"Tatja Grimm's world" de Vernor Vinge
La primera novela de Vernor Vinge no tiene mucho que ver con el resto de su obra.
No merece la pena que avise de spoilers, nadie se va a molestar en publicar nunca este libro en español …
Transcurre en un planeta habitado por humanos en el que existen muy pocos metales, por lo que su nivel tecnológico no es alto, aunque está progresando. Los humanos no saben como llegaron a este mundo, del que se consideran nativos y del que habitan principalmente en sus islas, mientras que el interior de los continentes es un desierto plagado de leyendas. De este interior llega Tatja Grimm, una bárbara casi adolescente, que apenas habla el lenguaje común, pero posee una inteligencia inusitada. Tajta se unirá a la tripulación de la barcaza Tarulle que es a la vez una editorial ambulante, irá ascendiendo en el escalafón de su tripulación y, finalmente, tras abandonarla, acabará rigiendo la nación más poderosa del mundo, impulsada siempre por su sed de conocimiento y por encontrar sus iguales intelectuales, allá arriba, entre las estrellas.
La verdad es que esta novelita no deja entrever lo que llegó a dar de sí la obra de su autor. El argumento tiene un aire Pulp que el propio Vernor Vinge satiriza en su primera parte. Parece más propio de Philip Jose Farmer o Jack Vance que para el profeta de la singularidad. Aunque entretenida y con un desarrollo muy ágil, se trata de una novela muy primeriza. Su naturaleza de fix-up es evidente, son tres relatos que cubren tres momentos en la vida de Tatja Grimm, el primero de los cuales, que además sirve como presentación, fue escrito expresamente para su publicación como libro. La construcción de los relatos es un poco torpe. Me hirió profundamente el modo en que, al final del segundo relato, Tatja Grimm revela sus motivaciones a sus compañeros, porque sí, como si le hubiera dado por pensar en voz alta sin ningún motivo claro. Fuera de la protagonista, los demás personajes no tienen mucho interés y eso que la narración transcurre desde sus puntos de vista (¿Cómo si no podrían sorprendernos las acciones de Tatja?)
El escenario de la novela tiene cierto atractivo, hay cosas brillantes, ciudades construidas por termitas, no amaestradas, pero si dirigidas y cultos astronómicos, pero, en general, no destaca especialmente, ni por su exotismo ni por su originalidad. La explicación de la presencia de los humanos también es original: al contrario de lo que cualquier lector esperaría, no son los descendientes de los supervivientes del naufragio de una nave estelar, si no que sus antepasados fueron raptados y abandonados en el planeta, para crear una colonia perdida de humanos, que en el futuro puedan ser cosechados para utilizar sus cerebros como procesadores. ¿Cómo se les ha quedado el cuerpo? Ya dije que el argumento era un tanto Pulp y no acaba de parecerme muy creíble, pero es bastante original.
En resumen, que Vernor Vinge apuntaba maneras, pero estaba dando sus primeros pasos en la escritura y se notaba. Sin embargo, hay un pequeño detalle que hace esta breve novela sea terriblemente simpática para mí. Ya he mencionado que la barcaza Tarulle es una editorial flotante. ¿Qué publica exactamente?
(que bien iría ahora un redoble de tambores. Seguro que hay algún modo de poner efectos sonoros a un post, pero ¿lo habrá para que salten cuando el lector llega a determinado punto de la lectura¿)
Publica la revista Fantasy ¡UNA REVISTA DE CIENCIA FICCION! Estamos hartos de que los héroes de las historias de ciencia ficción sean tripulantes de naves militares, científicas o exploradores. Poul Anderson o el propio Vernor Vinge popularizaron la figura de los comerciantes estelares. Leí que Mike Resnik tiene una saga sobre un burdel interestelar. Bueno, vale que están restringidos a la superficie de un único mundo, pero nunca me he encontrado una historia en la que los héroes sean redactores itinerantes de una revista de ciencia ficción. Parte del argumento del segundo relato consiste en una operación clandestina para evitar la destrucción de la única colección completa que existe en el mundo de la revista Fantasy. Tatja llega a afirmar que el desarrollo científico y tecnológico que está viviendo su mundo, se debe a la difusión de la revista. El razonamiento de Vinge es que en la ciencia ficción es una fuente de sugerencias para los ingenieros, los escritores tienen las ideas de lo que podría ser posible, que luego otros convierten en realidad.
La ciencia ficción como elemento transformador de la sociedad y la tecnología. Me gustaría creerlo. Puede que incluso haya algo de razón, hay una opinión bastante extendida de que, sin “Neuromante” internet y la revolución digital no habrían llegado a existir. Pero, teniendo en cuenta lo poco que se lee la ciencia ficción, me cuesta creer en su influencia, me huele al tipo de credo del que se autoconvence una minoría para sentirse útil y especial. Pero esa visión partidista revela también un profundo amor al género, con el que no puedo simpatizar más. Que queréis que os diga, Vernor Vinge se ganó un rinconcito en mi corazón.
Por cierto, que me he quedado con la duda de si transcurre en un planeta o en una luna. En internet dicen claramente planeta, pero en sus cercanías hay un cuerpo astral extremadamente luminoso y , en según que latitudes, hay una estación oscura en la que dicho cuerpo eclipsa la luz solar durante gran parte del día, eso me suena más a luna de un gigante.
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