"Perros bajo la piel", de Luis Angel Cofiño



Conocí a Luis Ángel Cofiño por su tercera (creo, con la cantidad de editoriales pequeñas que hay, cuyos libros no hay modo de encontrar, no puedo estar seguro) y última obra hasta la fecha, "Su cara frente a la mía", que, sinceramente, me parece una de las mejores obras que ha dado la ciencia ficción española, vilmente secuestrada por mi hermano y quien sabe si olvidada en un guardamuebles, que su alma se pudra en el infierno, caso de existir. En fín, que me dediqué a buscar sus otras obras. "El cortafuegos", lo conseguí en formato digital, y "Perros bajo la piel" lo encontré en la librería "Estudio en escarlata" (una vez mas, gracias). Como curiosidad diré que Cofiño es médico, y que su página web parece dedicada a trucos de Linux, lo que le hace digno de espeto de este mediocre informático que escribe.

Si las dos anteriores podríamos considerarlas "novelas de tesis", puesto que parten de una premisa que desarrolla hasta sus últimas consecuencias, esta resultaría de mas difícil clarificación, si acaso diría que me recuerda a algunas novelas de Jose Antonio Suarez, aunque personalmente la encuentre mas lograda. Normalmente no tengo el menor escrúpulo en destripar vilmente cualquier sorpresa o giro argumental de las novelas que reseño, pero en este caso me voy a tener que contener, porque tiene tantos cambios de rumbo, tantas sorpresas e intenciones ocultas, que destriparla sería cargársela. Ni siquiera puedo decir si es una novela optimista o pesimista. Sólo diré que la humanidad salida de la crisis medioambiental descrita en "El cortafuegos", tiene que afrontar un nuevo desafió, el primer contacto con una especie alienigena, y que los políticos, como siempre, quieren aprovechar el acontecimiento para lograr sus propios objetivos. Y...bueno, dejémoslo.

Aunque en comparación con las otras dos novelas parece menos ambiciosa, Cofiño sigue haciendo buena ciencia ficción. Hay especulaciones interesantes sobre inteligencia artificial, vida extraterrestre, política y formas de gobierno. Personalmente algunos de los momentos que mas he disfrutado se los debo a Anna, la radioatrónoma alemana. Sus recuerdos o reflexiones en los que se nos describe el mundo ecológicamente estable en el que se ha convertido la tierra (el mantenimiento del coche familiar), y sobre todo, el pasaje en el que se imagina a los extraterrestres, que me resultó especialmente delicioso, aunque sea un adjetivo que deteste.

En lo puramente literario o artistico, pues...los personajes me han parecido poco definidos, lo que no es necesariamente malo, al tratarse de una novela coral con muchos protagonistas un exceso de definición habría resultado perjudicial y habría repercutido de mala manera en el ritmo. Aún así, en ocasiones se pasa, tenía que revisarme continuamente la lista del pasaje para saber quienes eran los miembros de la expedición que estaban hablando y algunos de sus conflictos personales, por ejemplo la relación entre los telecos no es ni esbozada, solo comentada, y la historia de la IA merecería un mayor desarrollo. Es una apreciación personal, pero Cofiño siempre me parece que está punto de eclosionar como escritor, pero nunca termina de hacerlo. Las situaciones están a punto de ser conmovedoras,..pero no terminan de serlo. Los personajes están a punto de ser creíbles, ..pero se queda a medio camino, los trazos que los definen resultan demasiado gruesos, los diálogos demasiado forzados.

La historia da muchos giros inesperados, realmente, tiene mas vueltas y revueltas que una montaña rusa. Cofiño juega continuamente con las expectativas del lector para que, cuando crea saber el rumbo que tomará la historia, traicionarlas con un nuevo vuelco inesperado, y de ese juego sale victorioso, hace reflexionar al lector y le hará pasear por regiones mentales poco transitados.

En fin, ¿que puedo decir?. En lo que se refiere a estrictamente ciencia ficción, me ha parecido una de las mejores novelas españolas que he leído últimamente, pero, con el mayor de los respetos para ambos, los que se acerquen a su lectura deberán ser conscientes de que tiene mas de José Antonio Súarez que de Stanislaw Lem.

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