"Memoria de Tinieblas" de Eduardo Vaquerizo

Hasta ahora Eduardo Vaquerizo ha publicado 3 novelas ubicadas en el mismo universo, “Danza de Tinieblas”, “Memoria de Tinieblas” y “Alba de Tinieblas”, más un libro de cuentos escrito en colaboración con otros autores, “Crónicas de Tinieblas”. Para los pocos que aún no estén enterados, diré que se trata de una ucronía. Los que deseen más detalles de esta línea temporal pueden consultar mi reseña http://pepefoton.blogspot.com/2021/06/alba-de-tinieblas-de-eduardo-vaquerizo.html

En “Memoria de Tinieblas” abandonamos el siglo de oro para adentrarnos en la segunda mitad de este siglo XX ficticio. El imperio español es la nación más poderosa del mundo, aunque lleva años sumida en una guerra interminable con el imperio turco, en un estancado frente en el este de Europa. La novela se estructura en torno a dos hilos narrativos que se alternan pasado y presente. El protagonista, Alonso García de Castañeda, es un conjurado, miembro de una orden secreta que ejerce de servicio secreto del imperio, aunque ya en franca decadencia. En el hilo narrativo que transcurre en el presente, Alonso investiga la muerte y el incendio en el laboratorio de un científico. El que transcurre en el pasado, nos cuenta sus orígenes, desde que fuera reclutado de niño, en un orfanato, centrándose en sus experiencias en Nueva Borgoña. Sin un mapa no puedo estar seguro, pero Nueva Borgoña abarca, mas o menos, el territorio de los Estados Unidos. En esta ficción es una zona que fue colonizada por disidentes políticos deportados, que han resistido los intentos del directorado francés, aliado con el imperio español, por sojuzgarlos.

Me resulta muy, muy difícil, hacer una reseña objetiva de este libro, porque mi valoración está plagada de preferencias personales, que hay continuación registro: Hay un modo de escribir novelas que, lo diré sin ambages, detesto. Consiste en dividir el relato en capítulos, generalmente cortos, con una sorpresa o una diminuta revelación al final. Esa es la definición diplomática, también podríamos decir que son libros que se entienden si sólo te lees las últimas líneas de cada capítulo. Soy consciente de mi excepcionalidad, sé que a la mayoría de los lectores no les molesta. Incluso parece que lo disfrutan. Es un modelo tan extendido que estoy seguro de que mucha gente no se plantea escribir novelas de otro modo, pero a mí me apartó para siempre de la “Canción de hielo y fuego” y me hizo perder el interés en la obra de Joe Abercrombie.

“Memoria de Tinieblas” está escrito así, un tipo de escritura, además, que se da de morros con mis forzados nuevos hábitos de lectura nocturnos. Como consecuencia, se me ha hecho todavía más largo de lo que es y es una novela muy larga.

Quizá sería más sencillo decir que le sobra paja, tanta como la que vierto en este post o la que está sufriendo mi cerebro. Ejemplos, he dicho que en la trama situada en el presente Alonso realiza una investigación. Eso es cierto, pero a la larga. Durante los primeros capítulos, Alonso se pasea por Madrid, asiste a entrenamientos de los conjurados, aprende a usar el análogo de una conexión a Internet de la época, asiste a cenas … En resumen, hace cualquier cosa menos investigar. La trama centrada en el pasado acaba centrándose en la resistencia de Nueva Borgoña al segundo intento de dominación. Acaba haciéndolo, después de cientos de páginas sin una dirección aparente. Añadamos otro hándicap personal: la presencia de nativos americanos permite la introducción de visiones y experiencias místicas medio chamánicas … que tampoco soporto.

Y por último, que quieren que les diga, el universo meticulosamente diseñado por Eduardo Vaquerizo con un grado de detalle digno de un orfebre, no me resulta demasiado interesante, así que no acabo de sumergirme ni perderme en él.

Llegados a este punto, tengo que recalcar que, lo que para mí son pegas casi insuperables, no tienen porque serlo para otros lectores. Y detallar un poco más ese “casi”. Si tan poco atractivo y tan monótono me resultaba todo ¿cómo es que he terminado el libro? Que, como ya dije, es bastante largo. Bueno, porque el talento con el que está escrito es impresionante. La habilidad en el uso del lenguaje, las imágenes, los símiles, las elipsis, el modo en el que todo está contado, reflejan un talento tremendo. Es uno de esos casos en los que la forma parece tirar más que el fondo, el continente supera el contenido y Vaquerizo logra tenerme pendiente de sucesos que no me interesan demasiado y que, contemplados con cierta perspectiva, son bastante previsibles. Por lo que he leído, el Eduardo Vaquerizo escritor fue evolucionando a lo largo de sus primeros libros y aquí alcanza ya su cenit, el pleno dominio de los secretos del oficio. Finalmente es gracias a ese talento narrativo por lo que el libro no me ha disgustado y por lo que aviso a los que compartan mis fobias: tengan cuidado con Eduardo Vaquerizo, que engancha y puede llegar a provocar adicción.

Comentarios



  1. Se menciona mucho en Internet la palabra “procrastinar” últimamente. Pues bien, creo que, con la lectura de esta novela, he alcanzado mi record de procastinización. A juzgar por la fecha de la introducción de Rodolfo Martínez, he tardado nada menos que 11 años en decidirme a leer este libro.

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