"Las nieblas de Praga" de Víctor Conde
La contraportada de este libro dice: “¿Existe realmente el golem y se esconde en algún lugar de los callejones neblinosos de la ciudad?” a la vez que habla de que “Victor Conde sigue revisitando los grandes iconos de la narrativa del terror”. Me parece una publicidad un poco engañosa, porque da la sensación de ser una novela sobre golems. Claro que, por otro lado también dice “A principios del siglo XX, el funcionario K se ve envuelto …”K” como Kafka, como Joseph K, el protagonista de “El proceso”, como el agrimensor de “El castillo”. Porque golems, haberlos haylos, pero “Las nieblas de Praga” es, en realidad, un homenaje a Kafka.
Muchos elementos de la novela recuerdan a Kafka: Hay un castillo que se alza sobre los ciudadanos de Praga, sede de una autoridad omnipotente e incomprensible. Hay dos alusiones a “La metamorfosis”, la segunda bastante decisiva. Y, a semejanza de su tocayo de inicial, K tendrá que afrontar un absurdo proceso sin motivo, de brutalidad aplastante, a partir del momento en que diversos personajes (algunos desde organizaciones antisemitas) le contactan, ya sea para incluirle en sus incomprensibles planes o para apropiarse de los diseños que realiza en sus ratos libres de una camilla mecánica capaz de realizar hasta cinco operaciones a la vez.
Todo ello envuelto en la, a menudo, desconcertante prosa de Victor Conde, que suele distanciar al lector de sus personajes. Cierto que K es un personaje bastante anodino, algo completamente intencionado, pero me parece una pena, por lo que respecta a su padre, personaje poderoso donde los haya, judío que oculta su condición y reconocido escultor de imágenes religiosas. Los demás personajes oscilan entre lo inquietante y lo estrambótico, sin resultar nunca del todo comprensibles, como tampoco lo son las peripecias de Salom Warserrtrum Kandinsky, nombre completo de K. Todo es una especia de delirio, quien sabe si sueño o pesadilla, que se resiste a encajar en la lógica causal. Hay un momento que me desconcertó particularmente, cuando el protagonista ve a su yo futuro. Posteriormente, cuando a K le alcance su lugar en la línea temporal, contemplará su yo pasado mirándole. Lo que me desconcierta no es que esto ocurra sin el auxilio de anacronópetes, portales espacio-temporales, encantamientos, sueños proféticos, abuso de drogas, o cualquier otro tipo de pseudo-explicación, ya sea científica o fantasiosa, si no que es un acontecimiento que carece de un propósito o de la menor importancia dentro de la trama.
A pesar de lo dicho, no quiero dar la impresión de que esta sea una reseña negativa. Es complicado aburrirse con “Las nieblas de Praga”, dada su escasa longitud de la novela y el aluvión de acontecimientos que contiene. Es una locura, si, pero ese es su encanto. Y la retorcida prosa de Víctor Conde no carece de atractivo. Pero no es plato para todos los paladares. Estoy bastante seguro de que ni mis hermanos ni mis amigos aficionados a la literatura fantástica la soportarían. Por el contrario, sé de varios blogs que la pondrían por las nubes. No gustará a los que prefieren historias más convencionales (o sensatas), pero si a los aficionados a los juegos meta literarios, al surrealismo, el postmodernismo y quizá, a los que valoran más la forma que el contenido.
Reseñado por alguien que no ha leído a Kafka en toda su vida.
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