First Born” de Stephen Baxter y Arthur C. Clarke.


Tercera parte de la “Odisea en el tiempo” de los dos autores británicos, aún inédita en castellano, lo que me ha obligado a leerla en ingles. El estilo es bastante transparente, así que no ha resultado una lectura difícil, pero las descripciones son complicadas de entender, un problema, pues componen la parte más interesante del texto.

A continuación, spoilers a mansalva, a fin de cuentas ni se ha publicado en España ni creo que nunca lo haga.

Después de los acontecimientos de “Tormenta solar”, la humanidad se ha expandido por el sistema solar. Hay colonos en Marte y multitud de hábitats espaciales, cuyos ocupantes están desarrollando una cultura propia que simpatiza poco con el gobierno central de la Tierra, que se ha embarcado en una frenética carrera de desarrollo de armamentos que puedan defender a la humanidad de un nuevo ataque. Su paranoia será gratificada, con la aparición de un misterioso “ojo” dirigiéndose, lenta pero inexorablemente, hacia la Tierra.

La novela recupera también el escenario de Mir de la primera parte de la serie. El nexo de unión es, una vez más, el personaje de Bisesa Dutt. La presión de la atención pública la llevó a someterse a hibernación, como alternativa al suicidio. Recién salida de la misma, perseguida por las autoridades por sus posibles conocimientos de los primeros nacidos, es guiada por los amigos de su hija en una larga huida hacia Marte, que habrá de llevarla de regreso a Mir.

Siempre he sospechado que estos libros son más obra de Stephen Baxter que de Clarke, pero toda la parte de la huida de Bisesa es puro Clarke y con eso no digo necesariamente nada bueno. Me recuerda a esas novelas suyas, como “Las arenas de Marte”, “Islas en el cielo” o “Regreso a Titan” en las que un personaje va viajando de un sitio a otro, para brindar la oportunidad al autor de describir esos sitios y eso es todo lo que ocurre. Así que Bisesa sube por un ascensor orbital desmontable, esta parte no la entendí muy bien (lo que permite describir dicho ascensor). Luego toma un velero estelar ) lo que permite describir en profundidad ese velero). Finalmente llega a Marte (lo que permite describir los asentamientos, lo rápido que varia la latitud y la posición del sol y los protocolos dobles de cuarentena, para evitar tanto que los humanos se contaminen con partículas marcianas como contaminar a Marte con las humanas).

Esta parte es demasiada largo y tiene mucho de eso que ahora llaman “porno para ingenieros”. Aunque no entra en detalles difíciles de comprender, está más orientada a transmitir información que en hacer avanzar la historia y, para colmo, casi toda la información que se da es irrelevante para la historia. Ningún crítico respetado la aprobaría, mientras que las personas a las que no interese la ciencia ficción y aquellos viles infieles a los que no interese la ciencia, se aburrirán mortalmente. Yo me lo he pasado muy bien con ella.

Y hablando de “Las arenas de Marte”, hay un momento en el que Bisesa inspecciona una biblioteca llena de obras de ficción sobre Marte y, entre las obras de Burroughs, Bradbury y Robinson, está la novela de Martin Gibson. Que fácil es hacer sonreír a un fan.

Bueno, finalmente Bisesa salta al otro lado del espejo y se encuentra con personajes de Mir, que han sido presentados en capítulos insertados en la corriente principal de la trama durante su periplo. En su compañía, emprende un nuevo viaje, a través de Mir. El objetivo principal de aquellos capítulos y del viaje, por supuesto, ¡Es describir lo que ha sido de Mir! La verdad es que esta parte la he encontrado menos interesante. Mir sigue siendo un escenario fascinante, pero no acaba de tener mucho que ver con el resto de la novela y su inclusión me parece un pegote.

En fin, a pesar de tantas descripciones, todas las tramas confluyen en un clímax en el que coinciden los intentos desesperados para detener al ojo, el conflicto entre las autoridades de la Tierra y los espacianos, la reaparición de las inteligencias artificiales de la novela anterior (o sus copias), la inesperada incorporación de aliados alienígenas y los esfuerzos de comunicación que promueve, por decir algo, Bisesa en Mir. Al igual que en “Tormenta solar”, es en este momento cuando la narración se pone las pilas y consigue enganchar plenamente al lector que no se conforme con las descripciones de artefactos tecnológicos y mundos imaginarios.

Aunque acaba de un modo satisfactorio, como las anteriores entregas de la serie, dista mucho de ser una conclusión. Los primeros nacidos siguen ahí, perfectamente capaces de volver a atacar a la humanidad y no hay la menor posibilidad de salvar a Mir de su trágico futuro. “First born” no fue concebida como el final de una saga, parece evidente que fue la muerte de Clarke la que le otorgó ese destino.

"First Born" es una lectura agradable y, en ocasiones, emocionante, pero no destaca ni por su estilo ni por la caracterización de los personajes. Por el contrario, está llena de explicaciones, vil pecado que parece alejar a algunos lectores del género de la ciencia ficción, sin duda esos mismos que piensan que solo consiste en disparar a marcianitos con pistolas de rayos.

En conclusión, una obra menor, sólo apta para incondicionales del género y fans de Clarke y Baxter.

O sea, para gente como yo. A estos les digo: flojita pero entretenida y puntualmente brillante.

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