“Próxima parada: las estrellas” de Robert Silverberg





Una vez más, reseña una antología de relatos de Robert Silverberg, en esta ocasión, me temo que tan breve como decepcionante.

Por una vez, la antología empieza por el plato fuerte, la novela corta que da título al libro, una nueva lectura de un tema tópico, el hombre de la actualidad que se ve misteriosamente desplazado a un futuro lejano. No faltan casi ninguno de los tópicos más manidos: comunidades de humanos que han olvidado su pasado y retrocedido cultural y tecnológicamente a la edad de piedra, mutantes con poderes psíquicos, robots y cerebros electrónicos. Contiene sin embargo unos personajes muy atractivos, unos extraterrestres gigantes que observan a los humanos como si fueran un experimento de control de poblaciones. A pesar de sus esquematismos, tiene cierto encanto.

“Las canciones del verano” parece una versión complementaria de la anterior historia. Una vez más un hombre del presente es trasladado a un lejano futuro, pero en vez de ser un mesías salvador de una humanidad degenerada, en esta ocasión aterriza en una sociedad idílica y pastoril, a la que trastornará con sus groseros y codiciosos modos. A su modo es igual de tópica que “Próxima para: las estrellas”. Está mejor escrita, pero me gustó menos.

 “Saltador” es un relato más curioso, sobre un funcionario con aversión a las multitudes y los espacios cerrados, que investiga una serie de desapariciones. Gente que parece estar viajando hacia atrás en el tiempo, ya que la historia indica que en algún momento del pasado aparecieron un montón de fugitivos del futuro. Lo curioso es que no busca impedir el viaje temporal, sino conseguir que el gobierno obtenga beneficios con él. Curioso, pero poco más que anecdótico. Así y todo está mejor que el siguiente “Llama de gloria” la historia de una especie de mecánico de naves espaciales que se sacrificó heroicamente para salvar su navío, a pesar de tratarse de una persona desagradable y xenófoba.

Para afirmarlo con certeza, tendría que hacer unas investigaciones que no me apetecen lo más mínimo, pero da la sensación de que son relatos que Silverberg escribió al comienzo de su carrera, cuando todavía estaba muy verde como escritor y su habilidad narrativa no estaba aún lo suficientemente desarrollada como para salvar un argumento flojo. Por ello carecen casi por completo de interés, salvo algún detalle de ingenio, aquí o allá.

La antología se completa con un relato de J. G. Ballard.
¿Será esta la última entrada de mi blog? Tal vez en mucho tiempo, coronavirus aparte, el teletrabajo es seguro que va a disminuir gravemente mi ritmo de lecturas.

Comentarios

  1. ¡Eeeh! ¡Simulación de tiempo de metro para leer! ¡Hay que mantener las rutinas!

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