“El libro de Hiperbórea” de Clark Ashton Smith


 
Los relatos contenidos en este volumen transcurren en una antigüedad imaginaria, en un continente perdido, cercado por los hielos de la edad glacial, que en algún momento lo sepultarán bajo su peso. Su autor, Clark Ashton Smith, aunque permanece casi inédito en España, es uno de los fundadores de la fantasía moderna, contemporáneo y amigo por correspondencia de Howard y Lovecraft (sobre todo de este último)

El libro empieza con una extensa introducción de Luis Gámez, también traductor, en la que se realiza un exhaustivo recorrido por la vida y la obra del autor. El rigor, la documentación y, en resumen, la profesionalidad de esta introducción hace que se nos caiga la cara de vergüenza a todos los juntaletras que enfangamos internet con nuestras tonterías.

En cuanto al contenido en si, me ha resultado peculiar. Los relatos no aparecen en un hipotético orden cronológico, sino en el orden en el que fueron completados y se nota mucho en los primeros.

“La historia de Satampra Zeiros” el primero de ellos, es una típica historia de dos ladrones que intentan saquear el templo de una deidad maligna, en una ciudad abandonada y que, cómo se puede esperar, salen trasquilados. A pesar de lo tópico que resulta a un lector moderno, es un relato muy ameno, narrado en primera persona por el protagonista con una voz muy personal y una ironía deliciosa. Sin embargo, para un autor que fue poeta antes que prosista y para el que, al parecer, el estilo lo era todo, el uso de adverbios resulta muy machacón y emplea unas imágenes y unas metáforas muy manidas. Quizá se tratase de un caso de bisoñez estilística.

Bisoñez que, en mi opinión, se extiende a “La puerta de saturno”. ¿Alguna vez un amigo o un compañero os ha contado un chiste que le hace tanta gracia que no puede parar de reír mientras lo cuenta y cuando se acaba no te hace ni maldita gracia y te quedas con una sonrisa tonta en la boca mientras el otro se empeña en repetirlo desde el comienzo, porque parece que no lo has pillado? Esa es la impresión que me produjo “La puerta de Saturno”, cuento que al parecer era de los preferidos del autor y que releía con asiduidad.

No tengo palabras para describir lo malo que me pareció a mí. Es uno de esos relatos que te hacen desear abandonar la lectura de un libro y no volver a hojear una página del mismo autor en toda tu vida.

Después viene “El testamento de Athammaus”. Mas salvaje y mas gore, pero compartiendo algunos de los defectos del anterior. Sin embargo el clímax del relato está logrado y sabe crear algo de intriga, así que hice fuerzas de flaqueza y continué.

Afortunadamente, las cosas mejoran mucho en el siguiente relato. “El sino de Avoosl Wuthoqquan” la historia de un avaro al que la codicia conduce a un horrible final, contada con una notable sencillez y eficacia.

“Ubbo-Sathla” es, en el fondo, una buena historia de observadores del pasado, uno de ellos de nuestra propia época.

“La sibila blanca” es un relato, típico, sobre un poeta que se enamora o obsesiona de un misterioso personaje femenino y cuando por fin lo alcanza … bueno, no sé muy bien que ocurre. En estos relatos es casi más importante el estilo y la atmósfera, la capacidad de fascinación, que lo que se cuenta. El resultado depende de la percepción del lector, conozco a mucha gente a la que le parecería cursi y engolado. A mí me ha parecido magnífico.

“El demonio de hielo” es una obra maestra de relato. “La venida del gusano blanco”, casi lo mismo. No le pongo la misma etiqueta porque el final me parece demasiado “fácil” y creo que algunos momentos necesitarían más desarrollo, pero es un festín para la imaginación.

“Las siete geas” es un retorno al horror. Al horro de “La puerta de Saturno” quiero decir, aunque reconozco que en algunos momentos si he apreciado su humor y que muestra una imaginación … peculiar. Pero siete geas son demasiadas geas. Y creo que un final feliz hubiera sido más cómico.

Finalmente en “El robo de los treinta y nueve cinturones” vuelve el bueno de Satampra Zeiros, en una bien construida historia de robos casi perfectos.

El volumen se completa con fragmentos y sinopsis. Merece una atención especial “La casa de Haon-Dor”, que el propio Smith pretendía incluir en una posible compilación del ciclo de Hiperbórea, con la peculiaridad de que lo poco que escribió transcurría en el siglo veinte.

Quizá por saberle poeta y por el hálito de brillantez que se le atribuye, esperaba más del estilo de Clark Ashton Smith, que, salvo en contadas ocasiones, no me ha impresionado. Es más, tiene un gusto por los arcaísmos que encuentro irritante, por cuanto suelen referirse a la botánica, las más de las veces y no acabo de conectar con su sentido del humor. Me ha recordado mucho a otros autores de la era pulp, irregulares como ellos sólos. Cuando es bueno es muy bueno, cuando es malo … todo lo contrario. En este libro hay un poco de ambas cosas.

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