“Luna: Luna de lobos” de Ian McDonald
Esperadísima continuación de “Luna: Luna nueva”, continúa las aventuras de la familia Corta. “Luna de lobos” tiene el típico problema de las continuaciones: el elemento sorpresa se ha perdido, por más interesante que sea el mundo en el que transcurre, ya nos lo conocemos. Por otro lado, cuenta con la ventaja de que la historia ya está en marcha, puede ir al grano sin perder tiempo en presentaciones ni explicaciones.
Bueno, un poco explicaciones y presentaciones sí que hay, ha pasado un año y medio y en la primera parte del libro se recapitula que ha sido de los personajes y, con hábil y sádica mano, Ian McDonald se guarda para el final aquellos por los que el lector estará más interesado. Algunos ganan en humanidad y otros son dejados de lado. Por ejemplo, el personaje de Marina Calzaghe , tenía como función en “Luna nueva” ser los ojos del lector, que descubría a través de ellos el mundo lunar. Eso, y también salvar el día, de vez en cuando, con su rapidez de reacción y su valor. Como el mundo ya está presentado, en “Luna de lobos” ha perdido su función principal y pasa un discreto, no segundo, sino tercer plano, aunque deje a su paso una escena conmovedora.
Por el contrario, tenemos mucho más del lobo Wagner, con una cierta profundización en la cultura lobuna, a Lucasinho, personaje al que al principio tenia cierta tirria, pero que, a base de acumular tantos y tantos defectos, al final me es casi imposible no quererlo y, además, protagoniza uno de esos “momentos McDonald” para el recuerdo: párrafos y párrafos hablando de tartas. Puede hacerse cansino, pero acabó haciéndome gracia. Y, por supuesto, tenemos a Lucas, cuyo periplo terrestre nos permite conocer un poco mas la Tierra de este mundo futuro, analizado desde un punto de vista selenita, lo que nos permite comprender mejor la Luna ficticia y satirizar el mundo real.
Mas que una continuación, casi podríamos hablar de una prolongación, “Luna de lobos” no tiene sentido sin “Luna nueva” y es absurdo intentar leerla sin haber leído la anterior. Por otra parte, es casi de obligada lectura para los que la leyeron, como lo será una hipotética tercera parte. El estilo de la narración es coherente con la primera parte y no sorprenderá a los lectores, aunque algunas decisiones de Ian McDonald siempre resulten peculiares: dedica más tiempo a los recuerdos de infancia de un personaje que a un golpe de estado, a la música que escucha Lucas durante su entrenamiento para aclimatarse a la gravedad terrestre que al propio entrenamiento, dedica varios capítulos a presentar un personaje nuevo, que, aparentemente, no tiene nada que ver con la trama (aunque acabará siendo vital), se centra en los que padecen una crisis (bien por su ética) en lugar de en los que la provocan o gestionan, lo que tiene el inconveniente de que el lector no sabe lo que está pasando. Y dedica muchas, muchas frases a describir un aparato sexual masculino.
Diría que en comparación con el primer volumen, hay menos ideas y pasan menos cosas, pero las que ocurren se viven con mas intensidad. En este volumen, la aventura prima sobre la intriga. Ya he mencionado una cierta crisis. Gran parte de la novela consiste en los protagonistas intentando sobrevivir a esa crisis. Esta parte de la novela, cuajada de escenas espectaculares y dramáticas, aventaja a su predecesora en emoción y en acción. Sin duda el hecho de haberlo leído durante el periodo de jornada continua de mi trabajo ha influido en ello, pero hacía tiempo que no me veía tan absorto por la lectura de una novela, mas que leerla, la he devorado.
Recuerdo que en los comentarios de mi reseña de la primera parte Alb definía “Luna: Luna nueva” como “Un culebrón, sí, pero de primerísima.” Bueno, pues después de consumir la segunda temporada, me temo que ya estoy absoluta y completamente enganchado.
Bueno, un poco explicaciones y presentaciones sí que hay, ha pasado un año y medio y en la primera parte del libro se recapitula que ha sido de los personajes y, con hábil y sádica mano, Ian McDonald se guarda para el final aquellos por los que el lector estará más interesado. Algunos ganan en humanidad y otros son dejados de lado. Por ejemplo, el personaje de Marina Calzaghe , tenía como función en “Luna nueva” ser los ojos del lector, que descubría a través de ellos el mundo lunar. Eso, y también salvar el día, de vez en cuando, con su rapidez de reacción y su valor. Como el mundo ya está presentado, en “Luna de lobos” ha perdido su función principal y pasa un discreto, no segundo, sino tercer plano, aunque deje a su paso una escena conmovedora.
Por el contrario, tenemos mucho más del lobo Wagner, con una cierta profundización en la cultura lobuna, a Lucasinho, personaje al que al principio tenia cierta tirria, pero que, a base de acumular tantos y tantos defectos, al final me es casi imposible no quererlo y, además, protagoniza uno de esos “momentos McDonald” para el recuerdo: párrafos y párrafos hablando de tartas. Puede hacerse cansino, pero acabó haciéndome gracia. Y, por supuesto, tenemos a Lucas, cuyo periplo terrestre nos permite conocer un poco mas la Tierra de este mundo futuro, analizado desde un punto de vista selenita, lo que nos permite comprender mejor la Luna ficticia y satirizar el mundo real.
Mas que una continuación, casi podríamos hablar de una prolongación, “Luna de lobos” no tiene sentido sin “Luna nueva” y es absurdo intentar leerla sin haber leído la anterior. Por otra parte, es casi de obligada lectura para los que la leyeron, como lo será una hipotética tercera parte. El estilo de la narración es coherente con la primera parte y no sorprenderá a los lectores, aunque algunas decisiones de Ian McDonald siempre resulten peculiares: dedica más tiempo a los recuerdos de infancia de un personaje que a un golpe de estado, a la música que escucha Lucas durante su entrenamiento para aclimatarse a la gravedad terrestre que al propio entrenamiento, dedica varios capítulos a presentar un personaje nuevo, que, aparentemente, no tiene nada que ver con la trama (aunque acabará siendo vital), se centra en los que padecen una crisis (bien por su ética) en lugar de en los que la provocan o gestionan, lo que tiene el inconveniente de que el lector no sabe lo que está pasando. Y dedica muchas, muchas frases a describir un aparato sexual masculino.
Diría que en comparación con el primer volumen, hay menos ideas y pasan menos cosas, pero las que ocurren se viven con mas intensidad. En este volumen, la aventura prima sobre la intriga. Ya he mencionado una cierta crisis. Gran parte de la novela consiste en los protagonistas intentando sobrevivir a esa crisis. Esta parte de la novela, cuajada de escenas espectaculares y dramáticas, aventaja a su predecesora en emoción y en acción. Sin duda el hecho de haberlo leído durante el periodo de jornada continua de mi trabajo ha influido en ello, pero hacía tiempo que no me veía tan absorto por la lectura de una novela, mas que leerla, la he devorado.
Recuerdo que en los comentarios de mi reseña de la primera parte Alb definía “Luna: Luna nueva” como “Un culebrón, sí, pero de primerísima.” Bueno, pues después de consumir la segunda temporada, me temo que ya estoy absoluta y completamente enganchado.
La verdad es que sin el elemento sorpresa de la primera entrega disminuye un poco la fascinación que proporciona interés a la narración, y el estilo algo caótico del autor no ayuda. Aún así sigue siendo para mí una novelaza, y por supuesto que me lanzaré como un Harkonnen, digo como un Mckenzie a por el tercer volumen, en cuanto salga.
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