“Ese mundo desaparecido” de Dennis Lehane


Años después del trágico final de “Vivir de noche” Joe Coughlin acude a su cita con el destino en “Ese mundo desaparecido”. Mafioso retirado que ya ejerce sólo de consigliere, padre afectuoso y entregado, su vida empieza a volverse patas arriba cuando empieza a tener visiones de un niño fantasmal, que podría ser tanto el espíritu del hijo que esperaba su mujer cuando fue asesinada como él mismo, durante su infancia. Poco después, recibe el soplo de que alguien pretende matarlo. A la vez que avanza en las indagaciones de su propio asesinato, la paz que reinaba entre las diferentes bandas de Tampa se quebrará y sus calles volverán a teñirse de sangre.

El final de "Vivir de noche" parece el de un cuento de hadas, comparado con el de este libro.
Las virtudes que encontré en “Vivir de noche” siguen presentes en “Ese mundo desaparecido”, aunque quizá su calidad esté haya disminuido un punto. Bajo la aparente sencillez de la escritura de Dennis Lehane se esconde un gran constructor de personajes y un magnífico dialoguista, que atrapa al lector con suma facilidad, a pesar de su profundo pesimismo. Por si estas virtudes fueran pocas, en esta novela utiliza recursos del género fantástico, a los que me referiré más adelante. He estado a punto de incluir entre la etiquetas de este post “Terror”.

Cualquiera que haya visto “Mystic River” sabrá que hay mucho de tragedia en la narrativa de Dennis Lehane. “Ese mundo desaparecido” es, en el fondo, justamente eso, una tragedia presidida por la muerte. La fatalidad, el destino o como queramos llamarlo, lleva a la muerte a prácticamente todo el reparto, a menudo en contra de los deseos de los propios verdugos, como algo inevitable contra lo que no se puede luchar.

La muerte está siempre presente en el relato, acechando y obsesionando a todos los protagonistas, al igual que la violencia, pero en el universo Lehane, la violencia es como en la vida real: deja secuelas. Nadie escapa a las consecuencias de sus actos y, tanto las víctimas como sus verdugos, quedan marcados para el resto de sus vidas.

Sin embargo, hay algunas pequeñas pegas que poner a “Ese mundo desaparecido”. Primero, la intriga, por llamarlo de algún modo, es bastante previsible. Segundo, hay algunos fragmentos en los que he detectado lo que yo llamaría un “exceso de virtuosismo”. Uno es la visita que hace Joe al peculiar director de una agencia de asesinos a sueldo, en una casa flotante. Es un fragmento escalofriante, pero muy exagerado y ,a la postre, baldío. Es como si Dennis Lehane se hubiera propuesto en él demostrar todo lo lejos que es capaz de llegar, en cuanto a crear atmósferas amenazantes y personajes siniestros. Lo consigue, hasta cierto punto, aunque a mí no me parezca creíble, pero no tiene consecuencias. Ese tipo tan horrible no vuelve a salir en la novela y casi no se le vuelve a mencionar. ¿A qué ha venido entonces todo este capítulo?

El otro es el capítulo que narra la historia del doctor Lenox, mientras éste hace un reconocimiento a Joe. Con sinceridad, es un capítulo magnífico. Merecería ser publicado individualmente en una antología de relatos de fantasmas y llevarse todos los premios habidos y por haber a relatos de terror, pero, una vez más, no tiene nada que ver con el resto de la trama.

“Ese mundo desaparecido” es una novela bastante breve. ¿Consideró Dennis Lehane que necesitaba una ración de “paginitis” para mejorar su suerte editorial o tuvo un ataque del conocido síndrome de “Mira mamá, que bien escribo”?

En fin, no son consideraciones muy importantes. Sus defectos, no quitan que sea un libro muy bueno.

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