“Alférez Flandry” de Poul Anderson



La serie de Dominic Flandry es casi desconocida para mí. Se trata de un agente secreto que defiende los interesa del imperio terrestre, al más puro James Bond, o eso indican la introducción y las sonrojantes ilustraciones de la solapilla.

Poul Anderson es uno de mis escritores favoritos desde que era adolescente. Me enganchó con unas novelas cortas muy emocionantes, repletas de acción y aventura. Con el tiempo, al conocer mejor su obra, me enamoraron la vividez de sus escenarios, ya estuviera situados en mundos lejanos o en nuestro pasado más o menos remoto, sus descripciones de paisajes naturales, sus personajes atormentados, sus vuelcos dramáticos y su estilo, sorprendentemente lírico, a veces incluso poético.

Poul Anderson, como escritor era un hombre entre dos mundos. Conjugaba la racionalidad más lúcida con la fantasía más desatada. En su obra, la ciencia ficción “dura” convive con la novela histórica o con la fantasía. Sólo a él podía ocurrírsele intercalar una descripción de un satélite de Saturno con imágenes de cuentos de hadas, o encontrar a los reyes de faerie en un planeta lejana. Y esas no eran sus ideas más arriesgada. ¡Qué ideas se le ocurrían! Sentido de maravilla en estado puro. En su curiculum cuenta con un buen puñado de grandes historias, quizá obras maestras. Mi favorita es “La onda cerebral”, aunque también me gusta mucho “Sam Hall”, “Llamadme Joe”, “Escondido”, “Epílogo” y muchas otras.

Aunque afortunadamente nunca llegó a abandonar la aventura o las historias de exploración, con el tiempo sus narraciones se fueron volviendo más reflexivas y más estrictas, científicamente hablando. También se fueron volviendo más lentas, y sus rasgos de estilo se convirtieron en ticks, pero eso es otra historia. En cualquier caso, nunca perdió el sentido de maravilla y la capacidad de fascinar.

“Alférez Flandry” tiene toda la pinta de pertenecer a la su primera etapa creativa, la que se centra en la acción y la aventura y parece bastante primeriza. Cronológicamente la primera de la de saga, no fue la primera en ser escrita, se trata de una precuela. Todo gira alrededor de Starkad un planeta salvaje habitado por humanoides felinos y seres acuáticos, en perpetuo conflicto por sus recursos naturales. Conflicto que sufre una escalada dramática cuando los seres marinos son apoyados por los reptilianos merseianos y los felinos por el imperio terrestre. No hay nada en Starkad que parezca merecer el interés de los merseianos y el único interés de los humanos es frenar a estos. Entre las tropas destinadas por el imperio se encuentra un alférez joven e inexperto, cuyas heroicas acciones pronto llamarán la atención del responsable de los servicios secretos.

La novela tarda mucho en coger velocidad, no lo hace hasta casi empezado el tercio final, enrocándose previamente en capítulos de presentación de personajes que le restan dinamismo, cuyo objetivo parece ser humanizar a los dirigentes de las distintas facciones políticas en conflicto, mostrando como sus motivaciones son igualmente nobles, desde su propio punto de vista. Como ya digo, estas sucesivas interrupciones le sientan mal al ritmo de la novela y no me sorprendería que fueran un añadido posterior, pues la introducción dice que esta es una versión alargada de una narración más corta. A Poul Anderson siempre se le dieron mejor las distancias cortas, si la memoria no me falla, sus siete premios Hugo fueron por relatos y la “novella” era la extensión más adecuada para sus narraciones.

Por lo demás, “Alférez Flandry” es una novela de una incorrección política rabiosa, para los tiempos que corren. El protagonista es la encarnación de los tópicos más rancios de la space opera, guapo y musculoso, enamora sin remedio a todas las hembras con las que se cruza, sin importar la especie a la que pertenezcan y, con sus propias manos, cambia el curso de cualquier batalla en la que se encuentre. Es tan tópico que Anderson sólo lo humaniza un poco, cuando habla de la excitación que le embarga en los momentos de peligro. Para ser un joven inexperto, muestra una seguridad en sí mismo pasmosa y la nobleza de sus ideales contrasta con los pocos escrúpulos que siente al abandonar en manos de un lujurioso mercader del espacio a la mujer que acaba de arriesgarlo y sacrificarlo todo por él.

El fin justifica los medios, ese es el “leitmotiv” de la novela y no es un fin demasiado elevado, puesto que sus héroes sólo aspiran a mantener el status quo el máximo tiempo posible y sólo al final expresan que el bando al que pertenecen pueda ser superior en algo al contrario. El resto del tiempo se trata de puro pragmatismo: defender a los mío, porque son los míos. No es difícil ver en Starkad una metáfora del intervencionismo de la guerra fría con los asesores del imperio haciendo el papel de los Estados Unidos y los merseianos el de la Unión Soviética. En contra de lo que pueda parecer, no es algo que me moleste, cada autor es libre de expresar sus ideas, que además son fruto de la época que vivió, pero me irritan un poco cuando se ponen discursivos, es decir, cuando nos arrojan sus ideas a la cara, sobre todo en un producto que sólo ambiciona el noble logro de entretener. Después de una serie de emocionantes huidas y batallas espaciales, Poul Anderson concluye su precuela con un acerbo alegato en contra del pacifismo, al que llega de calificar de “Diablo” porque niega la libertad de acción. Un pacifismo el que describe, tan infantil y tan estereotipado como afirma que son las críticas al militarismo que defiende. Molesta indigestión de retórica que constituye un pobre broche final a una novela que desborda amenidad.

El otro inconveniente de “Alférez Flandry” es la traducción. Es obra del recientemente fallecido Carlos Saiz Cidoncha, figura muy popular entre los aficionados españoles y considerado una eminencia sobre el subgénero de la space opera. Máximo valedor de la saga de Flandry, sin duda no se hubiera publicado de no ser por él y por su traducción, pero en este caso, el paladín se ha convertido en su peor adversario. La traducción da la sensación de no haber sido revisada por ningún corrector. Abundan los falso amigos, palabras que se han traducido por una palabra española que suena muy parecida, pero que significa otra cosa “sugerencias” convertidas en “sugestiones” por ejemplo. La conjunción “que” aparece y desaparece en los lugares más inesperados, incumpliendo las normas gramaticales y en ocasiones hay frases que significan justo lo contrario de lo que, por el contexto, deben querer decir. También se arma unos líos muy grandes cuando describe el uso de la tecnología “mágica” que permite el viaje a mayor 

A pesar de todo, aunque, como dije, tarda casi dos tercios de la novela en animarse, cuando se anima, se anima mucho. Se convierte en un relato muy emocionante del que es casi imposible apartarse hasta su conclusión. Cumple de sobra su objetivo de entretener y la revelación final, acerca de los verdaderos motivos de la presencia de los merseianos en Starkad, está a la altura de la expectativas creadas y es verdaderamente impactante. Así que si, para mí ha resultado una lectura satisfactoria.

Lo más extraño de todo es que lo que mas me gustado ha sido la breve descripción de las matemáticas de los seres acuáticos.

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