“El arca” de Stephen Baxter



Continuación de “Inundación” una de las novelas más aburridas que he leído en los últimos años, me ha costado mucho a decidirme a la lectura de “EL arca”. En parte fue por una entrevista que leí del autor, en la que decía algo así como que quería escribir una novela sobre una especie de “Gran hermano” en el espacio. Para ello necesitaba un buen motivo para dejar la Tierra y buscándolo acabó escribiendo “Inundación”. Esa idea, la del “Gran hermano” en el espacio, me resultó muy atractiva, así que, después de dejar pasar un tiempo prudencial, es decir un tiempo lo bastante largo para no sentirme abrumado por lo aburrida que fue “Inundación”, acometí su lectura.

Cerca del final del “Inundación” los protagonistas conseguían enrolar a la hija de su antigua compañera, Grace Gray, en lo que tenía toda la pinta de ser un proyecto de emigración de las estrellas. La novela empieza justo en ese momento, para luego retroceder en el tiempo y contar la historia del proyecto, desde cero, con personajes nuevos. Salvado un momento, Grace Gray es bastante irrelevante en la historia.

Mis expectativas se vieron frustradas bastante pronto. Si la idea del “Gran Hermano” estaba realmente en la cabeza de Baxter, la abandonó muy pronto. Hay algunos retazos, los candidatos se convierten en celebridades, con enjambres de seguidores y afirman repetidamente que están muy presionados y que viven en un entorno muy competitivo. Esas frases se repiten en un par de ocasiones, con diferentes variantes, . Eso es todo. Nunca se nos transmite esa presión y esa competencia. A pesar de que fracasar es exponerse a una existencia miserable y corta, los personajes nunca parecen realmente angustiados, ni se hacen zancadillas unos a otros, ni actúan de cara a la galería, ni tienen momentos de pánico.

Esto no tiene que ser un obstáculo en la lectura para ningún otro lector. Mis expectativas son mías y sólo mías y hace tiempo que aprendí a rendirme a lo que un libro realmente me cuenta y no a lo que esperaba que me contara.

Lo que si es un obstáculo es lo endeble de los personajes y lo poco interesante de las relaciones entre ellos. Baxter malgasta una cantidad nada despreciable de páginas en contar rupturas y separaciones. Curiosamente, no cuenta como se forjan los vínculos, sólo como se rompen. Así que evolucionan a “saltos cuánticos” en vez de hacerlo de forma continua. Para acabar de arreglarlo todo, introduce a un inverosímil personaje con personalidad múltiple. Desde que leí “Visión ciega” de Peter Watts, se que hay muchos psicólogos que no creen en las personalidades múltiples. No tengo conocimientos para formarme una opinión bien fundada, pero el modo en que se representa a estos personajes en la ficción siempre me ha parecido muy falso y facilón y “El arca” no ha hecho que cambie mi opinión.

Concluyendo, los momentos de drama apenas resultan dramáticos. Es evidente que no se le dan bien a Stephen Baxter. El tiempo que les dedica es tiempo malgastado que podría estar dedicando a describir naves espaciales o planetas alienígenas, que es lo que realmente domina. Uno se pregunta porqué se molestó y que es lo que realmente Baxter quería narrar. Porque si lo que quería era que las peripecias dramáticas de los personajes sirvieran de hilo conductor, mientras lo que se cuenta, realmente, es la gesta de la humanidad por escapar a su destrucción, se podía hacer mejor con poco esfuerzo.

No me entiendan mal, hacerlo bien, hacerlo muy bien, requiere talento y genio, pocos autores son capaces de crear grandes personajes, repletos de humanidad.

Pero hacerlo de un modo aceptable… no es tan difícil. Existen múltiples recetas, abundantemente usadas en infinidad de películas de catástrofes y culebrones televisivos. No son originales, normalmente son ñoñas y sensibleras, pero funcionan. No quiero decir que sean un estándar que deba ser tomado como ejemplo. Quiero decir, que, si ni siquiera te vas a esforzar en llegar a ese nivel de complejidad emocional ¿para que te molestas?

Aparte, “El arca” arrastra muchos de los problemas de “Inundación”. Hay capítulos enteros carentes de propósito. En uno, los protagonistas son atacados por un grupo de postergados durante un simulacro. Toda la finalidad del capítulo parece ser desvelar aspectos oscuros de la personalidad de uno de ellos, pero ese personaje sólo aparecerá en otro par de capítulos y apenas tiene importancia. Hay otro en el que un tumulto aparta a otro de los protagonistas principales del grupo de candidatos a exploradores del espacio. Al capítulo siguiente se reincorpora a filas. ¿De que ha servido ese capítulo? Si al menos lo experimentado le hubiera provocado un trauma o afectara de algún modo a sus decisiones futuras, pero que va, nada de nada. Tanto tiempo desperdiciado en esos capítulos y, en cambio, al personaje de Wilson, que acaba siendo fundamental, sólo se le dedican un par de líneas de presentación.

Añadamos a ello las consabidas descripciones de los desastres provocados por la subida de las aguas, de las que ya acabé tan harto en su predecesora. Baxter tiene el dudoso talento de conseguir que lo horrible resulte aburrido. Tengo mis dudas sobre que pretendía al escribir tantos capítulos sobre las atrocidades cometidas para lograr que unos pocos puedan sobrevivir. Normalmente, cuando cargan tanto las tintas los autores tienen dos objetivos en mente: O bien criticar la obcecación que lleva a cometer barbaridades en pos de un objetivo noble, o justo el contrario, que el fin justifica los medios y a veces es necesario mancharse las manos para conseguir algo.

Baxter no parece abogar por ninguno de los dos puntos de vista. En su universo, tanto si mantienes la pureza de corazón como si caes víctima de la corrupción, morirás y tus esfuerzos no servirán de nada. Quizá no pretendiera ningún objetivo moralizante y sólo pretendiera ser realista: que la gente es capaz de cualquier cosa cuando está en juego su supervivencia es una verdad básica para comprender a la humanidad y, los gobiernos, mal que nos pese, se componen de gente. Quizá sólo pretendiera mostrar la naturaleza humana. O quizá sea que experimenta un perverso placer escribiendo como sus títeres traicionan y asesinan, al igual que los guionistas de varias series de televisión modernas.

La primera mitad de la novela es básicamente, la construcción de una nave espacial y la segunda mitad, el viaje. En la primera parte, los mejores pasajes son los que se centran en la construcción de la nave y en las discusiones sobre el tipo de organización, de sociedad en el fondo, que deberán formar sus pasajeros y tripulantes. La segunda parte es el viaje en sí y es sensiblemente mejor. Con estas cosas no es posible estar completamente seguro, pero me ha parecido que algunas de sus ideas y líneas argumentales han tenido su eco en obras posteriores como “Aurora” de Kim Stanley Robinson e incluso un poco en “Siete evas” de Neal Stephenson. Stephen Baxter despliega sus mejores músculos literarios en esta parte. Por primera vez, el sentido de maravilla aparece en la mini-saga. Hay brillantes especulaciones sobre la formación de planetas y la habitabilidad de la galaxia, explicadas de modo perfectamente comprensible. Incluso hay algunas buenas escenas de acción.

(No parece ser el objetivo de nadie cuando se dedica esto de escribir, pero no a todo el mundo se le da bien y mira por donde, a Stephen Baxter le salen bastante bien. )

El resultado es una novela descompensada, a la que le sobran capítulos, subtramas y melodrama barato y le faltan objetivos objetivos claros. Sin embargo, la mitad o así de sus páginas es cautivadora y tiene momentos brillantes. La recomiendo sólo a aquellos aficionados a la ciencia ficción que disfruten tanto con la Ciencia como con la Ficción.

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