“El marciano” de Andy Weir
Esta novela nos cuenta la lucha
por la supervivencia de un astronauta abandonado en Marte. O sea, nos
encontramos ante “Robinson Crusoe” en Marte. Bueno, no exactamente, el
protagonista, Mark Watney, reza bastante menos, es bastante más simpático y, en
general, la novela es más amena, cosa fácil, puesto que recuerdo “Robinson
Crusoe” como uno de los libros más aburridos de todos los tiempos.
Publicitada más porque,
aparentemente, vaya a ser la próxima película de Ridley Scott, con un casting
que parece sacado de “Interestellar” que
por sus propios méritos, la novela ha despertado un agradable entusiasmo en la
red, y en el público en general. Lo que no deja de parecerme irónico.
Los detractores de la ciencia
ficción siempre se están quejando de que es un género que tiene demasiadas
explicaciones. Dicen que se aburren con tantas explicaciones, que lo importante
son los personajes y cosas así. ¿Qué tienen de malo las explicaciones? Las
novelas policíacas están llenas de explicaciones y nadie se queja de ello. En
cualquier caso, lo curioso es que cuando algún autor sube el nivel expositivo
de su obra a cotas que rondan lo inaguantable, no solo suelen ser bien
recibidos, sino que a menudo se convierten en grandes éxitos que traspasan las
fronteras del género. Ocurrió con la saga de Marte de Kim Stanley Robinson y
con un poco de suerte volverá a ocurrir con “El marciano” de Andy Weir., una
vez más sobre la superficie del planeta rojo.
En esta ocasión la sobredosis de
información no se refiere a la geografía marciana sino a los infinitos
problemas que presenta para la supervivencia. La novela es una serie
ininterrumpida y casi interminable de retos. Consiste en su mayor parte en el
diario de Mark Watney: Mark Watney nos cuenta que tiene un problema. Mark
Watney nos cuenta como lo ha resuelto. Así una y otra vez. En conjunto me ha
resultado tan ameno como leerme un libro de problemas de matemáticas.
Enunciado, seguido de solución, una y otra vez.
Estoy exagerando. Hay que
reconocer, a favor de Andy Weir que el habla de Mark Watney es un gran
hallazgo. Sin contarnos casi nada de su vida, Andy Weir construye un gran
personaje, simplemente dejándole hablar. El uso del lenguaje de Mark Watney es
siempre irónico y está salpicado de chistes y momentos de humor que hacen más
amena la lectura. Por contraste, el resto de los personajes, que los hay aunque
tarden en aparecer, resultan mucho más planos y parecen salidos de un cajón de
saldos de guiones cinematográficos.
El ritmo de la historia tiene un
atractivo muy justito, justo cuando las cosas empiezan a mejorar, ocurre algún
desastre que lo manda todo al garete y que complica la existencia del
infatigable Watney. No es demasiado sorprendente, ni demasiado aburrida. Se
nota que es una primera obra.
Su principal atractivo está en lo
que cuenta. Son muchos los que han soñado alguna vez con ser astronauta y
viajar a otros mundos, yo entre ellos y la mayor parte de los aficionados a la
ciencia ficción, aunque no todos. Todos los que lo han hecho encontrarán en esta
novela una plasmación muy detallada y realista de su sueño, un acercamiento a
lo que puede ser la vida en otro planeta.
También es una obra muy
recomendable para todos aquellos a los que les gusta identificarse con un
personaje muy inteligente, capaz de resolver los puzzles más complicados que se
le presenten. En esta novela, hay uno así, para tampoco hay que menospreciar a
los equipos de la NASA, el JPL y el Hermes.
En fin, tal vez yo sea un público
mal predispuesto. Tengo un grave problema para retener números en la cabeza, lo que hacía que me perdiera cada vez que Watney empezaba a hacer virguerias para que funcionaran todos sus cachivaches con las baterías disponibles. Además, desde el final de mi adolescencia, cuando dejé de leer libros
de Julio Verne, las historias sobre náufragos me parecen de lo más aburrido, a
menos que naufraguen en una isla por la que campen a sus anchas los
enloquecidos experimentos de un doctor diabólico, y lo que Weir nos ofrece es
una odisea de la mente, más que del cuerpo, una celebración del ingenio y la
inteligencia.
Como colofón, añadiré que la
edición española cuenta con una introducción del entrañable Miquel Barceló,
dedicada casi en exclusividad a lamentarse de que la fantasía heroica venda más
que la ciencia ficción. Una grata sorpresa saber que todavía vive y que aún
disfruta de la ciencia ficción, ¿pero no podría hablar de temas mas
relacionados con la novela?
Lo que más me eché en falta es que durante cuatrocientas páginas en un planeta desconocido no haya prácticamente ninguna descripción del entorno. Lo mismo podía haber estado encerrado en un hangar.
ResponderEliminarTienes razón. Debería haber dicho algo al respecto. Aunque la verdad es que se pasa la mayor parte del tiempo encerrado en un hangar.
ResponderEliminar