"Cataclismo en Iris" de Arkadi Strugatski, Boris Strugatski
Empiezo a conocer la obra de los hermanos Strugatski y me doy cuenta de que tiene cosas buenas y cosas malas. Aprecio su sentido del humor, su costumbre de elegir como protagonistas a pobres diablos que se ven desbordados por los acontecimientos. Encuentro refrescante su estilo, que a veces me recuerda a la literatura del siglo XIX, no necesariamente superior al de los autores actuales, pero si distinto. Y, finalmente, admiro el modo tan magistral que tienen para alternar la tercera persona con la primera en los momentos cumbres, asomándose a las interioridades de sus personajes.
Pero hay en ellos cierta pretenciosidad, sus argumentos pueden carecer de dirección y cuando se ponen crípticos, no hay quien los entienda.
“Cataclismo en Iris” no es de las mejores ni de las peores. Su mayor defecto es una larga conversación sobre la dicotomía entre racionalidad y espiritualidad que se dan en el ser humano, tan aburrida como, en el fondo superficial. Los hermanos Strugatski parecían pensar que sólo hay dos tipos de personas: científicos y artistas y que en el futuro no habría ninguna persona que no encaje en estas categorías. Es una conversación que no aporta nada y que se lee bastante en diagonal.
El resto de la novela cuenta como en el planeta Iris, por culpa de un experimento que sale mal, se produce una catástrofe que aniquilará a toda su población en un breve espacio de tiempo y la única nave espacial disponible para la evacuación apenas tiene capacidad para salvar a los niños del planeta y no a todos.
La novela fluye con facilidad, además es muy corta. Su final es desolador, por su tristeza y su pesimismo. He leído otras reseñas en las que se asombraban de la diferencia de personalidad con los pueblos eslavos. El más recordable de los personajes, un técnico de bajo nivel y escasamente brillante, tiene un momento de egoísmo criminal, que al final resulta baldío, pero el resto de la población del planeta afronta la situación con un inhumano estoicismo muy difícil de creer. Personalmente, yo no me lo creo y pienso que en la vida real habría habido mucha más histeria y alboroto, independientemente del origen étnico de los habitantes del planeta. En cambio, la callada resignación y el cumplimiento del deber definen la tónica de la novela, salpicada aquí y allá por pequeños retazos conmovedores de tristeza y autoengaño.
Aunque devaluada por unos toques pretenciosos y crípticos, diría que las virtudes de “Cataclismo en Iris” superan sus defectos, pero no en un porcentaje abultado, por lo que no es una novela especialmente recomendable.

2025-11-12
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