilogía me ha hecho retroceder en el
tiempo, no a los últimos días de Roma, sino a mi adolescencia, el estilo con
que está escrita la novela, el sentimentalismo a veces incluso cursi, en muchas
ocasiones, la exaltación del cristianismo (aunque se critique otra veces), bastantes
de los diálogos, todas estas cosas se apartan del naturalismo imperante en la
actual novela histórica para recordar a la novela popular del siglo diecinueve.
Un estilo ya algo caduco, pero mas influido por la literatura que por la
imagen, que no carece de atractivos.
Dicho esto, tampoco es que esta
trilogía me haya parecido demasiado mal, aunque a ratos me aburriera, pero no
puedo pensar si se sostendría por sí misma sin apoyarse en el mito de Atila.
¿Qué hubiera pensado si en lugar de contar la historia del caudillo huno nos
hubieran contado la del bárbaro AtchungXX que invadiera la enésima reelaboración
de la tierra media? ¿Habría encontrado fascinante a su terrible protagonista?
¿Me hubiera conmovido el sufrimiento de sus innumerables víctimas? Creo más
bien que habría abandonado la lectura tras el primer tomo.
Muy buena y completa crítica, si señor, aún no he acabado el tercero pero coincido en todo contigo.
ResponderEliminarPor cierto le has dado un tiento a "El herrero de Galilea" de Nicholas Guild, yo lo he tenido que dejar de puro aburrimiento
No, no se me había ocurrido leer "El herrero de Galilea" la verdad. El argumento no me llama. Prefiero esperar al comic "La espada salvaje de Jesus" o verme el corto "Fist of Jesus"
EliminarEstoy por terminar el primer tomo y me ha parecido una eternidad. Igual me ha tomado mas de 3 meses leerlo. Me ha parecido bastante aburrido y con un atila muy diferente al imaginado.
ResponderEliminarMe sorprende lo leida que sigue siendo esta triologia,habido el tiempo que ha pasado desde su publicación... y lo mucho que se le atraganta a la gente. Jwan, si tan mal lo estás pasando, te recomiendo que no te pongas con el segundo, la vida es demasiado breve.
Eliminar