“Las aventuras de Eric John Stark” de Leigh Brackett
Recuerdo que un día, saliendo de
un examen de la Facultad, me pasé por Espasa antes de volver a mi casa y me
encontré una enorme cantidad de saldos de Miraguano. Aunque me habían llamado
la atención, no me había comprado ninguno porque me parecía que la relación
número de paginas / precio era desproporcionada. Aquel día me puse las botas y
me reencontré con Leigh Brackett, autora por la que sentía curiosidad desde que
leí “La espada de Rhiannon”.
Miraguano publicó tres libros de
esta autora, “La estrella escarlata”, “Los perros de Skaith” y “Los piratas de
Skaith”. El protagonista de aquella trilogía era Eric John Stark. Un terrestre
criado por los aborígenes de Mercurio, considerados bestias por los mineros
humanos, que los habían exterminado y le habían metido en una jaula. Su nuevo
padre adoptivo Simon Asthon conseguiría integrarle en la humanidad, aunque Eric
sería siempre más bestia que hombre y tendría tendencia a revertir a su estado
animal en los momentos de tensión. Al público actual le recordará a Lobezno,
cuya influencia es imposible, dado el golfo de años que les separan. Más
probable es la de Tarzán, puesto que Brackett estaba muy influenciada por
Burroughs.
Eric John Stark se gana la vida como
mercenario, normalmente en lugares poco civilizados como Marte y Venus, donde
todavía es habitual luchar con lanzas y espadas y siempre toma partido por los
bárbaros que se defienden de la explotación del mundo civilizado.
Aunque aquel fuese mi primer
contacto con este héroe sombrío, no eran las primeras narraciones que
protagonizaba. Este volumen reúne el resto de las obras de Leigh Brackett sobre
Eric John Stark. Son historias que me recuerdan un poco a las clásicas
aventuras de Alex Raymond de Flash Gordon, aunque el personaje que nos ocupa
sea moralmente mas ambiguo. En el mundo de la estrella escarlata incluso había
hombres marinos y hombres alados (más o menos) y lo mismo ocurre con sus
habitantes de Marte. Los argumentos son sencillos. Hay grandes batallas y hay
mujeres hermosas y todas se sienten instantáneamente atraídas por el
protagonista. Al menos una vez, en cada una de los aventuras, se nos recuerda
lo fuerte, lo duro y lo atractivo que es Eric, aunque en este aspecto Brackett
sea menos repetitiva que Robert E. Howard. Los malos son muy malos y lo son
porque sí, sin complicidades psicológicas, y Stark acaba con sus ambiciones a
hostias, sin estrategias complicadas ni ideas ingeniosas.
Si eres de los que consideran
este tipo de historias infantiles, estereotipadas, desfasadas y, probablemente, ideológicamente ofensivas, no
sigas leyendo, este libro no es para ti. No es alta literatura. No se puede
decir que haya gran profundidad en sus personajes. No es el tipo de libro que
conseguirá que la literatura fantástica o la ciencia ficción sean aceptadas por
los intelectuales y el gran público. Es más, reúne todos los defectos que
presuponen esos bobos que afirman que no les gusta la ciencia ficción, a pesar
de que jamás han leído una novela del género. (Y, aunque no tiene elementos
sobrenaturales, no creo que se le pueda llamar ciencia ficción, es más bien,
aventura pura y dura).
A estos defectos añadiré que la
cuarta historia “Stark y los reyes de las
estrellas” es con mucho la peor de las cuatro. Muy inferior a las otras
tres, se trata de una colaboración de Brackett con su marido, Edmon Hamilton y
un crossover con su saga “Los reyes de las estrellas” y se nota.
Sólo he leído una novela de dicha saga, puede que no se hayan publicado más en
España y, aunque entretenida, me pareció, básicamente, basura. Afortunadamente,
esta historia apenas abarca un 17% del libro.
Dicho, esto, el libro me ha
encantado. Las tres historias restantes rozan el umbral de obra maestra. La
autora maneja el sentido del ritmo de la peripecia aventurera con maestría y
además, están muy bien escritas, o al menos con un gran oficio. Tengo poco que
decir de “La reina de las catacumbas
marcianas” aparte de que es un prodigio de ritmo y de las magníficas
escenas del desierto. “La amazona negra
de Marte” contiene varios pasajes que permanecerán mucho tiempo en mi memoria,
el magnífico uso del suspense y la expectación del capítulo V, cuando se
aguarda el ataque de ese ejército que parece que no va a llegar nunca, el
misterio que embarga la descripción del paso de Kushat y su inerte guardián y,
por supuesto las descripciones llenas de maravilla del pueblo del hielo. Pero
incluso esas descripciones palidecen ante las del fondo del mar gaseoso de “La encantadora de Venus”, las inmersiones
en este mar respirable y envuelto en llamas, con su fondo repleto de ciudades
abandonadas y bosques muertos perfectamente conservados. La sensación de
amenaza que envuelve el comienzo de esta última historia y su melancólica
atmósfera de decadencia la convierten en una obra inolvidable.
No puedo decir mucho más, esta no
es una obra para analizarla, sino para experimentarla y disfrutarla.
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