“Jagannath” de Karin Tidbeck
Personalísima e inclasificable colección de relatos, que me confieso incapaz de enjuiciar.
Por un lado, reconozco mi admiración por el buen hacer de su autora. En estos relatos no sobra ni una coma. Son relatos breves que llegan a su conclusión ¿lógica? ¿apropiada?, sin que, a pesar de su brevedad, se produzca sensación de alguna de apresuramiento. Todo fluye al ritmo adecuado para lo que se está contando. Su estilo es transparente, sutil. No hace alardes ni subrayados: aparentemente se limita contar objetivamente lo que está sucediendo y crear esta ilusión de objetividad es uno de los mayores desafíos a los que se puede enfrentar un escritor. Su imaginación es portentosa. Prácticamente todos los relatos son sorprendentes, nunca utiliza clichés ni tópicos y algunos de sus ideas son asombrosas. También me encanta el modo en que Karin Tidbeck es capaz de dar la vuelta a sus argumentos, la sencillez con la que se las arregla para introducir el elemento fantástico en un relato costumbrista, para lo que, en una ocasión, le basta el sonido de unas campanillas.
Pero por otro lado, entre tantas cosas buenas, a veces tengo la sensación de que me están tomando el pelo. Si todos los relatos son desconcertantes, algunos de ellos lo resultan demasiado para mi gusto, como el que abre el volumen, que contiene la famosa descripción erótica de un dirigible, o el insustancial Her Cederberg, para mi gusto el peor del libro, que basculan en la delgada línea que a veces separa la genialidad de la chorrada.
Por un lado, reconozco mi admiración por el buen hacer de su autora. En estos relatos no sobra ni una coma. Son relatos breves que llegan a su conclusión ¿lógica? ¿apropiada?, sin que, a pesar de su brevedad, se produzca sensación de alguna de apresuramiento. Todo fluye al ritmo adecuado para lo que se está contando. Su estilo es transparente, sutil. No hace alardes ni subrayados: aparentemente se limita contar objetivamente lo que está sucediendo y crear esta ilusión de objetividad es uno de los mayores desafíos a los que se puede enfrentar un escritor. Su imaginación es portentosa. Prácticamente todos los relatos son sorprendentes, nunca utiliza clichés ni tópicos y algunos de sus ideas son asombrosas. También me encanta el modo en que Karin Tidbeck es capaz de dar la vuelta a sus argumentos, la sencillez con la que se las arregla para introducir el elemento fantástico en un relato costumbrista, para lo que, en una ocasión, le basta el sonido de unas campanillas.
Pero por otro lado, entre tantas cosas buenas, a veces tengo la sensación de que me están tomando el pelo. Si todos los relatos son desconcertantes, algunos de ellos lo resultan demasiado para mi gusto, como el que abre el volumen, que contiene la famosa descripción erótica de un dirigible, o el insustancial Her Cederberg, para mi gusto el peor del libro, que basculan en la delgada línea que a veces separa la genialidad de la chorrada.
Anda! Los relatos buenos son tan buenos, y el estilo de la autora me gusta tanto, que se me había olvidado la marcianada esa del dirigible. La mitad y cuarto del otro que mencionas.
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